Por La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar
Sin duda, las polémicas desatadas alrededor de las disputas entre el presidente Rafael Correa y el anónimo Crudo Ecuador o el humorista John Oliver son importantes. Revelan la capacidad de mandantes y mandatarios para convivir y asumir responsabilidades en una democracia.
Que a nadie le quepa la duda de que este es un tema sustancial. Sí, pero no es el único ni el más importante. Llevamos meses viendo un melodrama cuyo guión está escrito en las redes sociales, ya sea por iniciativa de un troll center que -según dicen- responde a los lineamientos de la Secretaría de Comunicación o por las cuentas de una oposición que parece más obsesionada con conseguir, aunque sea, que a Correa se le caiga el último mechón de pelo que le queda en la frente antes que comprender las necesidades de la gente que camina en los alrededores de Carondelet vendiendo o comprando chucherías para salvar el día.
Lo peor de todo: ¡este guion 2.0 resulta tan entretenido! Que John Oliver ya ha sacado un nuevo video. Que Bonil ha publicado una caricatura más dura. Que Crudo le dice a Correa que se rinde porque ha sido perseguido y amenazado. Que hay un nuevo hashtag. Que el meme de quién sabe quién es una bestia. Que ya se jodieron en la sabatina que viene. Que somosmas.ec insistirá en que los unos son más que los otros… Y así… Es entretenido, a veces, la pérdida de tiempo y de energía que implica seguir este culebrón. Un culebrón que solo es comparable con el de esos partidos de fútbol sin historia en los que perdemos la cabeza, insultamos a los amigos y hasta llegamos destrozados, con los ánimos por el suelo, a casa. Mientras tanto…
1. El precio del petróleo sigue cayendo. O, si ustedes quieren, sigue caído. El 2014 terminó con un barril de $93,14 en promedio. Pero desde noviembre hasta hoy –ya casi medio año- el precio se ha mantenido oscilando entre los $45 y los $50. Si se le añade el descuento del mercado del crudo, a las arcas fiscales podrían estar ingresando menos de $40 por cada barril exportado. Resultado: menos obras, frenazo al gasto público, suspensión de ciertos gastos (aplica para la jubilación de maestros, los viajes al exterior y el papel higiénico de los ministerios) y contracción de las actividades económicas. Claro, esto no es tan entretenido como la torpe reacción de un presidente frente a un humorista de televisión.
El presidente Correa, en un acto de sacrificio y generosidad digna de un ungido por Dios, ha decidido reducir su salario y el de las más altas autoridades. De eso, ha dicho, se obtendrán $21 millones para la contratación de médicos. Tan noble esfuerzo termina en lágrimas. ¿Quieren aplausos?, ¿por qué no fueron prudentes cuando construyeron, por ejemplo, el edificio de Unasur, en la Mitad del Mundo, por $45 millones?, ¿o cuando se embarcaban de cien en cien en las giras presidenciales con todos los gastos pagados por el Estado?, ¿o cuando había subsecretarios que andaban con un equipo entero de asesores para peinarles, darles la razón y llevarles las maletas?, ¿por qué no fueron prudentes cuando contrataban asesores para los asesores de los asesores que, al compás de sus jefes, acicalaban y acompañaban a sus jefes, todos en carros oficiales y mantenidos con subsistencias quizás financiadas con nuestros impuestos?
No, pues, es que la prudencia es de los neoliberales, de los ignorantes que no han estudiado economía o de los imbéciles de la derecha (y de paso, los de la izquierda que no están con el Gobierno). ¿No es así, ministro Patricio Rivera?
Ahora, los empresarios ya no son tan malos. El Gobierno sabe que necesita de ellos; por eso se reunieron durante más de cinco horas. ¿Llegaremos a saber algún día qué acordaron?, ¿a cambio de qué los empresarios capitalistas -cuyo interés obvio y legítimo es ganar más- se alían a un Gobierno que es una mezcolanza de posiciones políticas, cuyo interés obvio y legítimo es mantener el poder, la popularidad y las posibilidades de ganar las próximas elecciones?
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Mejor no respondamos eso. Mucha preguntadera. Más interesante es volver a ver los memes de Crudo Ecuador, los videos de John Oliver y los tuits de @Mashirafael. Mientras tanto…
2. El proyecto político sigue cayendo. O, si ustedes quieren, está caído. El problema no es solo de quienes lo proclaman con una militancia ciega (como todos los fundamentalismos), sino de todos los que dependemos de sus decisiones.
Revolucionarios otrora acostumbrados a pintar grafitis subversivos, malas palabras incluidas, se han convertido en vigilantes de lo políticamente permitido; activistas de derechos humanos que colgaban en sus paredes El Grito, de Guayasamín, ahora son mudos pasapapeles de la Secretaría de Inteligencia; intelectuales y académicos, maestros que alumbraron sueños y caminos, que desmenuzaban coyunturas pasaron a armar los rompecabezas llamados informes para la Supercom, Cordicom y demás comes; el teléfono que servía para comunicarnos es un aparato que recibe órdenes: a este debes asignar tal o cual contrato; los amigos se han transformado -literal- en servidores del gobierno, no del Estado. El proyecto político lo exige, dicen. Sus sueldos dependen de un nuevo estatus. Y los demás nos entretenemos con John Oliver y Crudo Ecuador.
En Venezuela se están matando y aquí hay silencio; en Argentina, la corrupción absorbe las marchas de la gente que exige justicia. Nicolás Maduro y Cristina Fernández son los intocables, ya no tanto por los halagos, más bien por el silencio.
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Pero, tranquilos, no pasa nada. Sabemos lo que hacemos: mentes lúcidas, manos limpias y corazones ardientes por la Patria, nos endeudaremos lo que sea (in)necesario con tal de sostener el proyecto político y nuestra preocupación por los pobres, aún a cuestas del proyecto político y de los pobres. Traeremos al papa, reformaremos los divorcios en el Código Civil, empujaremos una campaña basada en valores, recuperaremos a la familia, seremos -de verdad- el milagro ecuatoriano. Quien no esté de acuerdo, puede divertirse con John Oliver y Crudo Ecuador.
El guion 2.0 es infinito, ahí cabemos todos.