La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar
Considerada la mayor filtración de la historia después de Wikileaks, los Papeles de Panamá acaban de ser revelados al mundo por parte del diario alemán Süddeutsche Zeitung y del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Se trata de más de 11 millones de documentos que revelan la creación de más de 214 000 empresas fantasma (offshore o paraísos fiscales) para evadir impuestos o para proteger intereses de políticos, personalidades del espectáculo o famosos deportistas.
Varios personajes citados en los documentos filtrados –si no todos– han defendido el argumento de que la creación de paraísos no siempre implica el cometimiento de un delito. Y eso es muy cierto. Existen formas legales de abrir paraísos fiscales en el mundo. Pero, el sentido común nos obliga a preguntarnos: ¿para qué un empresario o un banquero escondería su dinero? ¿Para qué lo haría un político, un futbolista o un multimillonario? Esa misma legalidad supone una seria ilegitimidad ética. Quien nada debe nada teme, dice el trillado refrán. Por eso, el que sea legal crear firmas offshore es solo una expresión del cinismo naturalizado con que funciona el sistema global.
El impacto en el mundo ya muestra efectos: la primera víctima fue el primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, quien presentó su renuncia dos días después de que se hicieran públicos los Papeles de Panamá.
La pregunta llega por sí sola: ¿por qué un ciudadano común, con ingresos comunes, debe declarar hasta el último centavo de su patrimonio, mientras un puñado de poderosos multimillonarios gozan del derecho a esconder su plata?
El pasado 1 de abril, uno de los dos socios del bufete panameño de abogados, Ramón Fonseca, al percatarse de que alguien indagaba en sus actividades, envió una carta a sus clientes en todo el mundo, a nombre de Mossack Fonseca Co., en la que advertía de la filtración de información confidencial de la firma y anunciaba que se habían iniciado las investigaciones necesarias para impedir que el hecho afectara la imagen de quienes habían confiado sus capitales a su amparo. Sin embargo, no hubo carta alguna dirigida a los ciudadanos de a pie que, a cambio de un poco de dinero, dieron sus nombres como testaferros de grandes empresas de papel.
Mossack Fonseca ha registrado más de 50 000 nombres como supuestos testaferros. Es decir, los directores de las miles de empresas de papel, creadas para esconder el dinero de los poderosos, son gente de a pie que vive en la periferia de Ciudad de Panamá o en algún lugar recóndito del mundo. Se trata de gente que presta su nombre a cambio de unos billetes para esconder toneladas de billetes de otros. Yvette Rogers, por ejemplo, es directora de 7 321 empresas desde su pequeña casa cerca de la capital panameña; pero Adelina Mercedes Chavarría de Estribi aparece nada menos que 27 250 veces como directora de empresas off-shore sin asistir a reuniones directivas ni conocer a ciencia cierta lo que hacen sus empresas.
Ahora bien, si recordamos que Panamá no es el único ni el más grande paraíso fiscal en el mundo, ¿cuántos testaferros más podemos encontrar si hurgamos un poquito? ¿Acaso el escándalo de Panamá quiere hacernos olvidar que hay miles de estudios jurídicos haciendo lo mismo en el resto del mundo?
Desde Costa Rica –un país con una población de menos de 5 millones de habitantes y considerado la ‘Suiza’ centroamericana– se ordenó la creación de 800 empresas de papel con la ayuda de Mossack Fonseca.
En una publicación de diario El País, de febrero de este año, se analiza el llamativo fenómeno de que Suiza, considerada históricamente uno de los mayores paraísos fiscales del mundo, esté cediendo su condición nada menos que a EEUU. Estados como Nevada son considerados ahora los nuevos destinos de fuertes sumas de dinero provenientes de millonarios de todo el planeta, con el propósito de evadir impuestos y no rendir cuentas en sus países de origen. Hace poco más de un año, el mismo Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación divulgó la información sobre los millonarios que tenían sus cuentas en el banco suizo HSBC. La investigación fue conocida como Swiss Leaks. En algunos casos se trataba de grandes sumas sin justificación, de dinero ilícito y también operaciones al margen de la ley y con grandes cuestionamientos, como el tráfico de armas. En aquella ocasión también se desató un escándalo y los consecuentes lamentos, pues estaba claro que muchos tenían la intención de esconder sus fortunas y de evadir impuestos. Pero, ¿pasó algo? Poco o nada. Cerca de 30 de aquellas cuentas que Swiss Leaks sacó a la luz estuvieron relacionadas con ecuatorianos. Pero, ¡hasta ahora no ha pasado nada!
Esta cantidad de secretos a voces que han circulado en las primeras planas de los medios del planeta parecen esconder algo al mostrar lo que muestran. ¿Cuántos paraísos fiscales hay realmente en el resto del mundo y cuánto dinero esconden? ¿A quiénes pertenece ese montón de dinero?
Poderosas entidades bancarias como la corporación HSBC aparecen en la documentación como participantes de esta inmensa red para esconder fortunas y camuflar negocios o evadir impuestos, que fue investigada durante un año por más de 370 periodistas de un centenar de medios de comunicación de 76 países.
Los #PanamaPapers son apenas un detonante, pero la mecha parece ser muy larga. Ahí están los datos duros. ¿Qué hará el mundo con ellos?
Los #PanamaPapers prueban que el mundo funciona con un modelo inescrupuloso que santifica la impunidad de los poderosos y condena a los ciudadanos de a pie a un eterno estado de pobreza. Mientras un grupo de adinerados esconde su dinero, ciertos gobiernos conminan a sus pueblos a sacrificarse en tiempos de crisis. La revelación de los #PanamaPapers es la confirmación de que los endeudados del mundo no son los pueblos ni sus estados, sino personas con nombre y apellido, pero también con poder. Algunos gobernantes se llenan la boca hablando de justicia y equidad mientras sus millones de dólares están a buen resguardo en sus respectivos paraísos.
Vivimos en un mundo en el que la Unión Europea –una región que ostenta un premio Nobel por la paz– expulsa a miles de empobrecidos refugiados de sus fronteras a diario. Es que ese cinismo es también global. Vivimos en un planeta en el que la riqueza de 62 personas equivale a lo que posee la mitad de la población más pobre. ¡Los más ricos del mundo están enfermos!
Estamos ante la revelación del inescrupuloso modus operandi que blinda las estructuras y los espacios de poder más allá de cualquier ideología. Personajes provenientes de tendencias progresistas o de inclinaciones marcadamente conservadoras están involucrados en la conformación de empresas fantasma. No importan los principios que hayan defendido ante las multitudes, no importa si defienden la libertad del ser humano o la libertad del mercado. Esos principios que promulgan son apenas un ornamento de los discursos apasionados que les sirven para ganar votos, hinchas, grupies, fama y poder.
#ThePanamaPapers no es más que el resultado de una biopsia global: el cáncer se ha tomado al mundo. ¡Money is money!
COMPARTO cada una de las palabras de este texto ético.
Excelente artículo. Lo único que nos queda es la inmensa indignación.