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A 100 años del gran reparto de Oriente Próximo

Han pasado cien años desde la firma del acuerdo Sykes-Picot y al parecer el Estado Islámico no lo ha olvidado. Coincidencia o no —¿o venganza?— los ataques terroristas perpetrados en Francia durante este año dejan abierta la posibilidad de que esto se repita en cualquier otro punto.

Por Francisco Ortiz Arroba / @panchoora

En mayo pasado se cumplieron cien años de la firma de uno de los tratados internacionales más controversiales y truculentos de la historia. Todo se mantuvo en secreto durante varios años y puede ser precisamente esta una de las causas para que el fundamentalismo islámico se haya ensañado este año especialmente contra Francia.

Se lo conoce como el acuerdo Sykes-Picot y fue un pacto secreto firmado entre Gran Bretaña y Francia, con la venia de la Rusia presoviética, para el reparto de las posesiones del Imperio Otomano en Oriente Próximo, tras la I Guerra Mundial.

Este acuerdo –que lleva el nombre de los dos principales negociadores, Sir Mark Sykes (Gran Bretaña) y François Georges-Picot (Francia)— fue ratificado el 16 de mayo de 1916 y establecía que Siria, Iraq, Líbano y Palestina se dividieran en áreas administradas por las dos potencias.

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Los libros de historia recogen que tras una serie de conversaciones, que habrían comenzado en noviembre de 1915, los términos del pacto fueron detallados en una carta que el embajador francés en Londres, Paul Cambon, envió al ministro de asuntos exteriores británico, Edward Grey, el 9 de mayo de 1916. Este secreto muy bien guardado sería revelado el 23 de noviembre de 1917 por los bolcheviques luego del triunfo de la Revolución Rusa.

Pero con el fin del Imperio Otomano también terminó el último califato que el mundo recuerda.

¿Qué es un califato?

En estricto rigor, se entiende al proceso de elección del líder religioso y político de los musulmanes —califa o sucesor—, pero también es el sistema de gobierno establecido tras la muerte de Mahoma. Y justamente debido a que el Profeta no dejó nombrado un sucesor es que se inicia la división entre suníes y chiitas y un sinnúmero de guerras cruentas y mortíferas que el mundo no termina de ver.

MAPA EI

Explicar el origen de esta división puede ser más simple de lo que uno puede pensar. Por un lado, los chiitas creen que la sucesión tras la muerte de Mahoma debía seguir la línea familiar, mientras que los suníes consideran que el poder debía recaer en manos de la figura del califa. Sin embargo, no es así de sencillo entender las importantes diferencias que se mantienen entre ellos en cuanto a doctrinas, rituales, leyes, teologías y organización.

Hoy el grupo autodenominado Estado Islámico —que hasta hace poco tiempo se conocía como ISIS (Estado Islámico de Iraq y el Levante, por su nombre en inglés)— ha establecido unilateralmente un nuevo califato en las áreas que controlan en Iraq y Siria. Abu Bakr al Baghdadi ha sido nombrado por los extremistas islámicos como el nuevo Califa Ibrahim, quien gobernará a los musulmanes “allá donde estén” y asegurará que su dominio se extenderá desde Alepo, en el norte de Siria, hasta la provincia de Diyala, en el este de Iraq.

Con el nuevo califato instaurado en los antiguos territorios del Imperio Otomano, nadie es capaz de predecir el futuro. Han pasado cien años desde la firma del acuerdo Sykes-Picot y al parecer el Estado Islámico no lo ha olvidado. Coincidencia o no —¿o venganza?— los ataques terroristas perpetrados en Francia durante este año dejan abierta la posibilidad de que esto se repita en cualquier otro punto. ¿Inglaterra? ¿Rusia? Esto ni el mismo Profeta lo pudo predecir.