“En lo público, y bajo prejuicio, el pasillo se adjudica a una estética de la “tercera edad” o de “chusma irredimible”. En la intimidad, en cambio, su alto y mayoritario consumo evidencia la fuerte carga de clandestinidad y vergüenza social con que se lo usa. (…) Asumido como una máscara de elegancia, el pasillo persiste y disfraza a la mayoría de ecuatorianos durante el siglo XX y, aún, es complejo reconocerlo”.
Wilma Granda
Por Mélanie Chéradame
El pasillo, ¿cómo definirlo? En Ecuador, este ritmo es parte de la cultura popular. Ha fusionado a lo largo de su vida, durante el siglo XX y lo que va del XXI, valores simbólicos extraídos tanto de sectores urbanos como de ciertos elementos provenientes de lo rural. Los pasillos son una respuesta cantada, no solo a los conflictos amorosos, sino también a la crisis, especialmente económica, por la que ha atravesado nuestra sociedad durante la modernidad. El pasillo es un reflejo, también, del desarraigo, del desamparo que producen los movimientos migratorios y de la experiencia de vivir la soledad de la ciudad.
Carlos Grijalva es uno de los principales talentos jóvenes que se han tomado a este género musical muy en serio. Este es su testimonio sobre la incidencia del pasillo en la producción musical en Ecuador y sobre su incursión en el género.
El Pasillo es lo mejor, aunque las nuevas generaciones lo ven con lupa. El Pasillo continua y deben existir más cantantes que sigan apoyando este género musical.