Apenas cuarenta años han tenido que pasar para trastornar la vida de varios pueblos originarios de la Amazonía y de todo un país. La reciente decisión de explotar el ITT en el Parque Nacional Yasuní es apenas una arista del verdadero problema de la era del petróleo que tiene que ver exclusivamente con dinero.
Ha transcurrido un mes desde que el presidente Rafael Correa solicitó a la Asamblea Nacional la declaración de zona de interés nacional a los campos petroleros Ishpingo, Tiputini y Tambococha, ubicados en un territorio que en 1989 fue declarado Reserva de Biosfera por la Unesco. Las páginas de los diarios, los noticieros de radio y televisión y la Internet se han sumergido en la bronca entre quienes están de acuerdo con tal decisión y quienes no lo están, y han apuntado sus cámaras y sus grabadoras hacia este trozo de Amazonía, sin tocar las raíces del problema.
Tal vez las historias de la gente del petróleo que habitan la selva amazónica cuenten más que la gran historia que nos han contado políticos y medios. Quizás no baste con mirar tan solo el ITT para comprender una realidad que ha marcado a toda una generación. El petróleo atraviesa estas historias como si fuera su sangre.
Por eso, La Barra Espaciadora quiere mostrar los rostros del conflicto por el Yasuní. El imaginario en donde reside el problema es más amplio, está más nutrido de memoria que de datos y en sus laberintos es posible percibir la historia que durante las últimas décadas ha escrito el oro negro. Esa misma mina de riqueza y poder que ha resquebrajado Oriente medio y que ha puesto a bailar a todo aquel que haya pasado por alguna silla de liderazgo también ha configurado la vida del Ecuador contemporáneo. Concentrarnos en una parte del territorio puede volvernos miopes. Cada uno de los ecuatorianos está signado por la pesada marca del petróleo. Estas son solo unas cuantas historias escritas con él.