El presidenciable cuencano se autodefine como un demócrata social-nacionalista y cree que, dada la crisis, se debe priorizar a los ecuatorianos en temas como el empleo. Su propuesta es aplicar un plan de ordenamiento productivo que ofrezca beneficios tributarios y créditos a los ecuatorianos según el potencial de producción o actividad que tenga cada sector, para que Ecuador deje de depender del extractivismo.
Es ingeniero agropecuario, lleva 18 años en el mundo de la política y afirma que esa es su vocación y que por eso se ha preparado en ella para trabajar. Paúl Carrasco tiene 49 años y fue electo prefecto de Azuay para tres periodos consecutivos. A pesar de que se postuló para presidente, Carrasco dice que no pide a la gente su voto, sino que reflexione y elija a un grupo de gente preparada para que las cosas funcionen bien. “No se trata de elegir mesías que prometan solucionar todo en cuatro años”.
Su propuesta consiste en un plan de generación de desarrollo territorial estableciendo modelos locales, según las prioridades y las potencialidades. De acuerdo con el candidato por el movimiento Juntos Podemos, que él mismo fundó, el problema del país es que se suelden diseñar políticas públicas homogenizantes que no funcionan, porque lo que se necesita no es un modelo único de desarrollo sino decenas, creados por la gente a través de pequeños parlamentos populares desde las parroquias hasta uno nacional. Así, sería la gente la que explique sus necesidades y establezca las prioridades para su sector.
Para el cuencano, pensar en este modelo de desarrollo evitará conflictos graves como el de octubre del 2019, que asegura que estallan porque “los gobernantes se aíslan” y no entienden los problemas de la sociedad. El gobierno, dice, no supo leer la crisis que vendría tras quitar el subsidio a los combustibles y subir el pasaje. Este iba a ser un impacto en el presupuesto de familias con ingresos iguales o menores a un sueldo básico. No son 10 centavos, dice, sino decenas de dólares en la economía familiar, según los viajes diarios de cada integrante.
Para que un gobierno tenga estabilidad, según su criterio, no debe tener conflictos de intereses ni depender de mafias políticas y sus funcionarios deben escuchar a la gente para conocer su realidad. Solo así se pueden tomar decisiones correctas.
Una de las prioridades para el siguiente gobierno será promover el empleo digno, asegura. A Carrasco le ha sorprendido ver en varios cantones del país un incremento en las ventas informales en las calles. Acepta que el fenómeno también existe en su natal Cuenca pero afirma que allí las políticas públicas locales son más sostenidas.
Durante la entrevista con David Avilés, relató la historia de una mujer que conoció en Machala y que vivía con sus cuatro hijos en su puesto del mercado. Dos de ellos iban a la escuela, otros dos salían a vender. Según Carrasco, mientras él proponía un tema de financiamiento para emprendimientos, la mujer decía que sería mejor el impulso a los empresarios para que más gente acceda a un empleo digno. “A veces los políticos nos complicamos”, es su conclusión. Ese ejercicio ha sido común en sus apariciones públicas: en medio de sus alocuciones, el candidato muestra la foto de alguien, dice su nombre y brevemente cuenta su situación personal y así busca mostrarse cercano a su electorado.
Carrasco se define como un “nacionalista, un demócrata social-nacionalista, porque creo que es hora de pensar en los ecuatorianos y construir modelos nacionalistas propios de nuestra realidad”. Estos modelos serían parte de un plan de ordenamiento productivo con una política económica direccionada según el tipo de productos o servicios en los que se especializará cada sector y establecer, por ejemplo, zonas de libre circulación de capitales.
El candidato Carrasco no habla solo de productos sino también de otras actividades económicas como el turismo y apoyos como autorizaciones para importar insumos sin aranceles o acceso a créditos al 2% de interés. A su vez, estas y otras industrias deberán trabajar con políticas de responsabilidad social -dice- orientadas a mejorar la calidad de vida en cadena para otros sectores de la sociedad, consumiendo productos y servicios de otros emprendimientos anclados al desarrollo de las empresas grandes. A esto le llama cadena de valor público agregado.
Su idea es acabar con el concepto que tiene del país: “El gran problema en Ecuador es que nadie consulta a nadie y el Ecuador está dividido en tres países: Quito, Guayaquil y los demás”. Tiene la percepción de que en las dos primeras ciudades se debate y decide todo sobre la política nacional. Carrasco cita los conflictos que hay en la provincia de Azuay por la explotación minera en áreas de conservación. Tanto la extracción de recursos petroleros como mineros debe ser consultada a las comunidades para evitar enfrentamientos por no respetar las dinámicas de cada región, dice.
Según sus cálculos, en Quito y Guayaquil se concentra el 85% del PIB, por lo que plantea un reordenamiento tributario. “Si Azuay es el 5% del PIB, lo que decimos es que en donde se produce se paga y en donde se paga, se invierte”. Así se podría impulsar provincias autosostenibles. Las que no lo son, tendrán un plazo de cinco años para que generen y administren sus propios recursos. La idea es que las autoridades locales y los ciudadanos serán corresponsables de su desarrollo, impulsando proyectos creativos.
También en lo económico y productivo, Carrasco propone crear zonas de excepción tributaria y de libre circulación de capital, como existen en Uruguay y Panamá, y sentencia: “A mí no me interesa de dónde venga la plata, a mí lo que me interesa es que ingresen recursos, porque necesitamos divisas. Que ingresen sin pagar impuestos pero dejen liquidez y que el rédito financiero se invierta en empresas y que permitan a la gente ser parte del proceso”.
En cuanto a los ecuatorianos que viven en el extranjero, el candidato no los menciona en su plan de Gobierno pero señala que se debe logar que el país le sirva al migrante para poder mantener negocios en su país de residencia y en Ecuador, ofreciéndoles créditos y otras ventajas, pues no a todos les interesará retornar.
Para quienes enfrentan problemas con estudios en el extranjero, Carrasco señala que se podría firmar convenios en cada país para que puedan ofrecer créditos a los ecuatorianos, con el aval del Estado. Cree que sería «interesante» resucitar al extinto IECE (Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo) para que la gente pueda estudiar aquí y en el exterior. Sin embargo, afirma que no es partidario de incentivar altos niveles de estudios “porque lo que se necesita es gente para trabajar. No sacamos nada si los ciudadanos estudian afuera y se quedan afuera, hay fuga de cerebros, o simplemente acá no encuentran trabajo”. Por eso propone un plan que vincule al sistema educativo y de especialización con el plan de ordenamiento productivo y que se brinde orientación vocacional a los jóvenes pero que se direccione a caminos que permitan garantizar ingresos y una vida digna.
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Sin embargo, su posición con respecto a la migración receptiva, es decir, a los migrantes que llegan a Ecuador, no es abierta. Par él, no es momento de que los extranjeros compitan por un empleo con los ecuatorianos porque se debe dar “prioridad al ecuatoriano”. En medio de una crisis -explica-, el país no logra sostener a sus ciudadanos y menos a “gente que viva en las calles”, porque ahora el Ecuador no puede recibir a “hermanos” para que tengan una vida digna. Carrasco cree que es necesario exigir pasado judicial a quienes lleguen a Ecuador. Pero cree que se puede tener apertura para que, si hay niños de padres extranjeros, que nazcan en Ecuador, el Estado otorgue la nacionalidad a su familia.
Al ser consultado sobre sus errores en la política, Carrrasco dice que uno fue armar su plan de trabajo sin considerar que al llegar a un cargo, toma un año aprender cómo funciona el sistema, pues no es lo mismo tener en mente ideas académicas que la realidad. El segundo, dice, es haberse “abierto extremadamente al diálogo y eso se me ha malinterpretado como si eso fuera un cambio de partido”. Pero señala que en realidad, él se inició en el MRT (Movimiento Revolucionario de Trabajadores) y estuvo en la Izquierda Democrática hasta que ese partido desapareció temporalmente durante el gobierno de Rafael Correa. Después creó el movimiento Participa, en Cuenca y Juntos Podemos, que ahora auspicia su candidatura presidencial. Y el tercer error que admite es haber apoyado al expresidente Correa en el 2009, “porque se veía un proyecto muy interesante, pero luego me di cuenta de que era más cascarón que realidad”
Aunque según su criterio la vida humana empieza desde la concepción, Carrasco cree que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y seguir adelante con un embarazo o interrumpirlo. “Estoy de acuerdo absolutamente (con el aborto), sobre todo en el caso de violación”. Se autodefine como alguien que apoya las luchas por los derechos. Por eso hizo en Azuay un proceso simbólico por el matrimonio civil igualitario. Sin embargo, así como afirma haber apoyado al movimiento feminista, también lo ha hecho con “ciertos temas de discusión y de análisis del movimiento provida”. Aunque ha recibido críticas por ello, Carrasco dice que “el país debe trabajar en respeto, tolerancia al libre pensamiento y libre expresión”, porque “cuando uno gobierna, lo hace para todos, no por segmentos”.
Para el candidato, la esperanza es “un sueño de vivir mejor y no perder la posibilidad de soñar”.
Paúl Carrasco dijo que «no es momento de reflexionar» porque, “si no se escoge bien, vamos a seguir en lo mismo.”
Entrevistas: David Avilés Aguirre.Investigación y coordinación: Cristina Cadena. Texto: Ana María Carvajal. Caricaturas: Wilo Ayllón. Edición y dirección de contenidos: Diego Cazar Baquero.
Esta es una iniciativa de la Colectividad Ecuatoriana Autoconvocada de Artistas y Gestores, en Córdoba, Argentina, en alianza con La Barra Espaciadora, y forma parte del espacio Mi elección 2021.