Por Fernando Escobar Páez
No soy ni pretendo ser periodista deportivo. Mi trabajo en medios ha estado centrado en temas culturales y políticos, pero lejos de buscar una aproximación erudita al fútbol como fenómeno social o cualquier paja mental de esas que tanto gustan a los académicos ‘posmo’ de Ecuador, hoy quiero hablar desde mi condición parcializada de hincha barcelonista, con toda la carga de lugares comunes, rabia contenida y puteadas que aquello implica.
Rara vez voy al estadio: detesto las aglomeraciones y sus hedores, no me gusta la idea de darles plata a los equipos quiteños que se aprovechan de la hinchada barcelonista para subir las entradas a precios exorbitantes, y la última vez que fui hinchas de mi propio equipo me robaron un celular bien batracio -aunque al menos luego tuvieron la decencia de convidarme unos pipazos de weed. No conozco el Monumental (algo por lo que siempre se me burlan mis bros Wilson Paccha y Andrés Villaba Becdach, los mayores sufridores antibarcelonsitas de todo Quito, a quienes dedico este texto, ¡somos campeones!, ¡sufran, zorros!) y no soporto Guayaquil; pero, al igual que muchos quiteños de mi generación, aquella nacida a inicios de los ochenta, ¡soy barcelonista a muerte!
El interés por el fútbol me llegó relativamente tarde, a los once años, como efecto de la novelería desatada por la Copa América del 93. Antes de eso el fútbol me resbalaba: nunca había pateado un puto balón en la vida y cuando más tarde intenté hacerlo quedó claro que en la cancha no sirvo ni como aguatero. Fui el típico niño nerd con miedo al balón al que escogían al último en los partidos de la escuela, y si bien con los años mejoré un poco, perdí el miedo al balón y conseguí anotar algunos autogoles de insólita factura, que podrían haber sido calificados de maradonianos si no me hubiera equivocado de arco. Afortunadamente en los picaditos que jugaba con mis compañeros de clase –todos liguistas y casi todos magníficos panas- no existía el control antidopping, porque nuestro equipo habría sido un digno rival del de Trainspotting, correspondiéndome a mí el papel de Spud.
Muchos de mis contemporáneos se hicieron hinchas del Barcelona por una reacción lógica: era el equipo que arrasaba a nivel nacional a inicios de los noventa e incluso era temible a nivel continental; mi historia es diferente. Yo me hice hincha del Barcelona porque la mayoría de mi familia es hincha de la Liga de Quito y quise darles la contra.
Obviamente, la elección del Barcelona como mi equipo no me hizo más popular en el colegio de lacras clase media quiteña mayoritariamente liguista, pero entonces el fanatismo futbolero no era tan virulento como hoy, y durante mi adolescencia no tuve peleas físicas por ser barcelonista, solo el intercambio de bromas pesadas que dependían del resultado del fin de semana.
El primer campeonato que viví siendo hincha fue el de 1995. Ese año Barcelona S.C. tenía una delantera formidable: un rapidísimo Gilson de Souza, Manuel ‘Matador’ Uquillas en su mejor momento, y Alfaro Moreno, quien empezaba a cimentar las bases de su idolatría. Ese campeonato lo ganamos con algunos altibajos, sobre todo jugando en la sierra, donde el técnico Salvador Capitano cambiaba el esquema y paraba un equipo ultra defensivo, lo cual rara vez termina bien.
El 96 fue un año mediocre, con un equipo envejecido y malas contrataciones, encabezadas por el célebre Cyrille Makanaky y sus porros dignos de Bob Marley. No hubo nunca la famosa “maldición africana” que ridículamente se le atribuye al fiestero volante camerunés. Lo que sucedió fue la crisis del mecenazgo de Isidro Romero, quien fuera el presidente más exitoso –si nos remitimos al número de títulos logrados- de la historia del club.
Esto trajo como consecuencia la salida traumática de casi toda la plantilla, la cual fue reemplazada por jugadores todavía más viejos y con hipersueldos que no estaban acorde con la realidad de un país económicamente quebrado, los cuales llegaron de la mano de Abdalá Bucaram, entonces presidente de Ecuador. Bucaram –sin mediar elecciones en la interna del club- decidió que también quería ser presidente de Barcelona S.C., deseo que un cansado y sumiso Isidro Romero le concedió. El mes y medio que Abdalá dirigió a Barcelona marcó el inicio de una serie de descalabros financieros, sainetes bochornosos como la supuesta venida de Maradona, injerencias políticas y latrocinio dirigencial que estuvieron a punto de quebrar al equipo y de llevarlo al descenso en dos ocasiones.
Tal como dijo alguna vez Alfaro Moreno, probablemente el mejor puntero izquierdo de la historia del club y actual vicepresidente de la institución, “si los dirigentes no se robaron al estadio Monumental fue porque no tiene ruedas”.
Paradójicamente, el principio del fin fue feliz. Tras un inicio anodino y pese a perder partidos decisivos en instancias finales, Barcelona ganó de forma dramática el campeonato ante Deportivo Quito. El punto de inflexión lo marcó la victoria en Quito frente a El Nacional. En dicho encuentro Barcelona S.C. perdía 2 a 0 y estaba obligado a ganar. Corrían 30 minutos del segundo tiempo y una remontada heroica nos dio el triunfo 2 por 3. Pese a que el campeonato no estaba definido, esa misma tarde el Deportivo Quito protagonizó uno de los hechos más patéticos de la historia del fútbol ecuatoriano al dar la vuelta olímpica anticipada en el Estadio Atahualpa. La soberbia le costó caro al cuadro de la Plaza del Teatro, pues coincidencialmente el campeonato cerraba con el partido Barcelona–Deportivo Quito en el Monumental, y el Quito podía perder hasta con dos goles de diferencia para ser campeón. Resultado final: 3 a 0, a favor de El Ídolo. Nuevamente, lo mejor del equipo estaba en su delantera, donde el tridente conformado por Nicolás Asencio, Agustín Delgado y Anthony de Ávila, alimentados por el genial boliviano Marco Antonio ‘El Diablo’ Etcheverry, anotó una cantidad obscena de goles que permitió capear la fragilidad de una zaga corajuda pero casi cuarentona. Con prácticamente el mismo equipo, el 98 se logró llegar a la final de la Copa Libertadores… y ese fue el principio del oscurantismo que marcó la siguiente década del equipo.
Dos años peleando el descenso (2000 y 2009), equipos mediocres y cada vez más endeudados, jugadores que eran noticia en la prensa rosa pero no en la cancha, directivos cobardes que tras intentar usar al Barcelona S.C. como plataforma política terminaron huyendo como ratas y dejaron en acefalía al equipo. Todos esos factores, aunados al vertiginoso ascenso de la Liga de Quito, que durante la década del 2000 pasó de ser un equipo de media tabla a una potencia continental, hicieron que ser barcelonista quiteño se convierta en un acto de masoquismo. Nada más atroz que aguantar a los noveleros facinerosos liguistas restregarnos sus putas copas internacionales. Tuvimos que bajar la cabeza y aceptar la horrenda realidad: Barcelona S.C. era una sombra y nuestra rica historia había sido opacada por los triunfos internacionales de un equipo de medio pelo.
Fueron años de mierda, nos robaron descaradamente el campeonato del 2002 cuando un nefasto árbitro brasileño anuló un gol legítimo de Barcelona S.C., con el cual hubiéramos ganado el título y roto el invicto de dicho estadio. Ese mismo año, un descarado y corrupto Byron Moreno, quien entonces acababa de regresar de una polémica actuación en el Mundial de Japón-Corea 2002, aumentó ¡12 putos minutos! para permitir que Liga dé la vuelta a un partido que Barcelona ganaba 2 a 3 hasta el minuto 96. Ese latroncio, de claras motivaciones políticas, pues entonces Moreno era candidato a concejal de Quito por el extinto Prian, terminó por costarle su carrera arbitral y política a ese cabrón, pero también nos costó el campeonato a nosotros, pues con los puntos de bonificación que hubiéramos obtenido de no mediar el robo de esa escoria humana, Barcelona S.C. habría sido campeón en la penúltima fecha.
Esos hechos, aunados a lo sucedido el año 2000, cuando en una situación inédita tres equipos grandes -Deportivo Quito, Liga de Quito y Barcelona S.C.- se vieron peleando el descenso, siendo Barcelona S.C. el equipo que más comprometido se encontraba, y donde un gol de último minuto de Luis ‘El Chino’ Gómez frente al Macará en Ambato no solo nos salvó, sino que mandó a la serie B a la Liga de Quito, cuadro que un minuto antes acababa de fallar un penal decisivo en su partido frente al Olmedo, han configurado la rivalidad moderna entre Barcelona S.C. y Liga. Como barcelonista quiteño, mi antipatía hacia la Liga es igual o mayor que la que siento contra el Emelec, pues el historial negro –matizado por los robos arbitrales antes mencionados- que tiene el Barcelona S.C. en Casa Blanca es un asunto todavía no resuelto y que me emputa profundamente.
Tras años de ostracismo, el 2012 Barcelona S.C. volvió por sus fueros, y con un equipo bien estructurado que daba espectáculo consiguió un cómodo campeonato. La primera etapa fue algo apretada, pero en la segunda Barcelona S.C. aniquiló a todos. Las chilenas y caños de Damián ‘Kitu’ Díaz, las gambetas de Michael Arroyo, el estado de gracia frente al gol de Narciso Mina, el primer 5 a 0 contra los Pitufos (Emelec), pero sobre todo, la rabia contenida por 14 años de humillaciones, hicieron que ese campeonato sea especial.
Pero las malas prácticas dirigenciales hicieron que ese campeonato cueste muy caro al equipo. Los hermanos Antonio y Luis Noboa, presidente del equipo y cabeza de la comisión de fútbol, respectivamente, endeudaron al equipo de una forma que bien podría calificarse de criminal, sobre todo si tomamos en cuenta que se desarmó y vendió medio equipo, pero el producto de esas ventas millonarias desapareció de forma ‘misteriosa’, mientras los Noboa hacían que Barcelona S.C. firmara sospechosísimos e inútiles contratos con empresas vinculadas a su familia y grupo de amiguetes. Si bien el campeonato del 2012 fue el que más celebré, renunciaría a dicho título con tal de ver tras las rejas a los hermanos Noboa, particularmente a Luis, quien haciendo gala de cinismo y prepotencia usa las redes sociales para atacar a la hinchada barcelonista.
Tuvimos que esperar hasta este año, cuando una nueva directiva conformada por dos exglorias del club, José Francisco Cevallos y Carlos Alejandro Alfaro Moreno, salvaron a Barcelona S.C. de las garras de los Noboa, quienes –con los bolsillos llenos y dejando jodido al equipo- huyeron por la puerta trasera. Triste epílogo frecuente en las directivas barcelonistas.
Inicialmente no me resultó fácil confiar en Cevallos por su filiación política al partido de gobierno, donde ocupó el cargo de Ministro del Deporte. Lo hizo sin escándalos y con cierta eficiencia, pero mi odio hacia el proselitismo verdeflex y la larga historia de politiqueros que buscaron la presidencia de Barcelona S.C. con fines electorales daba para desconfiar.
De momento Cevallos ha demostrado que yo estaba equivocado. En su mandato se ha visto más la influencia de lo aprendido durante su tiempo como jugador de Liga bajo la tutela de Rodrigo y Esteban Paz –dirigentes serios pero cuyo modelo dirigencial hoy está en crisis– que de las malas mañas endémicas del correísmo. La experiencia administrativa y la templanza de carácter de Alfaro Moreno, quien llenó el país con sus exitosas academias de fútbol –las cuales hoy son propiedad del Barcelona S.C.- de las cuales han salido varios jugadores profesionales que incluso se destacan en el extranjero, han sido decisivas para este repunte de Barcelona S.C.
Si bien no siempre las acciones y actitudes dirigenciales han sido atinadas, el balance momentáneo de esta directiva es altamente positivo, han conseguido sanear las deudas urgentes y encaminar al club hacia un modelo sustentable en el tiempo, sin necesidad de grandes mecenazgos. Más que los resultados y su condición de exglorias del equipo, el compromiso que demuestra la dupla Cevallos–Alfaro es lo que ha determinado que la hinchada recupere la confianza y que este año el Monumental luzca lleno en casi todos los partidos.
A diferencia de los otros campeonatos, este Barcelona S.C. exhibió un equipo joven y rapidísimo, con un promedio de edad de 24 años en el equipo titular. Rejuvenecer al equipo, sobre todo a la zaga, dar oportunidad a jóvenes de la cantera como Washington Vera, Anderson Ordóñez, Erick Castillo, quienes han sido claves en la consecución de este campeonato, acertados en las contrataciones y manejando un presupuesto realista apuntalado por una gestión de marketing agresivo, este Barcelona S.C. modelo 2016 exhibió una superioridad insultante sobre el resto de equipos del campeonato.
Este Barcelona S.C. ha roto todos los los records del campeonato ecuatoriano, el de puntos, con 99, algo que –guardando las distancias en calidad de rivales y presupuestarias- ni siquiera equipos del tamaño del Bayer Munich, Real Madrid, Chelsea y Barcelona F.C. consiguen fácilmente, partidos ganados y número de goles marcados en una temporada. Pudo haber superado los 100 puntos pero Aucas se lo impidió en casa, al empatar 3-3 luego de que estuviera perdiendo 3-0 en el partido final.
Un nuevo 5 a 0 contra nuestros odiados rivales emelecsistas y otro 5 a 0 contra los detestables liguistas, amén de haber goleado al menos una vez al resto de equipos, -Independiente del Valle es el único equipo que no fue aplastado por Barcelona S.C. este año-, dejan en claro que este campeonato está en manos del mejor equipo -estadísticamente hablando- de la historia del fútbol ecuatoriano.
Al igual que el 2012, la gran figura es Damián ‘Kitu’ Díaz. Nuestro número 10 ya no tira tantas chilenas y caños como antes, ahora es menos espectacular pero más efectivo, no solo frente al arco rival, sino por la cantidad de asistencias de gol que pone a sus compañeros. El incansable Matías ‘Ponny’ Oyola, quien vino el 2009 a salvarnos de un descenso casi sentenciado y -pese a las lesiones que lo han dejado fuera de cancha gran parte de la temporada- sigue siendo el líder del equipo. Mención especial merece Jonathan Álvez, quien a inicios de año fue despreciado por Liga de Quito –muchas gracias a Claudio Borghi por llevarte al mercenario careverga de Braihan Alemán y regalarnos al ‘Loco’ Álvez- y hoy es nuestro goleador. Si bien muchas veces ha pecado de individualista tribunero, la sola presencia de Álvez pone nerviosos a los defensas rivales y con su actitud desafiante –y una que otra mala maña de sabido, todo hay que decirlo- se ha identificado plenamente con la hinchada. Con un poco más de regularidad y si se aleja de la nefasta farándula rosa guayaca, Álvez podría hacer historia dentro de Barcelona S.C.
De momento la felicidad es intensa, pero las malas experiencias han enseñado al barcelonismo que cada campeonato ganado ha traído consigo un alto precio. Quiero confiar en que Cevallos y Alfaro, quienes en su momento como jugadores fueron víctimas de la arrogancia dirigencial, van a mantener su hoja de ruta y no se van a alocar con presupuestos exorbitantes ni contratando a cualquier vergajo. Ellos saben que la camiseta de Barcelona S.C. no es para cualquiera y que lo ideal sería mantener la plantilla actual, la cual solo necesita unos 2 o 3 refuerzos de jerarquía internacional para poder pelear instancias finales de la Copa Libertadores el próximo año. Mantener a Ely Esterilla, Darío Aimar, Washington Vera, Richard Calderón, Xavier Arreaga, Erick Castillo, Mario Pineida, Pedro Pablo Velasco, jugadores jóvenes que se han identificado con el club, no va a ser fácil. Dado el gran nivel que han exhibido esta temporada, seguro vendrán varias ofertas millonarias del extranjero, pero desarmar el equipo implicaría mandar a la mierda todo el trabajo realizado este año.
Podría seguir de largo hablando de las virtudes de este Barcelona S.C., pero en este momento lo único que quiero es pegarme mi encebollado con combo de Pílsener donde La Madrina y seguir festejando la 15.
¡CHÚPATE ESTA LIGUISTA SOPLADOR!
El gol de Banguera que celebra toda la hinchada torera. Barcelona 3-0 Aucas. pic.twitter.com/XAIGnXmj1O vía @mcarrasco727
— Marcador (@marcadorec) 10 de diciembre de 2016
Fernando Escobar Páez (Quito, 1982). Escritor y periodista. Cuidador y rescatista de gatos. Devoto seguidor del Barcelona Sporting Club y de El Monstruo del Espagueti Volador. Ha publicado los poemarios “Los Ganadores y Yo” (2006), “Escúpeme en la verga” (2013) y el libro de microrrelatos “Miss O’ginia” (2011), el cual va por su cuarta edición. Actualmente está trabajando un libro de periodismo rock sobre la Mamá Vudú, banda emblemática del movimiento rockero independiente del Ecuador.
Que desagradable el encontrarse con este tipo de reportajes que denotan la evidente envidia que sientes al glorioso equipo de Liga Deportiva Universitaria. Ahora una miserable satisfacción sublima una llamada «historia», que en realidad es una gran carrera de corrupción y mal ejemplo dado por ese equipucho de ladrones, incluidos los hinchas, como lo señalas.
En fin, la felicidad displicente y mediocre de este miserable campeonato no va a llegar ni en un solo ápice de lo que es coronar América y ser Rey de Copas, mi estimado Efra. Y modérate un poco con los apelativos con los que te refieres al único Campeón de América que dio logros reales, recordados y que jamás van a ser olvidados, así te duela en el alma.
Una recomendación que nunca falta de mi parte.
Diego Chamorro
Estimado Diego:
Como seguro leíste en el primer párrafo, se trata de una OPINIÓN DE HINCHA, lo mismo que la tuya.
Seguro cuando tu equipo vuelva a ganar un campeonato (algo que sinceramente dudo que suceda en esta década) los amigos de La Barra Espaciadora te darán un espacio para que publiques un escrito igual de puteador o más si te da la gana que el que yo hice.
Los apelativos son parte del fútbol, solo quiero hacerte notar que EN TU COMENTARIO REPRODUCES TODO LO QUE ME CRITICAS A MÍ.
En fin, cuando tu equipo gane algo de nuevo, yo me comprometo a pedirles personalmente a los amigos de La Barra que te publiquen todas las puteadas que te de la gana.
Saludos y recuerda que al final es sólo fútbol: una pasión a la que todos -sin distinción de color- tenemos derecho de vivir como nos dé la gana (es sólo un texto de hincha, agresivo sí, pero tu mismo has vivido cosas peores en tu barra)
Att:
Fernando Escobar Páez.
Qué manera de hacerle quedar mal a Diego Chamarro… jajajaja
Esperaré con ansias el ofrecimiento, tengo una muy buena memoria y sé de las cosas reales. Yo no aparento nada, ni quiero figurar nada y como vos mismo lo dices he vivido mucho más como hincha y tengo el criterio para saber lo que sucede dentro y fuera del fútbol de mi país, no soy hincha de papel, ni de teclado y no nací ayer en el mundo de la escritura y peor aún del fútbol «amigo». Así que con gusto esperaré su ofrecimiento.
Att: Diego Chamorro
Cuando tu equipo gane algo de nuevo, yo mismo te hago el contacto.
Saludos y yo tampoco «nací ayer» en el mundo de la escritura. Nos conocemos desde hace no menos de 10 años y espero que -al margen de las distintas camisetas y opiniones- ambos tengamos claras algunas cosas.
Saludos y yo también tengo buena memoria. No dudes en enviar tu texto cuando tu equipo haga los méritos para ser noticia actual.
Liga nunca va a ser un periódico de ayer por si acaso. Liga vive mientras haya historia de campeones y de gol.
Saludos Escobar, sabrás de mí últimamente.
Diego Chamorro
Estimado Diego, cuando gustes esperamos un artículo tuyo. Bienvenido sea. Solo escríbenos y recibiremos propuestas a la altura del espacio. De cumplir con los mínimos requerimientos de acuerdo a nuestra línea editorial, podríamos considerar su publicación. Gracias por interactuar con respeto. Saludos. LBE.
Fernando, muchas gracias por este emotivo artículo de parte de un barcelonista guayaquileño.
Siempre he agradecido el apoyo de los aficionados quiteños al equipo cuando juega en la capital y no deja de admirarme cómo suelen ser mayoría frente a las propias barras locales. Este artículo me explica algunas razones.
Suscribo todo lo que escribes sobre la historia del equipo: reviví con tu relato la emoción de los triunfos históricos que nos dieron campeonatos en el 90, así como la desazón por el riesgo de bajar a la B en la década del 2000; y la ira impotente por los abiertos despojos arbitrales.
Coincido en que por los mismos motivos tuve recelo sobre la actual dirigencia y caigo en cuenta de que aún no he reconocido públicamente que (por fortuna) me equivoqué.
Espero que la próxima vez que Barcelona gane el campeonato (espero que a fines del 2017), asistas también al glorioso Monumental: Un barcelonista como tú merece vivir la inolvidable experiencia de ser uno de los 60.000 hinchas que cantan -todos a la vez en un estruendoso y emocionado coro- «Vas a ser, por siempre mi pasiòn / Barcelona, te llevo en el corazón…»
Creo que es lo único que le falta a tu artículo. Y a tu pasión barcelonista.
Saludos
Nelson Tubay Bermúdez.
Muchas gracias por tus palabras Nelson.
Saludos y ¡UN SÓLO ÍDOLO! (aunque les arda a los que sabemos)
Elé
Me siento tan identificado con esta publicación porque yo también viví exactamente lo mismo que tuve que parar a llorar luego de leer cada párrafo. Simplemente SENSACIONAL amigo, te felicito.
Gracias HB. Bacan que te haya gustado.
Saludos.