Inicio Tinta Negra Trump, la prensa y los pájaros en sus cabezas

Trump, la prensa y los pájaros en sus cabezas

Los medios tradicionales parecen leer realidades que solo ellos pueden ver. El movimiento de las sociedades contemporáneas es caleidoscópico, mucho más que hace apenas unos años. Los acontecimientos que determinan los rumbos de la humanidad responden a fenómenos que no están solamente en las redes o en los discursos oficiales que transmiten esos mismos medios. Esa desconexión entre la realidad de los de a pie y los medios actuales es vergonzosamente evidente después de los procesos electorales de los últimos años.

Imagen tomada del sitio 2.bp.blogspot.com

La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar

“O ya no entiendo lo que está pasando o ya ocurrió lo que estaba yo entendiendo”. La frase de Carlos Monsiváis le calza a la prensa como una pregunta que, a juzgar por las evidencias, tiene una respuesta obvia, no solo en las jefaturas de redacción sino en los escritorios de los reporteros.

Los resultados del Brexit, el triunfo del ‘No’ en Colombia y el voto que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca solo muestran la desconexión entre los medios y sus audiencias. Por extensión, son la evidencia del abismo que separa la realidad de la burbuja en la que viven muchos periodistas.

Es un problema global, pero nuestra mayor preocupación es local. Cualquier cobertura periodística se alimenta de la experiencia, al punto que esta puede establecer la diferencia entre los trabajos voluntariosos y los rigurosamente profesionales.

Sin embargo, en los casos expuestos, parecería que la prensa ecuatoriana se está contentando con el capital que le dan sus públicos cautivos y mirando a otro lado cuando le toca subir sus estándares informativos.

¿Por qué los medios ecuatorianos, grandes y chicos, no dudaron al menos de la contundencia del ‘No’ en Colombia o de la tendencia ganadora de Trump? Por falta de recursos. Y cuando hablamos de falta de recursos, hablamos no solo de la fragilidad económica de las redacciones o de las restricciones legales y políticas del país, sino de la ausencia de criterio, de talento, de creatividad y de decisión. Por ejemplo:

  • La reportería se hace en el lugar de los hechos. Principio básico del periodismo, ¿verdad? Pues los pocos medios que enviaron a sus periodistas a Colombia pueden vanagloriarse de haber estado en Bogotá el fin de semana del referéndum. Ninguno, sin embargo, dio muestras de haberse dado el tiempo necesario para caminar por los campos colombianos y/o de hablar con los taxistas o vendedores ambulantes de las grandes metrópolis. La élite colombiana en el poder vendió al mundo la idea de la paz (se destaca la buena intención) sin contar el dolor y la desconfianza de los ciudadanos de a pie, para quienes la venta diaria, el centavo que completa el desayuno, es más importante que las buenas intenciones del establishment.
  • Duda, duda, duda. Una vieja frase del periodismo de toda la vida: si tu mamá te dice que te quiere, duda. Solo de ese modo se logra gastar la suela y verificar hasta qué punto los reporteros están siendo cajas de resonancia de globos inflados y elefantes rosados. Y la duda, en el caso de Trump y Colombia, se convirtió más en un ingrediente para el morbo, el chiste y el chisme que en un método serio y sistemático de investigación periodística.
  • Información vs. Propaganda. Para seguir con los ejemplos de Colombia y Estados Unidos, la prensa se dejó llevar por los despachos de propaganda y las encuestas (contratadas por esos despachos de propaganda) y no se atrevió a realizar su propio sondeo de la realidad. Claro, qué información propia puede haber cuando se ha naturalizado el copy-paste de lo que llega por el cable o a través de boletines de prensa. Los periodistas olvidaron que el común denominador entre tres, veinte, setenta, doscientos taxistas en Bogotá o Medellín constituía un termómetro, al menos una alerta, de que los datos oficiales no cuadraban con las convicciones de los vecinos del barrio, quienes, en términos electorales, son votos. O sea, los que, mal o bien, de verdad eligen. Lo mismo pasó con el alineamiento político (cultural e ideológico) de los “gringos más puros” frente a las afirmaciones sexistas, torpes o discriminatorias del ahora presidente de Estados Unidos. La prensa se durmió en un mensaje políticamente correcto que sonaba lógico y bonito -la propaganda-, pero que se estrelló contra los hechos -la información-.

En Ecuador estamos a las puertas de una elección que, como en toda disputa por el poder, tendrá muchas sorpresas y situaciones similares a las citadas en Colombia o Estados Unidos. Lo ocurrido con el Brexit también es una referencia de cómo los periodistas tienen que comerse sus pronósticos frente a la votación popular.

Preguntémonos, entonces, si aquí ya no entendemos lo que está pasando o ya pasó lo que estábamos entendiendo, con el único fin de evitar esa desesperante suspensión de la incredulidad que ha sometido a buena parte de la prensa.


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1 COMENTARIO

  1. Efectivamente, es evidente la forma superficial y la falta de análisis con los que la prensa aborda temas tan trascendentales para la sociedad, sin tomar en cuenta por ejemplo la importancia de exponer un panorama de contraste objetivo, que ayude a la sociedad en la toma de decisiones. ¿Qué responsabilidad asumo como ciudadano, si elijo «A» o «B»?
    Mostrar un análisis del panorama real, más allá del adornado lenguaje de campaña. Que siempre será más poderoso frente al desconocimiento de los temas de fondo y estructura.
    Adicionalmente el uso del lenguaje académico enaltece los discursos pero hace menos participativa la comunicación. Mientras en términos coloquiales se guía el pensamiento de la gran mayoría.
    Si sabemos lo que está pasando, y estamos en proceso de entenderlo. ¿Qué estamos haciendo con lo que nos pasa?

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