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Un largo minuto de silencio

El duelo por los 22 militares fallecidos en el accidente aviatorio del pasado martes 15 de marzo, en Pastaza, es un duelo extensivo. El silencio de un minuto no parece ser suficiente para tanto.

Imagen tomada de www.elcomercio.com

La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar

Y de pronto se cae un avión del Ejército con 22 militares a bordo. Todos murieron. El minuto de silencio se multiplica en actos oficiales y en la intimidad de sus familias, que no logran entender los porqués.

En ese avión viajaban algunas personas con la convicción de que la patria es primero. Algunos dudaban si otorgarle ese sitio a su familia o a Dios. En cualquier caso, su deber con la patria estuvo por encima de sí mismos. Soñaron con un ascenso, con las medallas o con heredar el orgullo nacional.

El mundo sigue girando, incluso cuando ese minuto de silencio es, más que una licencia de 60 segundos, un stand by en la vida de los que aún son mortales. Pero….

En la misma ciudad, un anciano mira a una niña calva que juega con un par de muñecas en el pasillo del hospital. Sabe que esa niña con cáncer morirá, igual que él. Piensa en la injusticia: en que él se quiere morir ya y en que ella no debe morir, no tiene por qué.

En el mismo país, a una familia se le metió un lagarto en casa, por las inundaciones. El animal se comió los dos únicos panes de la merienda. También una adolescente se suicidó dejando una nota que decía “No culpen a nadie por esta decisión”. También juega la selección de fútbol el jueves y lo hace con estadio lleno. También hay ciudadanos que quieren pronunciar la palabra ‘crisis’, pero cuando lo intentan, el miedo y la vergüenza les tuerce la lengua, y les empuja a hacer, callados y con la mirada al piso, la fila por un empleo. También salió en las noticias que dos jóvenes turistas argentinas fueron asesinadas en Montañita.

En otro continente, una funcionaria con un sueldo anual de 54 mil  dólares y con profundas raíces en el país de marras vocifera sobre las dos turistas: “A estas chicas seguro que les iba a pasar eso en cualquier lado porque de ahí se iban a ir jalando dedo hasta Argentina (…); les iba a pasar algo tarde o temprano”.

En ese mismo país hay una asambleísta muy simpática que sostiene que el seguro social no es de los afiliados. Por tanto, ¿es del gobierno? Su jefa, la jefa de los asambleístas, primero les mandó a comer mierda a los ricos y luego se compró una casa de 300 mil dólares.

En ese mismo país, hay un Presidente que le dijo a un disidente de su partido que “ya no era muy objetivo” porque estaba enfermo. Resulta que esa enfermedad era un cáncer. Luego, se peleó con los directivos de Solca porque cometieron el tremendo delito de decir que el Estado les debe 130 millones de dólares en lugar de 22 millones. “Si no aclaran eso, no les recibo”, les dijo.

En ese mismo continente, un multimillonario fanfarrón, presumido y neofascista llamado Donald Trump está a las puertas de la Casa Blanca, mientras en Brasil un expresidente, al que llaman Lula, se refugia a como dé lugar en el poder de turno con el fin de no rendir cuentas ante las acusaciones de corrupción en su contra.

Y de pronto, cuando pasa el minuto de silencio por la muerte de 22 militares en un avión del Ejército ecuatoriano, el ruido de la palabra, violenta y absurda, vuelve. Y el cáncer se llevará a la niña y el lagarto se seguirá comiendo los dos últimos panes de la merienda.

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