Un artículo publicado en la revista Nature indica que los días con condiciones calientes, secas e inflamables de manera simultánea son particularmente preocupantes en la cuenca del Maracaibo, el norte de la Amazonía y el Gran Chaco.
Este incremento se debe al calentamiento global, que provoca el aumento de temperatura y la disminución de lluvias en todo el mundo, los fenómenos de El Niño y La Niña y, sobre todo, las actividades humanas.
Sudamérica tiene mucho qué hacer en cuanto a adaptación, desde el refuerzo de leyes y sistemas de vigilancia y monitoreo hasta el trabajo con comunidades. Los expertos esperan que el financiamiento para temas como este se discutan en la COP29 de Cambio Climático que se desarrolla en Bakú, Azerbaiyán.
Los días cálidos, secos y de alto riesgo de incendios se han triplicado en tres zonas clave de Sudamérica. Este es el principal hallazgo del artículo “South America is becoming Warmer, Drier and more Flammable“, publicado el 26 de septiembre de 2024 en la revista Communications Earth & Environment de Nature. Un grupo de investigadores analizó la concurrencia de estas condiciones desde 1971 hasta 2022.
“Lo más importante es lo rápido que está cambiando el clima en Sudamérica y lo rápido que están cambiando las condiciones que favorecen la propagación de incendios forestales en buena parte del continente”, dice sobre los hallazgos Raúl Cordero, uno de los autores y académico de la Universidad de Santiago de Chile.
La primera zona de estudio abarca la cuenca del Maracaibo y gran parte del norte de Venezuela. La segunda cubre parte de los estados brasileños de Roraima, Pará y Amazonas. La última área estudiada comprende la mayoría de la cuenca del Chaco —que se extiende por Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina—, además de los estados brasileños Mato Grosso do Sul y Mato Grosso, y gran parte del Pantanal brasileño. “Nos enfocamos en tres regiones de Sudamérica que han atravesado por grandes cambios en el uso de la tierra y/o pérdidas masivas de las precipitaciones en las décadas recientes”, se lee en el artículo.
Cordero explica que el calentamiento global causa el incremento de la temperatura “en buena parte del mundo” y cambia los parámetros de lluvias. Lo preocupante es que en estas tres zonas está lloviendo menos que en el resto de Sudamérica, lo que significa que hay menos cobertura de nubosidad y, como consecuencia, se calientan más rápido porque están expuestas más tiempo a radiación solar. Esa combinación contribuye a que las condiciones sean favorables para la propagación de incendios forestales, como la emergencia que se vivió entre julio y octubre de 2024.
Los científicos también encontraron que el fenómeno de El Niño aumenta los días cálidos, secos y de alto riesgo de incendios —amenazas a las que llamaron compuestos extremos— en el norte de la Amazonía, mientras que el fenómeno de La Niña los incrementa en el Gran Chaco.
El equipo de expertos de Chile, Países Bajos, Estados Unidos y Japón dividió el subcontinente en cuadrículas y asignó a cada celda el número “1” si había un extremo o el número “0” si no lo había. Crearon estos mapas binarios para los días calientes, secos e inflamables. Contaron de manera separada los días con cada una de estas condiciones y superpusieron los mapas para contabilizar los días en los que estas tres variables coincidían. Esto les permitió detectar queen el periodo de 1971 a 2000 hubo 20 días por año que simultáneamente eran cálidos, secos e inflamables. El número de días subió a 70 en el periodo de 2001 a 2022.
El cambio climático acelerado
Gran parte del aumento de días cálidos, secos y de alto riesgo de incendios en las regiones del norte de la Amazonía, Maracaibo y el Gran Chaco se produjeron durante las dos últimas décadas, lo que sugiere cambios acelerados, se lee en el artículo. Esta tendencia habría empezado unos años antes, desde finales de la década de los noventa, cuando los días que reunían estas características empezaron a ser cada vez más frecuentes.
En el norte de la Amazonía y la cuenca del Maracaibo, en el periodo 2001 – 2022 hubo 100 días por año de condiciones cálidas, en relación al periodo 1971 – 2000, que tuvo cerca de 40 días calientes cada año. En esas mismas regiones, los días inflamables pasaron de menos de 40 por año en el periodo 1971 – 2000 a 120 días por año en la última década. Mientras tanto, el Gran Chaco fue una de las regiones de Sudamérica que tuvo el mayor incremento en días secos, pasando de unos 200 días a unos 250 días de un periodo a otro.
“Hay un fenómeno de retroalimentación en el que, sobre todo en el caso de la Amazonía, los mayores incendios podrían estar contribuyendo a las caídas de precipitación”, dice Cordero. Es decir, que el humo puede, en algunos casos, prevenir la formación de nubes, disminuyendo las lluvias y empeorando las sequías. “Es una suerte de círculo vicioso”, asegura. Asimismo, el hollín que se deposita en los Andes disminuye la capacidad de la nieve de reflejar la radiación solar, lo que acelera su derretimiento.
Si bien algunos de los países más afectados por la más reciente sequía que vivió Sudamérica fueron los que se intersectan con las áreas estudiadas, Colombia, Ecuador y Perú también sufrieron fuertes disminuciones en los caudales de los ríos, en las lluvias y en la humedad, lo que afectó al suministro de agua en Colombia, al funcionamiento de las hidroeléctricas en Ecuador y dejó al menos 16 personas fallecidas por incendios en Perú.
Las condiciones climáticas están “empeorando” en toda Sudamérica, de acuerdo con Cordero. En el periodo de 40 años estudiado, los países andinos no mostraron tendencias significativas, pero el científico no descarta que esté comenzando a pasar lo mismo que en las otras tres regiones. Para demostrarlo estadísticamente se requerirá hacer comparaciones similares para los Andes dentro de algunas décadas.
Para la doctora en ciencias ambientales ecuatoriana Karla Beltrán, es importante destacar los impactos de estos fenómenos. Beltrán fue coordinadora de proyecto de la Cuarta Comunicación Nacional sobre Cambio Climático de Ecuador, entre 2019 y 2022. La experta asegura que los incendios de este año causaron enfermedades respiratorias en poblaciones de varios países de la cuenca amazónica, destruyeron ecosistemas que tardarán hasta 500 años en recuperarse y pusieron en riesgo la soberanía alimentaria y la supervivencia de comunidades indígenas. “Los pueblos indígenas se ven vulnerables a los incendios, se acaban los recursos de los cuales ellos dependen”, dice.
Las actividades humanas juegan un rol importante
Si bien es cierto que el cambio climático y los fenómenos de El Niño y La Niña impulsan el riesgo de incendios, “las actividades antropogénicas juegan un rol significativo en la distribución de incendios en la Amazonía brasileña”, según indica el artículo publicado en la revista Nature. De manera frecuente, en Sudamérica los incendios son provocados para convertir los bosques en tierras agrícolas o agropecuarias.
El artículo también indica que pocos países sudamericanos han establecido sistemas de alerta de calor y salud de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial de la Meteorología. Frente a esto, “en el corto plazo corresponde tomar medidas de adaptación”, alerta Raúl Cordero, coautor del estudio.
“La falta de sanciones claras y la falta de protección a las zonas boscosas aplica para toda la región”, opina Beltrán. La experta cree que las autoridades de cada país deben establecer, junto a las comunidades indígenas y campesinas, temporadas y zonas de prohibición de quema. Además, crear sistemas de alerta temprana de incendios que involucren a las comunidades y a las entidades gubernamentales.
Para Cordero también es esencial tomar en cuenta que el humo de los incendios afecta la calidad del aire, por lo que hay que minimizar las actividades humanas en las zonas afectadas. Y en cuanto a la disponibilidad de agua durante las sequías, Beltrán señala que se debe fomentar el uso adecuado y eficiente del agua, y se puede trabajar en proyectos de cosecha de agua lluvia o de construcción de reservorios.
“Uno de los problemas que tenemos en Sudamérica es la poca capacidad de financiamiento”, dice Cordero. “Pero en las COP [Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático] es necesario que Sudamérica se organice con otros países del sur global y haga un frente común para conseguir el financiamiento que se requiere”, agrega.
Sudamérica no es un gran contribuyente de los gases de efecto invernadero responsables del cambio climático, pero sí una de las regiones del mundo que más sufren sus efectos. En la COP 29, que se realiza actualmente en Baku, Azerbaiyán, se discutirá el financiamiento climático, que demanda que los países ricos, responsables de gran parte de las emisiones, asuman mayores responsabilidades para resolver el problema.
Imagen principal: Incendios en la Amazonía, 2019. Novo Progresso, Para, Brasil. Foto: Victor Moriyama / Greenpeace.