Por Elvis Nieto / La Barra Espaciadora
Los golosos -especialmente los de la clase media para arriba- empezamos el año de a malas. Sin carne para las hamburguesas del Burger King y del McDondals y sin tapas para las botellas retornables de la Coca Cola. Conozco a algunitos que, de no haber un pronto arreglo, empezarán a experimentar síntomas de abstinencia.
El tema no es fácil desde el punto de vista de los reyes del sistema: los consumidores. Voraces animales que caminamos día a día buscando cómo satisfacer nuestras necesidades vitales (la comida, la carne y el pan) y simbólicas (la corona de cartulina del Burger King o el sticker de McDonalds). Sin combos no hay paraíso ni posibilidad de reafirmar el estatus.
Los golosos pusimos el grito en el cielo. ¿Habrían hecho lo mismo si se hubiera prohibido la carne para preparar las poliburguer, las de a $ 0,70 que venden en la Politécnica Nacional? Lo dudo, pero los altos ejecutivos de Burger King, McDonalds y otras franquicias hasta han tenido que sacrificar su valioso tiempo para hacer lobby con personeros de las cámaras de industriales hasta lograr una cita con el mismísimo ministro de Industrias, Ramiro González.
El caso es que el Consejo de Comercio (Comex), en noviembre pasado, dispuso el control previo a 293 productos importados, obligándolos a presentar el certificado de reconocimiento por parte del Instituto Nacional de Normalización (INEN). Atentos con el detalle: no es solo la carne para las hamburguesas o las tapas de las colas, en la lista entran decenas y decenas de ítems, como cerámicas, baldosas, perfumes, ascensores…
Lo que busca el gobierno es sustituir esas importaciones, es decir, reemplazar los productos que se traen del extranjero por productos nacionales.
La lógica de los empresarios
Un pequeño cambio y se pueden reducir las ganancias. En cualquier tienda de la esquina se sabe que desde finales del 2013 los repartidores no les están dejando las colas retornables. Increíble, pero cierto: ¡no se las dejan porque no hay tapas!
En los despachos de los principales gerentes de la Coca Cola se debate este problema que ya roza la crisis. ¡No hay tillos! ¿Se imaginan a la industria más poderosa de bebidas del mundo, capaz de hacer mares con Fanta, Sprite o Coca Cola, sin tapas para sus botellas?
En todo caso, una luz parece aparecer en medio de esta pesadilla: a los ejecutivos de la comida chatarra les han ofrecido aprobar por lo menos la importación de la grasa que se necesita para la carne de las hamburguesas, y a los empresarios de la bebida chatarra, la posibilidad de desaduanizar los tillos que tantas noches de insomnio provocaron…
Para este artículo he puesto énfasis en la chatarra alimentaria, pero la industria de los alimentos, al igual que otras industrias, tiene una capacidad de adaptación impresionante y desarrolla sofisticadas estrategias de supervivencia. Los atuneros, por ejemplo, están preocupados porque los proveedores de las latas que vemos todos los días en los supermercados o tiendas han advertido que ya no tienen el barniz que impide la descomposición del pescado. Y sin barniz no hay atún enlatado. ¿Y la prohibición sobre la importación de ascensores? Dios no permita que falte una pieza que no se haga en el Ecuador…
Las lógicas del gobierno:
Si en el Ecuador tenemos suficientes vacas, ¡cómo no se va a poder proveer de carne!
A los golosos no nos gusta la idea. Durante años hemos comido Burger King y no se puede perdonar a nadie que quiera meter en medio del pan a una carne que no sea la gringa, con sus inimitables niveles de cocción, humedad, consistencia. Hasta hemos llegado a creer que la chatarra del imperio es insustituible en la dieta del capitalismo globalizado del siglo veintiuno.
La resolución del Comex da para más de una especulación. No faltan quienes piensan que se trata de un nuevo golpe de la Revolución Ciudadana al poder transnacional, que la carne ecuatoriana en medio de una hamburguesa del McDonalds es una reivindicación frente al colonialismo gringo que llega disfrazado de hamburguesas y zapatos Nike. No sería de sorprenderse si asoman por ahí unos cuántos pidiendo que Metallica cante en español o que ponga subtítulos en kichwa en una gran pantalla…
Sin embargo, también hay un tema económico que, estoy seguro, se ha convertido en la razón principal de muchos de los cabreos del presidente Rafael Correa: es el fracaso en los intentos de detener los constantes déficits en la balanza comercial. En simple: balanza comercial es la diferencia entre lo que exportamos y lo que importamos. Y si hay solo déficits es porque lo que exportamos (excluyendo petróleo) es insuficiente para compensar la avalancha de importaciones. Y en una economía dolarizada, en la que no podemos imprimir billetes, solo cabe funcionar con los dólares reales que circulan en la economía. Y si hay más importaciones que exportaciones, esas importaciones implican pagar a los vendedores que están en el exterior; es decir, sacar los dólares que pudieron haber servido para nuestra economía puertas adentro… Entonces es cuando dicha economía empieza a dar dolores de cabeza, pues el consumo -pilar del salvaje capitalismo global, prueba dudosa de que la libertad es posible- se impone a las buenas intenciones de los más nacionalistas fans de la producción nacional. Hasta octubre del año pasado, según el último dato oficial disponible, el saldo en rojo de la balanza comercial fue de casi $ 9.000 millones. Volviendo a la explicación económica: son $ 9.000 millones que salen de nuestra economía en un año.
La lógica sin lógica
Para no enredarnos, les dejo la tarea de seguir de cerca la telenovela de la comida chatarra versus las autoridades de comercio exterior (aunque se entendería mejor el dilema si fuera versus el Ministerio de Salud o la Secretaría del Buen Vivir, pero… ni modo). Queda pendiente saber si la industria nacional puede hacer carne para hamburguesas exactamente igual a la que se hace en Estados Unidos para Burger King, con la misma grasa y el mismo sabor a caucho tan gringo, tan insípido, tan inigualable, tan buen complemento del combo infantil que viene con muñecos de las películas más taquilleras de Hollywood.
El desafío es igual tanto para fabricar tapas para la Coca Cola, como zapatos, ascensores o perfumes… La puerta queda abierta; los ecuatorianos somos capaces, inteligencia no falta, buenas intenciones tampoco y ejemplos, menos. El sábado 11 de enero, el presidente Correa anunció que Ecuador está produciendo aviones “drones” (no tripulados) y que espera exportarlos en el corto plazo. Excelente noticia. Ojalá se vendan unos cuantos para compensar la balanza comercial y, de ese modo, no nos jodan con amenazas a los combos que tanta falta nos hacen a los golosos en estos tiempos de consumo vitalmente innecesario.