Facebook, Instagram, Messenger y Whatsapp usan los datos personales de más de 15 millones de personas en Ecuador, sin que ninguna institución estatal cumpla con su obligación de resguardarlos. Meta -la multinacional tecnológica dueña de esas redes sociales- impuso este permiso de uso de información sin antes consultar a los usuarios de sus productos, mientras el Superintendente de Protección de Datos no cuenta con presupuesto para hacer nada.


Por Paola Carrillo / @Pao_cvi

¿Hace cuántos años tienes cuenta en Facebook? 

Paula A., quiteña de 29 años, tiene su cuenta personal en esta red social desde que tenía 14. Publicó sus primeras fotos cuando era estudiante de colegio y durante tres lustros ha compartido momentos de su vida en su perfil. Ahora mismo publica cada paso del crecimiento de su hijo recién nacido. Todos los datos personales de Paula –fotos, videos, textos…– son parte de una gran biblioteca digital que es propiedad de Meta, la mega empresa que agrupa a Facebook, Instagram, Messenger y Whatsapp.

Solo en Ecuador, este inmenso conglomerado empresarial estadounidense tiene en su poder la información de más de 15 millones de personas que abrieron cuentas en sus redes sociales, según datos del informe Estado Digital 2024.

Una de las cosas que hace Meta con la información que tiene es segmentar públicos, es decir, clasificar a cada persona según sus gustos y sus publicaciones, para mostrarle publicidad de su interés, y así obtiene ganancias multimillonarias. Por ejemplo, en el cuarto trimestre del 2023, facturó más de 40 mil millones de dólares por anuncios, de acuerdo con un reporte de la plataforma mundial de estadísticas Statista

Ilustración: Lorena Muñoz.

¿Por qué Meta es dueña de tus datos?

Desde junio del 2024, Meta actualizó sus políticas de privacidad y anunció que utilizaría el contenido público de sus usuarios para entrenar su nuevo modelo de inteligencia artificial llamado Meta AI. Meta AI es una especie de biblioteca digital inteligente que responde preguntas y genera imágenes a partir de datos subidos por las personas que tienen cuentas en Facebook, Instagram, Messenger y Whatsapp. Pero no se lo preguntó a ningún usuario.

En Europa, organizaciones de defensa de los consumidores como Noyb, de Austria, y OCU, de España, reaccionaron al anuncio e interpusieron denuncias ante las autoridades. Enseguida, la mega corporación de Mark Zuckerberg se vio amenazada con acciones legales y multas, así que habilitó un formulario para que las personas pudieran solicitar que sus datos no fueran parte de Meta AI. Sin embargo, la medida no fue eficiente y la presión fue tan grande que Meta tuvo que cancelar la implementación de inteligencia artificial. Pero esto ocurrió únicamente en los países de la Unión Europea.

¿Y América Latina, qué?

En el caso de Latinoamérica, solo Brasil se ha opuesto a esta nueva política. En el resto de países de la región, Meta AI opera sin protección alguna para las personas.

Para Lucía Camacho, coordinadora de políticas públicas de la organización Derechos Digitales, con sede en Chile, América Latina está en desventaja ante Europa, donde hay leyes que son mucho más robustas y donde los países pueden hacerle frente a las grandes empresas. Camacho cree que es indispensable que se respeten “derechos tan básicos como el de preguntarle a la gente si quiere que usen sus datos personales o no”.

En el 2021, Meta cambió las políticas de privacidad de Whatsapp e hizo que los datos de esta aplicación fueran compartidos con Facebook, cuando en un inicio había asegurado que los mantendría independientes.

La empresa “ya tiene una práctica repetitiva de no informar los cambios hasta que los implementa y ya no hay mucha capacidad de oponerse”, dice Camacho y cuestiona la falta de alternativas “en un mercado que está capturado por muy pocos actores dominantes. Te quedas fuera o eliges alguna de las redes del mismo dueño”.

La forma en que se viven estos cambios “depende del tipo de usuario”, opina Fabiana Ramírez, investigadora de seguridad de la compañía de software de ciberseguridad ESET. Ella reconoce que hay una tendencia a que las personas acepten todas las políticas de uso de datos sin leerlas y asegura que esto es algo cultural. A diferencia de Europa, donde “las leyes sí son más fuertes y las personas saben la importancia del uso de datos, en Latinoamérica falta concienciación”.

Sin embargo, para Ramírez, es cuestión de tiempo ver y entender qué sucede con los nuevos cambios en las políticas y la inteligencia artificial porque todavía es muy reciente su implementación.

Ecuador tiene un Superintendente de Datos sin presupuesto

“Pregúntale algo a Meta AI”. Esta es la frase que aparece ahora en Facebook, Instagram y Whatsapp. La promesa es dar “respuestas a cualquier pregunta” y “generar imágenes únicas”, pero siempre usando los datos personales de los usuarios “para mejorar su calidad”.

Muchas personas ya han empezado a usar esta tecnología. Por ejemplo, Ismael F. le pidió a Meta AI que imitara la forma de escribir de un familiar fallecido y que mantuviera una conversación con él. Para lograr ese diálogo, fue necesario que la herramienta accediera a conversaciones guardadas en la memoria de WhatsApp y que las usara libremente.

Más allá de la novedad, Alexandra Maldonado, abogada con un máster en Derecho Digital y profesora de la Universidad de las Américas, explica que con Meta AI, en Ecuador “se está cometiendo una triple vulneración a los derechos, porque no se protegen los datos personales ni la intimidad ni la privacidad de las personas”.

El artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece el derecho a la intimidad y a la “protección contra injerencias arbitrarias en la vida privada, familia, domicilio o correspondencia de las personas”. 

Ilustración: Lorena Muñoz.

En cada país, son las autoridades de protección de datos las que tienen la facultad de controlar y sancionar a las empresas que manejan información de los ciudadanos.

En Ecuador, aunque está vigente la Ley Orgánica de Protección de Datos (Lopdp) desde el 2021, el Superintendente de protección de datos personales, Fabrizio Peralta Díaz, fue posesionado recién el 23 de abril del 2024 y todavía no arranca con sus funciones porque no cuenta con presupuesto ni siquiera para contar con oficinas.

La Barra Espaciadora consultó a Peralta Díaz sobre sus acciones frente a las nuevas políticas de uso de datos de Meta y el funcionario respondió, a través de un correo electrónico, que: “Ante la ausencia de recursos humanos y financieros, la Autoridad de Protección de datos no ha conocido aún, de manera oficial, los cambios producidos en las políticas de privacidad de Meta”.

Según el Superintendente, a pesar de que “el 16 de julio el viceministro de Finanzas emitió el dictamen presupuestario favorable para la creación de seis puestos [directivos, entre esos el suyo]”, aún no cuenta con el dinero para implementar la unidad técnica que analice la situación. “Es tan inexistente como el presupuesto necesario para poder echar a andar la institución”, escribió. 

La inteligencia artificial y el futuro

“La inteligencia artificial es como un cerebro humano que guarda y compara información para crear cosas nuevas (…), necesita muchos datos para alimentar su biblioteca y generar lo que se conoce como aprendizaje continuo”, explica José Luis Carrillo, doctor en Ingeniería Informática y Telecomunicaciones por la Universidad Autónoma de Madrid.

La vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto son los sentidos que los científicos han estado intentando replicar con la inteligencia artificial. Por ejemplo, Carrillo destaca que en España ya se han diseñado narices artificiales que puedan ser usadas en los servicios higiénicos públicos para mantenerlos limpios.

En el caso de Ecuador, el experto dice que se han hecho pruebas en universidades con cámaras que reconocen a las personas y hacen otras funciones, y que esto lo puede hacer cualquier profesional que conozca la tecnología, sin regulación legal.

Antes de que Meta implementara su inteligencia artificial, plataformas como chat GPT y otras ya llamaron la atención con respecto a la creación de textos, imágenes, videos y otros, por parte de máquinas.

Tanto ha sido el avance de esta tecnología y el debate en torno a ella que incluso el pionero de desarrollo de Google Geoffrey Hinton renunció a la compañía en mayo del 2023, para poder hablar de los peligros de la inteligencia artificial. En una entrevista con The New York Times, dijo que es “un mundo en el que muchos ya no serán capaces de saber qué es verdad”.

Según Carrillo, “ahora vemos un poquito de lo que es inteligencia artificial y se empiezan a discutir cuestiones de ética sobre la delimitación del accionar y cómo va a funcionar y a controlarse. Para el futuro, hay muchas posibilidades para las personas, para las ciudades, para la videovigilancia, etc.”.

Fabiana Ramírez dice que esta tecnología “trabaja de una manera muy diferente a la humana y a veces es imposible controlar qué tipo de dato trata o cómo lo hace y a dónde lo expone”. Por esto, “las empresas tienen la responsabilidad de filtrar qué usan o no”.

Sin embargo, Alexandra Maldonado recalca que todo desarrollo tecnológico va de la mano del “nivel de madurez del uso de datos personales y reflexión sobre temas que se presentan a diario”. Por ejemplo, la responsabilidad de cada persona de pedir autorización a sus amigos antes de subir fotos grupales y otras medidas de respeto y cuidado, como compartir datos personales propios o de terceros.

A esto se suma la importancia de las acciones de las autoridades de Latinoamérica que hasta ahora “no han llevado a cabo ninguna investigación ni consulta a la empresa para entender cómo va a impactar esta política a los ciudadanos”, dice Lucía Camacho.

En la región no existen acuerdos como el Reglamento General de Protección de datos de la Unión Europea; en el 2013, organizaciones de la sociedad civil de América Latina y el Caribe suscribieron la Declaración de Montevideo. Este documento resalta la necesidad de políticas sólidas que protejan la privacidad y los datos personales de los ciudadanos e insta a los gobiernos a crear marcos legales adecuados. A pesar de esto, “las preocupación sobre las políticas están enfocadas en otros temas y realmente nuestras leyes no están a la altura de otras regiones”, opina Fabiana Ramírez. 

Desde su experiencia dice que los países latinos se han tomado mucho tiempo para analizar leyes cuando el mundo digital cambia muy rápido, por ejemplo, hace cinco años no existía ChatGPT.

Para Camacho, lo indispensable es que “las autoridades unan fuerzas y tomen acciones porque de lo contrario, vamos a seguir quejándonos como sociedad civil y la prensa haciendo sus llamados, sin que nada cambie”, concluye.


Fabrizio Peralta Díaz