Por Milagros Aguirre, Diego Cazar Baquero, Daniela Game B., Karina Marín, Julián Ovalle, Santiago Roldós y Santiago Rosero
Lo sabíamos: las posibilidades de un debate serio, que nos diera herramientas diversas para tomar decisiones informadas, eran casi inexistentes. Vaticinamos una escenificación burda del ejercicio democrático y eso fue lo que vimos: una metodología rebuscada que poco contribuyó a la claridad de las respuestas; un rosario de consignas al apuro y frases sacadas de la chistera que quedarán para el anecdotario y los memes; un sinnúmero de promesas direccionadas a vulnerar los derechos fundamentales, con un perfil incluso fascistoide… y poco más.
Lo que sabemos ahora es lo que sabíamos antes: la democracia en Ecuador no se practica, se escenifica tristemente durante las horas de transmisión pautadas. La única verdad que brotó el domingo 19 de enero de la boca de uno de los candidatos fue esa: “Esto no es un debate”. Es una pantomima, decimos nosotras.
Nos hemos preguntado si la cultura política se ha empobrecido y si, a la vez, responde al giro que observamos en otras latitudes, donde las palabras son solo el disfraz de algo que esconden.
Y a pesar de la mala noche y del presagio cumplido, hemos querido hacer un ejercicio distinto: juntarnos e indagar sobre cuáles son las preguntas urgentes, las que no nos responden nunca. Varias se quedan por fuera, pero aquí les dejamos algunas:
Sobre la situación de la región amazónica
La Amazonía sigue siendo la región del olvido, cada vez más devastada por la explotación petrolera y por la voracidad minera. Queremos saber cómo piensan los futuros gobernantes dar el giro de timón, si realmente la quieren conservar y si quieren sacar al país de la dependencia extractivista. Queremos que sean honestos y que expliquen su plan, saber qué van a hacer para evitar que la minería ilegal termine con la selva y con las comunidades que la habitan, cómo y cuándo van a aplicar los controles que se supone que ya existen pero que no dan resultado alguno. Queremos saber cómo van a garantizar la consulta previa, libre e informada en las comunidades amazónicas sin tener un reglamento para aplicar lo que manda la ley y, principalmente, cómo van a repararlas por los daños causados, por la contaminación, la pérdida de sus fuentes de agua y de sus alimentos, así como por la pérdida de su calidad de vida, que ahora se traduce en hambre, miseria y altas tasas de suicidios en jóvenes y adolescentes.
Sobre política internacional y migración
Ecuador necesita de la diplomacia y del Derecho Internacional para salir de esta crisis. Necesita de una respuesta coordinada con países vecinos, con socios específicos, con la región, con las grandes potencias y con las entidades extranjeras. Sin embargo, a partir de la incursión en la Embajada de México, que implicó el atropello del marco jurídico internacional, la posición de Ecuador puede verse debilitada frente a negociaciones y posibles acuerdos. En este contexto, queremos saber: ¿qué estrategia diplomática y de negociación tienen las candidatas y candidatos para fortalecer la posición de Ecuador en el marco internacional? En materia específica de migración, al ser un país tanto emisor como receptor de migrantes, ¿cómo plantean enfrentar el programa de deportaciones masivas anunciado por Donald Trump, que afectaría a ecuatorianas y ecuatorianos que han migrado hacia ese país, convirtiéndonos en la segunda nacionalidad -después de Venezuela- que atraviesa la selva del Darién? Y en la otra vía, ¿qué plan tienen, a nivel interno y regional, para atender e integrar a personas que migran hacia el Ecuador, sobre todo desde Venezuela?
Sobre militarización
Ecuador vive una militarización aguda como respuesta estatal ante la sensible crisis social que derivó en el llamado “conflicto armado interno”. Durante los últimos dos años, la sociedad ha experimentado los efectos de una gobernanza de la excepcionalidad, de la reducción de las libertades, del ataque contra la población desarmada y empobrecida. Estos han sido años de un proceso cada vez menos sutil de militarización de las políticas, las instituciones, las narrativas, los territorios y los cuerpos. Se ha impuesto la clásica y más simple fórmula: ante el conflicto, la militarización de la vida. La vía por la cual las políticas de militarización se han desplegado es la licencia que los gobiernos se arrogan de declarar y actuar desde la excepción. Por lo tanto, en tiempos de disputa democrática por la administración del gobierno, se hace necesario asumir que esa fórmula clásica debe seguir siendo considerada desde su punto de partida, es decir, desde la excepción. Por ello es urgente que las decisiones de voto exijan una propuesta por la desmilitarización, para que el estado de excepción sea eso y no lo ordinario ni lo legislado. Por lo tanto, queremos saber: ¿cuál es su plan de desmilitarización contenido en las propuestas de campaña para estas elecciones?
Sobre seguridad alimentaria
Los candidatos presidenciales deberían entender todo lo que se juega en los platos de comida que se sirven cada día. Entender, por ejemplo, que son el resultado de una larga cadena en la que intervienen suelo, semillas, agua, conocimiento, tradiciones, fuerza laboral, capital, tecnología, infraestructura, comercialización, organización social, tensiones políticas, roles de género, impacto ambiental; factores que constituyen el engranaje de lo que se entiende como sistema alimentario y que, como todo sistema, puede sobrevivir enfermo y achacoso o puede gozar de mejor salud en la medida en que las políticas públicas lo fortalezcan. ¿Cómo? Empezando por insertar en la toma de decisiones la noción de respeto. Un sistema alimentario virtuoso sería, por ejemplo, aquel que respete y proteja los recursos necesarios para producir comida; y que respete y garantice el derecho de la población a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente. Es decir, sería -debería ser- el sustento para que la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria se apliquen como políticas de Estado y no solo, con suerte, se utilicen como consignas electorales. Teniendo esto en cuenta, la pregunta sencilla para los candidatos a la Presidencia podría ser: ¿qué es para usted la buena alimentación? Sus respuestas revelarían cuán conscientes están, o no, de las tensiones, las urgencias y el potencial de justicia que contienen, por ejemplo, los desayunos de sus mañanas.
Sobre derechos humanos
Este año en Ecuador, como en otras latitudes, las autoridades competentes han puesto en duda la labor de defensoras y defensores de derechos humanos, e incluso han relativizado la validez de acuerdos que han sido el resultado de luchas históricas. Durante el debate escuchamos, por ejemplo, a ciertos candidatos relativizar el valor de algunas vidas y, a otros, esquivar preguntas direccionadas a responder por vidas injustamente perdidas. La desaparición forzada y el asesinato de los cuatro niños de Las Malvinas de Guayaquil -Ismael, Steven, Josué y Saúl– fue una cruel confirmación de las críticas de organismos de Derechos Humanos dentro y fuera del Ecuador ante la militarización de la seguridad y la vida cotidiana. La declaratoria de conflicto armado interno y la recurrencia de los estados de excepción han desembocado en miles de detenciones llevadas a cabo de forma irregular, denuncias de tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y opacidad en los procesos judiciales, todo esto en un clima que deja en evidencia el racismo y la vulneración de las comunidades más precarizadas. Se ha institucionalizado la barbarie que ya se evidenciaba en la postergación de la atención a los grupos más vulnerables y en la importancia nula que reciben, por ejemplo, las cifras cada vez más preocupantes de femicidios en el país. Ante este escenario desolador, queremos saber: ¿realmente piensan ustedes que hay vidas que merecen ser vividas más que otras y que es válido hacer política pública sobre esa diferenciación? Y si dicen que los derechos humanos importan, ¿qué harán para restituir su valor, tanto en el imaginario social como en su puesta en práctica?
Sobre comunicación y propaganda
La inteligencia artificial es la muletilla de moda. El pretexto: modernizar al Estado, implementar mecanismos de vigilancia para evitar el narcotráfico, la corrupción o incluso para señalar si jueces y fiscales actúan por miedo o por voluntad propia. Mientras tanto, ciertos equipos de campaña de muchos candidatos evalúan sus estrategias en redes sociales. Estrategias que, usando esa misma inteligencia artificial que pocos de esos políticos comprenden, intentan torcer la realidad para captar votos. Durante los últimos tres lustros, la clase política ecuatoriana ha naturalizado el uso de la infraestructura pública y el presupuesto estatal para mentir en internet. Los últimos cuatro gobiernos -cada uno a su manera- han instituido el bloqueo creciente y sistemático de información pública y el proselitismo disfrazado de periodismo como políticas de Estado. Eligieron contratar a mercenarios de la publicidad y el marketing para ocupar los cargos que deberían ostentar personas especializadas, técnicas, capaces de comprender que el principal riesgo que enfrenta el sistema democrático en la era digital es el encumbramiento de personalidades corporativas que operan como mercachifles de la información. Presos de su vanidad y su torpeza, esos gobernantes han alimentado la tendencia global que pone a las tecnologías al servicio de las mafias políticas, del crimen organizado y de las redes globales de corrupción (que cada día se afianzan como una misma criatura). ¿Cómo se proponen cortar el financiamiento de espacios disfrazados de medios de prensa? ¿Cómo planean rendirnos cuentas y garantizar así el derecho ciudadano a recibir información responsable, oportuna y respaldada en hechos, sin violentar la libertad de expresión?
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Sabemos que quedamos en deuda con muchísimos temas medulares. Pensamos, sin embargo, que estas preguntas están detrás de muchas otras, sobre todo de aquellas que tienen que ver con educación y salud. No ha dejado de sorprendernos la facilidad con la que todos los candidatos ofrecen apoyar sus políticas en el uso de Inteligencia Artificial y, sin embargo, no referirse a cómo harán para regular su uso. Tampoco han sido capaces de relacionar los fuertes efectos que la situación gravísima de inseguridad que vivimos tiene en la salud mental de todos los ciudadanos. Estos son temas fundamentales, y quedamos siempre a la espera de que ustedes, queridas y queridos lectores, se nos unan y nos ayuden a pensar.
Seguimos.
Debate Debate Debate Debate Debate Debate
Me parece importante que un grupo de pensadores críticos como ustedes, ayuden a la población a orientar criterios sobre todo lo que está por hacer, para un desarrollo humanista y sostenido en el Ecuador del siglo 21. Frente al vacío de contenidos que pudimos presenciar en el debate de los candidatos para la presidencia de Ecuador 2025- 2028; qué fue más bien un sainete.