Por Daniel Orejuela / @danielorejuela
Aprovechando estas fechas tan convenientes para el descanso y el comercio, me da por escribir. En realidad, sería más inteligente y efectivo buscar una tarjeta de esas de perritos con ojos grandes que ponerse a decir lo que uno de verdad piensa. Pero ya que a dos cosas tan grandes como el amor y la amistad logramos encerrarlas en una fecha, yo me atrevo a encerrar mis pensamientos en un par de palabras… y se las paso.
Palabras. Ahí empieza el lío. En nuestro afán de comunicarnos, los seres humanos reducimos a palabras –indicadores del pensamiento– cosas que a muchos nos quedan grandes aún. El amor, por ejemplo. Si fuese un pensamiento sería muy fácil dejar de querer a alguien. Un poeta decía que el amor no tiene opuestos. La creencia general diría que el odio es el opuesto al amor. Yo diría que el miedo, pero bueno… ¿Qué podríamos decir usted o yo de esto? Pa’ que se dé cuenta de que no alcanza con el pensamiento. ¡Y Fromm hasta hizo un libro!
¿Que el amor es un sentimiento? Sí, puede ser. En todo caso es más parecido, sin embargo, no me acaba de convencer. Uno siente algo cuando está enamorado, y de ahí creo que viene la confusión. Me acordé del término enamorado en alemán. Girar es drehen, en alemán, y torcido es verdreht. Escribir es schreiben y equivocarse escribiendo es verschreiben. Amar es lieben y enamorado es verliebt. Cosas de los idiomas y el afán humano de poner todo en palabras. Yo sigo pensando si amar es un sentimiento…no creo. Enamorarse trae sentimientos consigo. Amar es más grande.
Amar es mucho más grande que lo que alcanzamos a ver con el pensamiento, más grande que lo que alcanzamos a sentir. Sobrepasa a la muerte, incluso al tiempo. ¿O usted deja de querer a alguien porque ya no está aquí, entre los vivos? ¿Por qué el afán de reducirlo a un solo día?
Por si fuera poco, también es el día de la amistad. ¡Ah, entonces, ¿el resto de días no se les demuestra cariño a los amigos?!
No quiero ser el aguafiestas ni el amargado del paseo, pero sinceramente pienso que reducir el amor a una palabra, a una persona o, peor aún, a un día, es lo que nos tiene como estamos. Amar y expresarlo debe ser de a diario, amar cada cosa que hacemos, cada segundo de vida, cada ser, amar la verdad, la vida misma. Amar hasta convertirse en el amor. O volver a serlo… Es que parece que ya lo olvidamos.