Por Yalilé Loaiza / @yali_loaiza
Con una taza de café y Pink Floyd llenando el aire trabaja Octavio Islas, un amante empedernido del rock. Mexicano, doctor en Ciencias Sociales, director y fundador de la revista y sello editorial Razón y Palabra, docente y director del Centro de Altos Estudios en Internet y Sociedad de la Información de la Universidad de Los Hemisferios, titular de la cátedra Julian Assange de Ciespal, este catedrático e investigador de la comunicación es uno de los académicos más reconocidos en Latinoamérica en materia de Sociedad de la Información. Según el libro La investigación de la comunicación en México, Islas es el cuarto investigador con mayor producción científica entre 2000 y 2011, y su revista es la primera con mayor número de publicaciones en comunicología.
Recientemente, Octavio publicó el libro La compresión de los medios en la era digital: un nuevo análisis de la obra de Marshall McLuhan, en colaboración con importantes académicos de la teoría de la Ecología de Medios como: Eric McLuhan, Lance Strate, Bob Logan, Luis Jesús Galindo Cáceres, Carlos Fernández Collado, entre otros. En sus cuntas de redes sociales y en su blog, diariamente publica artículos sobre las nuevas tecnologías y su influencia en la sociedad, y es un frontal crítico del gobierno mexicano de Enrique peña Nieto. «Detesto al Partido Revolucionario Institucional«, ha dicho Octavio varias veces, en entrevistas.
En una conversación con La Barra Espaciadora, Octavio habla acerca de las repercusiones de los Panama Papers en el periodismo, sobre el rol de los gobiernos y sobre la participación ciudadana.
En su artículo sobre Assange y los Panama Papers dice que “la revelación de los Panamá Papers definitivamente dignifica al periodismo y empodera a la ciudadanía”. ¿De qué forma la filtración presupone un avance para el periodismo de investigación y de datos y, por qué cree que el manejo de la información en este caso empoderaría a los ciudadanos?
Lo que tenemos es que Julian Assange advertía en su libro Criptopunks que la existencia de WikiLeaks, básicamente, respondía a que los periodistas habían renunciado a la responsabilidad de obligar a los gobiernos a transparentar información y a rendir cuentas de sus acciones. Luego vienen las filtraciones de Snowden. Sus revelaciones ratifican lo ya expuesto por Julian Assange, y lo que tenemos con los Panama Papers es un grupo de periodistas que reciben la información y que articulan una red internacional que con gran rigor metodológico y absoluta sincronía da a conocer la punta del iceberg de lo que ocurre con el lavado de dinero en Panamá.
El trabajo de periodismo de investigación que significó confirmar la información asentada en esos millones de documentos representó un trabajo enorme. Se repartió el trabajo entre n cantidad de grupos de periodistas de diferentes países y aquí lo interesante es eso: muchos gobiernos saben demasiado de nosotros y nosotros sabemos muy poco de los actos de estos gobiernos, así que existe una asimetría informativa. Se supone que el gobierno tiene el derecho de saber mucho de ti y, desafortunadamente, tú tienes pocas herramientas para conocer los renglones oscuros en la actuación del gobierno; pero hay periodistas de investigación o gente inspirada en la mística de Assange y de Snowden que dan a conocer datos sobre el comportamiento real de los gobiernos e impulsan una nueva cultura ciudadana donde el ciudadano afirma la necesidad de saber lo que hace su gobierno y exigirle cuentas muy claras. Yo creo que eso fue lo que ocurrió con los Papeles de Panamá.
Se repartió el trabajo entre n cantidad de grupos de periodistas de diferentes países y aquí lo interesante es eso: muchos gobiernos saben demasiado de nosotros y nosotros sabemos muy poco de los actos de estos gobiernos, así que existe una asimetría informativa.
La vigilancia de los gobiernos en la era de la información se ha intensificado. ¿Por qué la vigilancia de los ciudadanos no? ¿Falta de información, de herramientas o, simplemente, falta de interés?
En algunos países, falta de interés. En otros son condiciones de censura. Curiosamente, Armand Mattelart se queja de cómo los gobiernos han depurado sus sistemas de espionaje para realizar una vigilancia más al detalle de los ciudadanos. Pero son los gobiernos de izquierda, tipo Evo Morales, los que en un momento dado realizan ese tipo de prácticas. Evo Morales ha desarrollado en su gobierno una serie de herramientas muy sofisticadas para intentar controlar las redes sociales, eso te habla del temor a la circulación de la información y al empoderamiento ciudadano. El gobierno se ha valido de herramientas siniestras de empresas que entregan información crítica de la ciudadanía y de determinadas leyes que han sido diseñadas para que en situaciones críticas, que establece el gobierno, exigirles a los proveedores de acceso a internet que retengan durante años tu información personal y que la entreguen a los gobiernos en caso de ser considerado un peligro potencial para ellos. Estamos frente a esa situación que es muy delicada. Algunas personas que tienen acceso a algún tipo de información crítica han decidido entregar esa información a gente como Snowden o como el grupo de periodistas que participó en Panama Papers y ese va a ser un fenómeno generalizado en los próximos años. Yo creo que muchísimas personas -que trabajen en un corporativo, por ejemplo- advertirán que el comportamiento de ese corporativo se aparta de su sistema de valores, misión o visión, y encontrarán la manera de hacer conocer tal comportamiento. Para evitar lo anterior, lo mejor es portarse bien. Que no tengas ‘cola’ que te pisen, pero generalmente, casi todas las instituciones tienen cadáveres en el clóset, y cuando uno abre el clóset se descubren cosas terribles.
En torno a los Panama Papers, algunos personajes e incluso medios han dicho que la filtración no muestra a todos quienes poseen empresas off shore, que el ICIJ cubre nombres de empresarios y demás personajes. ¿Es solo una forma de defensa o también en estas filtraciones se protegen intereses de grupos de poder?
Quisiera creer que no, pero puede ser que el poder específico de determinados gobiernos imponga ciertas condiciones de censura a equipos locales; aunque el fenómeno sería imposible de cubrir dado que otros periodistas advertirían tales omisiones y por ética las señalarían. Imagínate que en Ecuador las leyes en materia de comunicación de Correa puedan inhibir que, en un momento dado, ciertos medios busquen más allá o que no puedan presentar los nombres de personajes o instituciones involucradas; lo pasas por alto pero, seguramente, en otro país, como en México -se me ocurre-, Carmen Aristegui daría a conocer esa información. Entonces, no creo de ninguna manera que se pueda presentar ese fenómeno, lo que advierto es a la inversa. En gobiernos como Canadá, determinadas figuras han sido mencionadas como lavadores de dinero a partir de estos escándalos y han sido obligadas a renunciar. En el caso de México, Aristegui reveló que un empresario, del grupo que ha sido beneficiado por el presidente, está vinculado con operaciones de lavado de dinero. ¿Qué se hizo en México? Nada, porque es amigo del presidente. Hay una especie de justicia selectiva en mi país, donde gozas de cierta impunidad si eres amigo del presidente. Eso sí, solapar o ignorar nombres de políticos, empresarios o figuras locales, implicados en los Panama Papers, y que un determinado medio o que equipos de investigación de ese país lo pasen por alto, no lo creo, serían expuestos por equipos de periodistas de otros países.
¿Qué se hizo en México? Nada, porque es amigo del presidente. Hay una especie de justicia selectiva en mi país, donde gozas de cierta impunidad si eres amigo del presidente.
¿De qué manera deberían manejar los gobiernos estas revelaciones, tomando en cuenta que algunos de los implicados son autoridades estatales?
En primera instancia, investigar. ¿Por qué no investigan? No investigan porque ciertos filtros y mecanismos de contención y ciertos procedimientos fueron pasados por alto y, seguramente, la figura de corrupción se extendería a determinadas instituciones gubernamentales que deberían haber velado porque ese lavado de dinero no ocurriese. Muchos gobiernos no se dan por enterados, no hay voluntad para investigar porque, seguramente, en las implicaciones de las investigaciones a realizar, determinados funcionarios se verían expuestos porque participaron en una red de complicidades.
¿Los medios de comunicación han dado seguimiento a las investigaciones a los personajes implicados en los Panama Papers y se ha explicado de la manera más comprensible a la ciudadanía las repercusiones de la revelación?
Algunos sí, otros no. Los que tienen voluntad crítica, otros lo han pasado por alto. En el caso de México, no lo han hecho quizá porque los dueños son empresarios, porque el periódico es un medio político, no un medio de comunicación, pues no abordan el tema, se autocensuran, porque qué tal si el dueño del medio está involucrado en estas operaciones…
Los medios más independientes sí han hecho comprensible a la ciudadanía las repercusiones, es lo que se llama el círculo rojo, que estaría conformado por grupos con mayor nivel de escolaridad y de interés por temas de opinión pública. Es la opinión pública sensible de determinada región o país. Creo que los públicos rojos están interesados y ha calado en ellos la trascendencia de esta información. Te revelan solo la punta del iceberg, es una empresa muy particular que ha realizado estas operaciones en un paraíso fiscal, cuántas otras firmas, cuántos otros bancos no forman parte de esta red de complicidad de lavado de dinero, donde el narco, no solamente ciertos políticos o ciertos empresarios, el crimen organizado también forma parte de este tejido que le permite con absoluta impunidad lavar dinero.
¿Cuál es la línea que determina la responsabilidad ética de un periodista cuando filtra información, para no caer en la violación de la privacidad?
En muchas ocasiones el tema es ese. Dicen que no se puede revelar información por las implicaciones que pueden tener en los familiares. Es uno de los tantos recursos que ciertas instituciones y actores establecen. Pero, finalmente, el tema es la verdad. El periodista no es responsable por dar a conocer un determinado hecho. Si de ese hecho deriva que fue masacrado tal familiar, el problema no es el periodista, el problema es el gobierno, son esos actores que participaron en esa acción. No vamos a solapar un sistema de mentiras, ocultando o negando la verdad. Claro que hay consecuencias, pero no imputables al periodista. El periodista no es el actor que propició el hecho, es un narrador, un espectador de los acontecimientos; su deber no es callar ni ocultar la verdad, sino darla a conocer. Lo deplorable radica en los actores que protagonizaron los hechos. No hay objetividad ni verdad absoluta, pero sí aspiracional. La profesión trata de dar a conocer al lector distintos enfoques sobre determinados acontecimientos, si cerramos los ojos estamos negando toda una profesión.
El periodista no es el actor que propició el hecho, es un narrador, un espectador de los acontecimientos; su deber no es callar ni ocultar la verdad, sino darla a conocer.
Si bien en un primer momento los Panama Papers recibieron gran relevancia, parece que con el paso de los días se han perdido dentro del mar mediático. ¿Cree que la ciudadanía se olvidará de este tema y no ‘fiscalizará’ la acción de los gobernantes?
No. Creo que lo que puede ocurrir es que te estén dosificando la información y una vez que decaiga el interés te vuelvan a presentar información más trabajada; o bien, otras filtraciones.
¿Los avances tecnológicos facilitan la obtención de información?
Sí y también lo contrario. De todas las tecnologías se desprende aspectos positivos y negativos, nada queda igual, todo está trastocado. El ciudadano tiene mejores herramientas, pero el gobierno y la delincuencia también. Estás frente a un entorno donde la gente y las instituciones pueden aprovechar mejor estas herramientas para realizar investigaciones de mayor alcance, pero también pueden ser supervisadas más fácilmente por algunas instituciones. Complejidad pura.
En el campo de batalla demandas herramientas más efectivas para tener acceso a la información, no para editorializar.
¿Los periodistas están preparados en cuanto a uso de herramientas y big data como para llevar a cabo más investigaciones como la de los Panama Papers, o cree que existe un estancamiento en cuanto al uso de esas herramientas?
Puedes abordarlo desde una perspectiva generacional, y algunas generaciones de periodistas no pudieron ajustarse a las exigencias de los cambios tecnológicos. Pero hay otras generaciones que ingresan a la industria periodística con competencias y habilidades digitales, con mejores conocimiento de los recursos y del maquinario digital, que pueden utilizarlo perfectamente para realizar un periodismo diferente.
El periodismo se renueva. Aunque hay ciertas regiones que se rezagan y ciertos periódicos que, por no entender la importancia de este cambio, se van a volver anacrónicos. Otros medios críticos y que abren las puertas a estas generaciones de nativos digitales pueden realizar un seguimiento más acucioso de la información que la editorial distante.
En el campo de batalla demandas herramientas más efectivas para tener acceso a la información, no para editorializar. En ese sentido son nuevas las generaciones de periodistas, la mayoría muy mal formados en las universidades. Empíricamente compensan las deficiencias que representaron los estudios de licenciatura, si tuvieron una serie de circunstancias competentes podrías decir que desarrollaron habilidades digitales pertinentes para poder entender la necesidad de realizar un periodismo de precisión, investigación de datos, etc. Es un asunto de edad y, en un momento dado, de suerte. La universidad está deformando a estos periodistas. Es en el terreno profesional donde se pueden subsanar una serie de deficiencias. Hay que reportear.