Por Daniel Orejuela / @daniel_orejuela
Guayaquil. Llueve. Hace rato, llueve. De esas lluvias que alegran a los que trabajan en las represas y desesperan a quienes colgamos la ropa afuera y nos quedamos sin calzoncillos limpios. Constante ruidito que se deja de oír después de un rato. Rico olor, viento que disipa el calor espeso que esperaba de mi tierra natal. El perro huele a perro, los bichos se meten a las casas, el tráfico pesa. Acabo de ver, en el camino hacia acá, un carro patas arriba. Velocidad con esta lluvia. Cuestión de lógica, cordura, de lo que nos falta bastante.
Oía una conversación en el bus: aterrados porque unos chicos en Estados Unidos fueron a la escuela y le entraron a balazos a sus compañeros y a los maestros. ¿Cómo puede ser? ¿Cuándo? Hace rato, pues, mamita, a cada rato. ¿Qué le asombra? El país que ha librado más guerras en el planeta –más de 200 desde 1945, cuando terminó la guerra tuca–, que ha invadido más países que nadie, tendrá un montón de veteranos pues. Gente muy acostumbrada a que la armas hacen ¡pum! y el del otro lado de la bala queda muñeco. A propósito, ¿sabe quién fabrica y vende la mayor cantidad de armas en el mundo? ¿Sabe cuánto invierte ese país anualmente de su presupuesto nacional para defensa… o más bien ataque? Lo suficiente como para resolver algunos problemas de salud y educación, que no son pocos. ¿Y la pobreza?
¿Será por eso que la producción cinematográfica y televisiva le dedica tanto cariño y dinero a la violencia? ¿Será que los países producen lo que quiere ver el público? ¿O viceversa?
El otro día vi una película argentina de histéricos e histéricas, ¡pepa! Así mismo, vi una película colombiana de tráfico de drogas, también pepa. Como los chinos, que hacen películas de artes marciales, menos pepa, pero buen dato…
Aquí en Guayaquil se debería hacer una peli sobre la lluvia, no de ratas, rateros y sabidos. Por eso hay tanto sabido. Los militares en servicio pasivo están haciendo pito. Es que le quieren tocar los lujos a los intocables, a los que mandan bastante. Llegaron los otros, que también son sabidos, y ahora último también se acostumbraron a mandar y no se van a dejar pisar el carapacho.
Pero, bueno, leía que ya se están moviendo fichas. Ya se reencaucharon un par de ministros, como al carro, cuando patina y no hay plata, y se le pone las llantas de adelante atrás. O los calzoncillos, cuando no hay como lavar y ponerlos a secar…