Por Karina Marín @KarinaML17

Señor José Mujica,

Hace días tengo ganas de escribirle esta carta, específicamente desde que vi la transmisión de su cómplice conversación con uno de los candidatos a la presidencia ecuatoriana. Usted hablaba generosamente de una utopía compartida mientras él, irrespetuoso y torpe como es, revisaba ansioso su celular. No he podido olvidarlo: lo importante era tener el espaldarazo del famoso Pepe Mujica en plena época de campaña… el resto, a ellos, no les importa.

He querido escribirle porque, a pesar de mis diferencias con usted, guardo un respeto inmenso, pese a la distancia, por mucho de lo que usted ha impulsado y por el proyecto político que usted aún representa. La izquierda uruguaya, aunque debilitada en el último período, ha dado claras muestras de una capacidad de diálogo y de concertación envidiables. Los logros de los últimos años en materia de derechos humanos y del reconocimiento de las libertades fundamentales son un faro guía en medio de la dolorosa oscuridad supremacista que nos acecha.

Señor Mujica (tengo ganas de llamarlo Pepe, como lo hacen con inestimable familiaridad muchos de sus compatriotas, pero yo apenas puedo reconocerme como una, a pesar de tener el documento que me certifica como nacional uruguaya): le escribo porque, de padre uruguayo y de madre ecuatoriana, nací y vivo en Ecuador, el país pequeñito de la sierra andina, la selva profunda y la costa pacífica que, desde hace décadas, no nos da tregua y nos ahoga en injusticias. Le escribo, señor Mujica, porque el pueblo no se equivoca y usted lo sabe: porque en octubre de 2019, el movimiento indígena salió a las calles de todo el país a defender la dignidad de los más desfavorecidos, frente a las políticas arrasadoras del neoliberalismo, políticas que, sin embargo, ya se gestaron durante el gobierno de un buen amigo suyo, Rafael Correa. Durante ese largo período de diez años, la lucha histórica del movimiento indígena fue excluida de la vida pública y la represión se ensañó contra poblaciones marginadas que exigían proteger el agua y la tierra de la arremetida extractivista. ¿Soy la primera persona en decirle esto a usted, señor Mujica? Lo dudo.

Dudo también que sea yo la primera mujer feminista en hacerle saber que Rafael Correa, a quien su nuevo amigo, Andrés Arauz, representa con tanta lealtad, se ensañó con nuestros cuerpos, castigando a las asambleístas de su partido político que habían trabajado en una propuesta para la despenalización del aborto por violación. ¿No fue durante su gobierno, señor Mujica, cuando Uruguay se convirtió en el ejemplo del reconocimiento del valor de la vida de nosotras, las mujeres por sobre las ideologías más conservadoras? ¿Por qué, entonces, señor Mujica, continúa usted legitimando la propuesta de un programa que arremete contra nuestros cuerpos, permitiendo que su líder diga públicamente que las mujeres queremos abortar por hedonismo, calificándonos de “frenéticas sexuales”? Como mujer le digo: apoyar esto es borrar con el codo lo que hizo con la mano. ¿O es que nuestras vidas pasan a un segundo plano cuando se trata de defender las obsesiones utópicas de la “Patria Grande”?

Mientras escribo esto, señor Mujica, pienso en tantas historias de opresión y de autoritarismo que hemos atravesado en Ecuador por causa de las políticas del correísmo, que la rabia alcanza a cerrarme la garganta. Esta mañana leía la pregunta que hacía, también indignada, una de mis compañeras feministas. Decía ella: “¿Por qué la opinión pública internacional no escucha a los movimientos sociales que hemos estado defendiendo nuestros cuerpos y territorios durante muchísimos años?”. Y reclamaba a las fuerzas progresistas que han mostrado su apoyo al proyecto correísta en una carta hecha pública hace pocas horas: “Les hace falta llegar al Ecuador y dejar de escribir desde las nubes. ¿Cuál bloque feminista e indígena? ¿Saben ustedes que vivimos 10 años de militarización constante con ese proyecto político que hoy defienden?”. Me hago eco de estas preguntas, señor Mujica, y le hago otras, si bien no vi su nombre en esa carta: ¿está usted dispuesto a seguir prestando su figura mundialmente mediática para legitimar esta farsa? Porque en todos estos años, señor Mujica, también ha habido muertos, desaparecidos y muchas y muchos activistas amenazados. Y sobre todo, señor Mujica, un pueblo constantemente vulnerado, descaradamente utilizado para la propaganda electoral, para la dádiva que redunda en el desconocimiento de lo que implica un estado de derechos. Se lo digo como la activista por los derechos de las personas con discapacidad que soy y por el hijo con discapacidad que tengo. ¿Es eso lo que usted apoya? ¿Y si este no es el pueblo, señor Mujica, el pueblo dónde está?

Una vez que los poderes más ruines y corruptos han dejado por fuera al candidato indígena que, mal que bien, representaba una alternativa en medio de un panorama totalmente desolador, sepa usted que lo que diferencia a su nuevo amigo del patético candidato de la derecha es muy poco: ambos son conservadores ultramontanos, coinciden en todas las políticas opresivas que tienen que ver con derechos sexuales y reproductivos y en particular con el derecho al aborto, además de estar comprometidos con la devastación de la Amazonía. No coinciden, seguramente, en todo lo económico, ¿pero acaso eso ya les hace a los unos ser y merecerse el voto de las izquierdas? ¿Y el resto, señor Mujica? ¿Y las vidas? Uno de los dos va a gobernar, señor Mujica, y lo más probable es que sea su nuevo amigo. Pero no crea usted que solo hay dos lados en esta contienda: hay una tercera opción, de millones de rostros, que no dejará de luchar: el pueblo, señor Mujica, que ya salió en octubre del 2019 y que no dudará en organizarse de nuevo. ¿Qué lado elegirá usted?

Señor Mujica: si usted, como ha dicho en más de una ocasión, piensa que a quien hay que prestarle oídos es al más oprimido, no se equivoque. Tener el poder mediático que usted detenta ahora se asemeja a tener mucho dinero. Usted ha renegado del dinero. Le conmino a renegar también de usar el poder mediático que tiene en contra del pueblo. O, al menos, lo invito a dialogar con los movimientos sociales ecuatorianos, con las bases más que con los dirigentes de las comunidades indígenas; lo invito a conversar con los feminismos, incluyendo a los movimientos de la comunidad LGBTI que han sido constantemente degradados y humillados por el señor Correa. Lo animo a mirar hacia el lugar correcto, a regresar a ver sobre la izquierda real, no sobre aquella que el discurso de turno ha construido a conveniencia. Use su capital simbólico para construir la Patria Justa, más allá de las utopías de la Patria Grande.

O al menos, señor Mujica, guarde silencio. Usted y quienes creen saber lo que Ecuador necesita más que nosotras mismas, guarden silencio y déjennos luchar y recobrar nuestra dignidad en las calles y con nuestras redes de afectos.

Y como dice la murga, para usted, un saludo cordial.


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Karina Marín Lara es escritora, crítica literaria e investigadora académica. Su trabajo gira en torno a los estudios visuales, la literatura y los estudios críticos del cuerpo y la discapacidad. Desde el feminismo, milita por los derechos de las personas con discapacidad.


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5 COMENTARIOS

  1. Me parece que un sesgo y cae en el mismo terreno tajante, lo que han inculcado toda oposición sea derecha o «izquierda» el correismo o anticorreismo, ya es delirante para la actual coyuntura y en el momento que nos encontramos. Han destruido todo con ese mamotreto mediático; existen errores que deberán ser superados; agendas de los pueblos y grupos sociales que deben ser asumidos por lucha o por conciencia, la clase política que gobierne deberá rectificar y profundizar los cambios hacia los sectores populares; pero esa animadversión deberá ser superada.
    Además que falta de posicionamiento histórico para escribir a José Mujica y decir que ahora tiene poder mediático para en cierto sentido apoyar un candidato que es correísta («amigo») ¿cuál es el sentido?, o no lo puede hacer por su conciencia política. Debe bajar el pedestal y posicionarse históricamente ante una persona como José Mujica.

  2. Pepe Mujica, es un líder que si tiene incidencia en cuestiones políticas liberadoras. Es importante que se tome en cuenta.

  3. Once upon a time just a little hole. From there, I played throwing arrows. And the friends of my enemies are my enemies. There were streets with people dancing around and no one take into account. So I look for to blame everyone. People don’t have time in crowded streets to think about what it is no required to survive. However, I am the belly of the world from my little hole, and enjoy throwing arrows.

  4. Gracias Karina Marín por esa carta sensible. A mi también me apena mucho que alguien como Mujica avale a los tiranos.
    Al mismo tiempo me alegra saber que existen personas como usted lo suficientemente honestas y transparentes como para enfrentar los «tiempos de oscuridad» .

    Eduardo Kingman Garcés

  5. Karina Marin, muchas gracias por tu artículo, me ha gustado porque expresas mucho de lo que las mujeres demócraticas pensamos en este momento tan desolador para nuestro pequeño país Ecuador.

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