Por Patricio Vega Pinos / @patriciovegap
Fotos: Darwin Pizarro
Al escucharla, cualquiera se confunde y piensa que es lojana, pero no. Para ser considerada, a sus 43 años, entre las científicas más destacadas de los países llamados “en vías de desarrollo”, Silvia González atravesó por un largo proceso de crecimiento personal y profesional que se inició allá, en su natal Ciudad de México.
“Mi familia era pobre pero orgullosa –comienza a contar–, mis padres no habían pasado de la escuela, pero veían que nuestro futuro, incluido el de mi hermano, iba a ser mejor con estudio, así que se esforzaron para entregárnoslo. Con el tiempo accedí a becas que me abrieron más puertas”.
Silvia lleva 10 años como docente de Química en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Meses atrás llegó a la universidad una convocatoria pública por parte de la organización Elsevier, en alianza con la OWDS, que invitaba a candidatizar un proyecto encabezado por una de sus investigadoras. Luego de un análisis interno, su estudio fue el propuesto. Pero ella no pierde la oportunidad de dejar muy claras las cosas: “Este trabajo no es solo de mi autoría, hay todo un equipo que colaboró con sus conocimientos”.
Silvia explica que su nueva teoría tiene cada vez más aceptación en el mundo científico. “La idea fue confirmar que ciertas reacciones químicas se manifiestan según la composición de la superficie donde se encuentra una molécula. Y este comportamiento se ratificó en varias simulaciones computarizadas”.
Al hablar, la investigadora refleja una sonrisa en sus labios, es sencilla y elocuente, carece de poses. “En México, España y Ecuador siempre he sido medida por la calidad de mi trabajo, indistintamente de ser mujer”.
Cuando se trata de referentes científicos, Silvia nombra en tono solemne a la polaco-francesa Marie Curie. “Ella fue excepcional, la mujer en su época lo tenía muy difícil. El ingreso a la Universidad era prácticamente imposible, no se podía aspirar a más que casarse muy joven para tener hijos, por eso, hasta nuestros días se la sigue recordando”.
Silvia sintió su vocación desde temprana edad. “Nunca pensé en verme como una mujer de ciencia, simplemente mi impulso por seguir creciendo me permitió hallar mi verdadera vocación. Con el tiempo noté que me alejaba cada vez más del estilo de vida que llevaban algunas conocidas y amigas; ellas se casaban y formaban una familia, en cambio, mis prioridades eran otras. Así me acerqué a los Misioneros Identes (institución católica española), tomé los votos de celibato y heme aquí, además de docente investigadora, soy directora del Centro de Misiones de la UTPL”.
Luego de cursar sus estudios en la Universidad de Barcelona (España), su llegada a Ecuador se facilitó gracias a que dicho grupo religioso está vinculado con el reconocido centro universitario originario de la ciudad de Loja. “Este país me gusta mucho, es más, espero tener la nacionalidad en algún momento. Cada cierto tiempo visito a mi familia en México, pero no me hago problema entre comer tacos y disfrutar del plátano o de la yuca”, dice Silvia, la científica, entre risas.