Por Javier Alonso / @javier12mayo
Hay muchas formas de despedirse: despedirse de todos, de muchos, de algunos o de alguien en particular. Se lo puede hacer de forma pública o privada, ostentosa o discreta, efusiva o fría, con un beso, un abrazo, con la mano o con la palabra. Una despedida puede ser para irse cerca o lejos, para separase física o afectivamente. ¿De qué tipo va a ser esta?
Hace 3 años todo era muy distinto. Recuerdo cuando crucé el umbral de nuestra nueva casa, empujando la puerta de entrada con el pie, cargando una caja llena de trastos en mis brazos, con la Nuri al otro lado del pasillo oteando a su alrededor mientras me decía entusiasmada donde debería ir cada cosa. Llevaba su camisa de cuadros beige, unos jeans y el pelo corto (por aquel entonces le gustaba potenciar su aspecto andrógino). Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba a punto de empezar a compartir mi vida con ella para siempre. Esa casa fue, durante un tiempo, nuestro hogar eterno. Luego empezamos a tener desavenencias y discusiones que acabaron por crear una barrera insalvable entre los dos. Por eso me voy.
Hay muchas formas de despedirse: como amigos, como enemigos, como cómplices o como extraños. Una despedida puede ser amistosa u hostil, sentida o indiferente, catárquica o inconsciente. ¿De qué tipo va a ser esta?
Me enamoré de Nuri por sus ojos, su pelo y su sonrisa, su sentido del humor y su carácter decidido. Habría ido hasta el fin del mundo con ella. Pero nos quedamos en aquel departamento, en el casco antiguo de la ciudad, con su gato, sus plantas, mis libros y mis discos. Nuestro hogar eterno. ¿Cuánto dura la felicidad? Para mí duró lo que tardé en darme cuenta de que ella no era perfecta, empecé a ver en ella todos esos conflictos e imperfecciones como pecados y no como los detalles que la hacían única, tal como me sucedía antaño. Sus problemas se han acabado convirtiéndose en los míos, sus neurosis en las mías, sus arranques de mal humor en los míos. Y eso me está destruyendo. Nos está destruyendo a los dos.
Hay muchas formas de despedirse: con afecto o con rencor, con esperanza o con culpa, con sinceridad o con excusas. Una despedida puede ser con la cabeza o con el corazón, con respeto o con desprecio, con alegría o con tristeza. ¿De qué tipo va a ser esta?
Recuerdo los buenos momentos con Nuri, como aquella vez en que nos sorprendió la lluvia y tuvimos que volver corriendo hasta llegar a casa, resguardados bajo mi chompa, mientras nos reíamos sin un motivo real. Llegamos empapados y eufóricos porque nada más importaba si estábamos juntos. Pero también recuerdo los momentos difíciles, como aquella vez que rayó mi vinilo de Los Ramones y me echó la culpa a mí, y se puso a gritarme e insultarme para disimular, en lugar de ofrecerme disculpas, y yo en venganza le pasé el cepillo de dientes por el arenero del gato. ¡Cómo me reí cuando le oí cepillarse la boca esa noche!
Hay muchas formas de despedirse: en persona o a distancia, con una llamada o un mensaje. Se lo puede hacer sonriendo o llorando, con una mueca o con el rostro pétreo. Una despedida puede ser fácil o difícil, necesaria o voluntaria, cobarde o valiente. ¿De qué tipo va a ser esta?
El último año con Nuri ha sido un infierno. Cualquier detalle era motivo de discusión, cualquier palabra era pie para un malentendido, cualquier descuido era origen de una pelea. Y es que la odio, pero estoy enamorado de ella… por eso aún no la he abandonado, aunque llevemos una semana en que casi ni hablamos. Ya no puedo vivir más en el conflicto: Nuri, voy a dejar de amarte. Voy a dejar de verte, voy a dejar de hablarte, voy a dejar de pensar en ti. Voy a dejar de besarte, de hacer el amor contigo, de imaginar un futuro donde nos reconciliamos y aprendemos a vivir el uno con el otro, sin tratar de destruirnos. Voy a decirte adiós.
Hay muchas formas de despedirse: despedirse con deseo o con rechazo, con paz o con deudas, con certezas o con dudas. Se lo puede hacer con humildad o con orgullo, con elegancia o con torpeza, por un rato, o para toda la vida. Una despedida puede ser real o fingida. ¿De qué tipo va a ser esta?
Cruzo el umbral de la puerta como aquella vez, pero esta vez sé que será la última. Nuri está en el salón, viendo la tele. Nos miramos sin decir nada. Me dirijo a la habitación para alistar mis maletas. Cuando lo tenga todo empacado me dirigiré a ella por última vez. Guardo mi ropa y el resto de cosas. Miro las fotos que tenemos colgadas en la pared del dormitorio en las que salimos ambos: nuestro viaje a Máncora, la fiesta en casa de Doro y Mark, nuestra visita al refugio de animales… ¿estas fotos son suyas o son mías? ¿Debería llevármelas o dejárselas?
Creo que lo decidiré mañana. Mañana sabré qué tipo de adiós quiero darle a Nuri: un adiós resignado o dramático, molesto o impasible, tóxico o terapéutico, temporal o definitivo. Una despedida puede ser verdadera o falsa. ¿De qué tipo va a ser esta?
Mañana, sí, mañana lo decido.