Por Daniela Game B.
Los llamarán daño colateral.
Los llamarán falsos positivos.
Los llamarán un accidente. Un error, en medio de esta guerra interna.
Los llamarán el precio a pagar por haber sido valientes.
Los llamarán héroes, porque sólo entienden la patria si se la dibuja con sangre.
Los llamarán jóvenes delincuentes.
Los llamarán chicos que se metieron en problemas.
Los llamarán un descuido y culparán a los padres por no haberlos cuidado lo suficiente.
Pero dígame usted, ¿cómo se enseña a un niño a cuidarse de un militar, de un policía?
¿Cómo se dice en el barrio lleno de calor, que no salgan a jugar a la pelota,
que está prohibido ir a refrescar una noche de diciembre?
Los llamarán negritos.
Los negritos desparecidos, para decir que sienten ternura, mientras tranquilos ven el color de su piel y saben que a sus hijos, ningún militar se los llevaría.
Y tantos seguirán apoyando esta guerra.
Porque siempre han creído que la solución final a la violencia es poder ejercer aún más violencia.
Los llamarán niños pobres.
Los llamarán ladronzuelos.
Los llamarán una confusión.
Los llamarán un ajuste de cuentas.
Dirán “nunca más” con las manos bañadas en sangre.
Los llamarán un sacrificio.
Los llamarán héroes de esta guerra, mientras las empresas internacionales que nos venden armas gracias a convenios bilaterales, se llenan las arcas de nuestro subdesarrollado presupuesto.
De ese presupuesto saldrá una placa con los nombres de los niños, en algunos años. Quizás en algún momento. Para reparar lo irreparable.
Los llamarán jóvenes, para dejar de llamarlos niños y seguirán diciendo que los Derechos Humanos sólo sirven para defender a los delincuentes.
Pero mientras los llaman con los mil nombres de la miseria política, mientras se desdicen y trastabillan en su inoperancia, nosotros seguiremos llamándolos como sus madres y sus padres los han llamado siempre: Josué, Ismael, Saúl y Steven.
Los llamaremos por su nombres.
Los llamaremos niños.
Gritaremos sus nombres, hasta que se haga justicia.
Seguiremos el ejemplo de Pedro, Luz Elena y Fernanda Restrepo Arismendi, que nos enseñaron a no olvidarnos de Santiago y Andrés, con cada grito, cada pancarta, cada miércoles en la plaza.
Los llamaremos Josué e Ismael Arroyo, Saúl Arboleda y Steven Medina.
Los llamaremos niños para que el silencio no empuje al olvido.
Para que aparezcan los desaparecidos que esta guerra produce. Esta guerra que no traerá la paz. Ya lo sabemos, lo saben, desde hace tiempo.
Para que la verdad se sepa; verdad que no es sólo justicia, sino también camino hacia ese Estado parecido al de los sueños y por eso mismo, necesario.
Los llamaremos a jugar a la pelota.
Gritaremos sus nombres para que el poder del silencio no se lleve a Josué, Ismael, Saúl y Steven. Para que deje de repetirse la historia, esa que grita en nuestra región: vivos se los llevaron.
Los llamaremos por sus nombres para que un día entendamos al poeta Adoum, que fiel al dolor decía que “…en la guerra es siempre el pueblo quien llora a sus muertos y paga la factura de las armas y el destrozo.”
Los llamaremos niños, los llamaremos por sus nombres.
LOS LLAMAREMOS NIÑOS CON SUEÑOS TRUNCADOS CON NOMBRES BÍBLICOS DE SINGULAR IDENTIFICACIÓN EN UN PUEBLO RELIGIOSO DONDE SUS PADRES LUCHAN POR CUMPLIR SU MANDATO DE EDUCAR A SUS HIJOS… LOS LLAMAREMOS MUCHACHOS CON ILUSIONES DESTROZADAS POR LA ATRABILIARIA METRALLA DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD DEL ESTADO EN DONDE IGNORANTES MILITARES NO SABEN CÓMO ACTUAR PARA CONTROLAR EL ORDEN EN UN PAÍS RACISTA EN DONDE EL COLOR DE LA PIEL ES UN PECADO PARA QUE LA TORTURA SEA EL INSTRUMENTUM LABORIS DE LA MILICIA QUE SUBYUGA INFAME SOBRE INERMES SERES DE QUIENES DESPRÉCIASE Y A QUIENES MÍRASELOS CON RELUCTANCIA POR EL RANCIO OLOR DE LA CATINGA. LOS LLAMAREMOS ISMAEL, JOSUÉ, NEHEMÍAS Y STEVEN PORQUE SIENDO INCLUSO NIÑOS CON SUI GENERIS NOMBRES HAN DEJADO RAZONES PARA PERVIVIR EN LA MEMORIA DE LA ADOLORIDA PATRIA AD GLORIAM AETERNAM IN VIA PULCHRITUDINIS…
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
IN SOLEMNITATE EPIPHANIAE DOMINI, IN ANNO SALUTIS NOSTRAE MMXXV