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Ramiro es un árbol trasplantado

Ramiro Cañar es taxista y es migrante retornado. Pero quiso ser futbolista y músico. El domingo 4 de febrero, don Ramiro fue a votar en la Consulta Popular convocada por el gobierno de Lenín Moreno pues tuvo un poco de miedo. Además, se sintió obligado a hacerlo. Don Ramiro y su familia aguardan el día para volver a salir de Ecuador.

Foto: Andrés Yépez. Fluxus Foto.

Por Gabriela Ruiz Agila / @GabyRuizMx
Fotos: Fluxus Foto.

Ramiro Cañar quiso ser músico y quiso ser también futbolista profesional, pero no lo logró. En lugar de ello, se dedicó a conducir vehículos grandes y chicos. Fue chofer pues decidió no dejar de moverse para vivir. En 1993, migró con su esposa Cristina a España. Tenía 24 años y un hijo de 2 años que llevaba su mismo nombre, y a quien debieron dejar bajo el cuidado de la abuela.

Pero una crisis llevó a otra crisis y 18 años después, Ramiro y Cristina regresaron a Ecuador. Al volver, Ramiro hijo ya tenía 20 años y tres hermanos: Noelia, quien hoy tiene 19; Aaron, de 9; y Mateo, de 5. Con los ahorros de ese tiempo, la pareja compró un taxi en 14 000 dólares y pagaron el puesto de la cooperativa por otros 16 000. Muy lejos del discurso patriotero, los dos sufren desde entonces el desarraigo de la España que los acogió y les dio trabajo y prosperidad.

Foto: Andrés Yépez. Fluxus Foto.

Es domingo 4 de febrero, día de Consulta Popular en Ecuador. Ramiro se levanta temprano para votar en la Escuela Técnica Vida Nueva, en Guamaní. Viste una camiseta que lleva su nombre impreso: Ramiro C. Es la de su equipo de fútbol. Ramiro camina erguido como un árbol. A las siete de la mañana ya hay mucho movimiento en el sur de Quito. Va a votar porque la ley le obliga a ir. Cuando vivía en España, poco le importaba quien gobernara su país pequeño y desordenado. Jamil Mahuad y Abdalá Bucaram fueron los últimos presidentes de los que escuchó hablar antes de Rafael Correa. Sabía de ellos por los escándalos de corrupción.

Ramiro toma la papeleta de votación. Dice Sí a seis de las siete preguntas de la consulta y marca No para derogar la Ley de Plusvalía. Le preocupa el pago por la herencia inmobiliaria de sus padres y la herencia que él mismo dejará a sus hijos. En ellos piensa siempre que se levanta y se sienta frente al volante de su taxi.

El taxi de don Ramiro es su herramienta de trabajo desde el 2010. Siempre se ha desenvuelto en el campo del transporte. Foto: Andrés Yépez.

Ramiro mide casi un metro ochenta. Es alto como un árbol y carga en sus brazos fuertes al único nieto que le ha nacido a su hija Noelia. Una doble cabellera de rizos negros le adorna la cabeza con un pequeño penacho. Hoy, a sus 59 años años, Ramiro no cuenta con seguro social y depende de su salud para sostener a los otros seis miembros de su familia. “En España si pagas por un seguro, te atienden bien –dice–. Hay un médico para ti y toda tu familia”.

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En su casa, en el barrio La Florencia, un amplio patio se abre frente a la fachada turquesa como aguafuerte. La sombra de un cedrón se levanta fresca sobre una gallera improvisada con púgiles audaces. Tres perros custodian el silencio de la casa familiar: Candy, que llegó flaca y por sí sola; Atenea, que nació sin una oreja y con una pata deforme, y Jacob, que no tiene otra alternativa que ser bravo también. No hay muebles en la planta baja de la casa. No hay salón o recibidor al que podamos pasar. Es como si Los Cañar estuvieran siempre a punto de irse.

Atenea, la más pequeña, de los tres perros que acompañan a la Familia Cañar. Foto: Andrés Yépez.

Ramiro quiere mostrarnos el álbum familiar: “Yo, sinceramente, para los recuerdos soy malo. Pero mi esposa ha sido quien guarda fotos y ha armado un álbum de familia”, reconoce. Cristina es la guardiana de esa memoria. Ahora está ocupada lavando la ropa, pero al encuentro de Ramiro salen sus hijos y su nieto. Noelia toma el álbum tímidamente y lo abre sobre el capó del taxi. Todo está ordenado por fechas y por eventos: fiestas de cumpleaños, paseos, reuniones. En esas imágenes está el mejor tiempo de la vida de la familia Cañar: la nieve en la frontera con Francia, la risa infinita en los Pirineos Aragoneses, el verano en Tanger en Algeciras.

En España, Cristina se dedicaba a la limpieza y Ramiro trabajaba como mensajero, entregando compras a domicilio en La Moraleja, uno de los barrios más lujosos de Madrid. Conoció a la [Rocío] Durcal, al expresidente [José María] Aznar, a los jugadores del Real Madrid.

Los chicos extrañan a sus amigos, la comida y la diversión. Los seis Cañar tienen nacionalidad española. Noelia y Ramiro Jr. repiten una y otra vez que no les gusta vivir aquí. Ya no son de aquí.

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Noelia y Ramiro Jr. también están obligados a votar. Ramiro Jr. está tan enojado que ni siquiera quiere explicar por qué le molesta tanto vivir aquí. Agarra una escoba para barrer y luego echa agua sobre el patio como si fuera un chorro de nostalgia. En cambio, Noelia llora. Es madre soltera. Busca empleo desde hace cuatro meses y desearía regresar a España, pero no puede. Para irse debería dejar a su pequeño hijo, que es ecuatoriano, y buscar la reagrupación familiar posteriormente.

Noelia y su hijo Nicolás se abren camino mientras ambos siguen creciendo. Foto: Andrés Yépez.

A Ramiro padre le duelen sus hijos, pero solo le queda templarse más, como los árboles. Se apoya sobre las puntas de los pies, levanta la frente y abre los brazos. Un anillo de oro con un león enmascarado le rodea el dedo anular de la mano izquierda. Otro anillo equilibra el peso en la mano derecha. Es un homenaje a la novena copa de Europa que ganó el Real Madrid, con gol de Zinédine Zidane. Todo lo que Ramiro añora queda detrás de alguna frase que alimente su orgullo: “Sin necesidad de cartón (se refiere a un título universitario), conozco Ámsterdam, Madrid, Barcelona y otras ciudades de Europa. Siempre les digo a mis hijos que fue gracias a mi trabajo”.

Y tiene razón. Los Cañar son movimiento. 50 parientes de la familia extendida han migrado. Trabajan en Londres, en Madrid; en Italia y en Suiza. Todos se fueron antes de la crisis del Feriado Bancario de 1999. Ramiro se explica mejor así, como un árbol arrancado: “Mientras trabajaba en España, prácticamente Ecuador para mí era desconocido. Yo estaba en España y pensaba ¡Estoy bien!”. A Ramiro le duele que el Ecuador no reconozca que el mayor aporte que ha recibido durante las últimas décadas fue el de los migrantes. Que millones de hombres, mujeres, niñas y niños como él, como Cristina, como sus hijos, han sostenido la economía de un país ingrato.

Ramiro ha anulado su voto en todas las elecciones desde que emigró. Pero en esta ocasión, la consulta le movió a informarse por temor a los cobros de la Ley de Plusvalía. Está en juego el patrimonio de sus padres y el de sus hijos. Las propuestas de los políticos se le figuran falsas promesas. La credibilidad de los políticos es una taza sucia. Por eso, Ramiro nunca ha buscado ser beneficiario de ningún programa del gobierno para migrantes retornados.

La familia es el soporte y el motivo de un hombre trabajador como don Ramiro. Foto: Andrés Yépez.

¿Viaje corto? ¿Viaje largo? En su taxi, los pasajeros le cuentan muchas historias. Una empieza así: “Usted, señor, no sabe lo que Correa ha hecho”. Cuando reflexiona sobre preguntas como la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes, o la protección del medio ambiente, Ramiro identifica el absurdo. Cree que eso no se debe siquiera preguntar, que eso debería responder al sentido común de un buen gobernante.

Los pasajeros de su taxi, como su hijo mayor, son indiferentes a la política. “Quizás están enojados o resentidos porque antes vivieron mejor”, intenta explicarse el padre en el centro del patio hogareño. Ramiro no tiene tiempo para enojarse.

El dato

176.207 migrantes ecuatorianos están empadronados en España, y las votaciones presentan un índice de participación del 23% en 2008 y del 20% en 2011. Los reportes oficiales hablan de una caída de 13 puntos en la asistencia de votantes en este 2018 respecto de las elecciones presidenciales de abril del 2017. Tan solo el voto de ecuatorianos en España representa el 44,5% del voto de nacionales en el extranjero.

Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), 395.178 ciudadanos ecuatorianos están empadronados para votar en las sedes diplomáticas del Ecuador en el mundo. La Cancillería reconoció en un comunicado oficial que el ausentismo es alto. En el 2009, la tasa de ausentismo representó el 57,3% de un total de 184.584 empadronados; en 2013, el ausentismo fue de 53,4% de un total de 285.753 votantes; y en 2017, el ausentismo fue de 64,8% de 378.292 empadronados.