Por Francisco Ortiz / La Barra Espaciadora
Sin querer sonar gastado, ¡hablemos de revolución! Pero no de la bolchevique ni de la industrial, peor de la juliana o de la ciudadana. ¡Para nada! Esas están bien para engrosar los libros de historia que continúan batallando contra las polillas en tus repisas color polvo. No, hoy hablemos de la revolución moral.
¿Y por qué hablar de revolución? –me preguntarás-. No sé si serán ideas mías, pero, ¿no sientes que algo raro pasa? ¿No te sientes a ratos como ahogado o atrapado, como la Alicia de Lewis Carroll, cuando bebe aquel menjurje para hacerse grande, dentro de la casa del conejo blanco? ¡Pues yo sí! Y para lidiar contra la claustrofobia y la asfixia decidí escaparme con la imaginación que provoca una buena lectura. Me encontré con uno de esos libracos de los que siempre oyes pero que -de tanta mala fama- nunca lees. Me sorprendí cuando descubrí el que creo es el eslabón oculto del modelo político actual: su moral. ¿Que cómo es eso?, pues bien, por más que han intentado esconderlo bajo siete llaves, sospecho haber descubierto al mesías de esta revolución que hoy nos gobierna. Se llama Manuel A. Carreño. ¿Te suena?
El autor de ese famoso Manual de urbanidad y buenas maneras fue capaz de envenenarme, de hacerme sonreír, a veces, mientras leía sus máximas. Gracias a ellas entendí que Rafael Correa es, sin lugar a dudas, su principal profeta, un apóstol ungido por obra y gracia del Espíritu Santo para escribir esos capítulos que, evidentemente, se le olvidaron a Carreño.
Entonces, veamos: ¿a quién le suena extraña esta perla?: “Detrás de todo gran hombre hay casi siempre una gran mujer, llámese ésta madre o esposa. Dense cuenta pues de la gran importancia que tiene la cultura en la mujer, no solamente como adorno, sino como necesidad”.
Tal vez no a los lectores que nacieron después de la década de los noventa… ¡Qué alivio por ustedes! Pero, ¿a los más viejitos? Seguramente la escuchamos parafraseada en la boca de gente muy cercana. Señoras y señores: ¡aquí la fuente primigenia de semejante barbarie, hija, nada más y nada menos que de los señoritos más ilustrados de la América Latina del siglo XIX!
Pero, ocurre que más de 130 años después, en medio de un proceso que se proclama como revolucionario, y con el cual se dice querer cambiar las estructuras del pasado, su máximo líder dice cosas como esta: “...somos, gracias a Dios, hombres y mujeres diferentes, complementarios; y no es que se trate de imponer estereotipos, pero qué bueno que una mujer guarde sus rasgos femeninos, qué bueno que un hombre guarde sus rasgos masculinos… ¡Yo prefiero la mujer que parece mujer, y creo que las mujeres prefieren los hombres que parecemos hombres!”.
Don Manuel Antonio Carreño (1812-1874), quien personifica al prototipo de beato iluminado de la época, además de diplomático y pedagogo de las élites venezolanas, fue sobrino de Simón Rodríguez, el maestro del mismísimo Libertador Simón Bolívar. Ni Montalvo, pese a todas sus comprobadas experticias en capítulos olvidados, ni García Moreno, conservador contumaz que consagró a su amada patria al Sagrado Corazón de Jesús, fueron seleccionados para semejante misión. Tenía que ser escogido alguien que estuviera por encima del bien y del mal de las lides políticas, un erudito de la moral y las buenas costumbres… ¡Alguien como Don Manuel A. Carreño! ¿Cuántos vestigios de esos viejos arquetipos se acuñaron furibundos en el corazón de nuestra historia contemporánea y en sus epístolas? ¡Ah!, la revolución también es bolivariana, ¿no?
Pero, aunque las moralinas de tan ilustre personaje son muchas, pienso que hay al menos un par de capítulos aún inconclusos: aquellos relacionados con la familia, la mujer, el sexo y la sexualidad, por ejemplo, temas tabú que hasta hoy son tratados con muchos reparos, en la noche, en secreto y con las luces apagadas. Veamos algunos pasajes de la guía de Carreño y sus curiosas similitudes con enunciados célebres de este iluminado revolucionario de la moral del siglo XXI que nos ha tocado en suerte:
1- Carreño: “Es muy importante que cada individuo sepa tomar en sociedad el sitio que le corresponda por su edad, investidura, sexo, etc., etc. Se evitarían muchas situaciones ridículas si los jóvenes fueran jóvenes sin afectación y los viejos mantuvieran en sus actos cierta prudente dignidad que es siempre motivo de respeto y no de burla…”
2- Correa: «Una cosa es el movimiento feminista por igualdad de derechos, que lo apoyamos de todo corazón; pero de repente hay unos excesos, unos fundamentalismos en los que se proponen cosas absurdas: ya no es igualdad de derechos, sino igualdad en todos los aspectos, que los hombres parezcan mujeres y las mujeres hombres: ¡ya basta!»
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3- Carreño: “La mujer es merecedora de todo nuestro respeto y simpatía, por su importantísimo papel en la humanidad como esposa y sobre todo como madre. Su misión no se limita a la gestación y crianza física del ser humano, que por sí sola le importa tantos sacrificios, sino que su influencia mental y moral es decisiva en la vida del hombre”.
4- Correa: «¿Ustedes saben lo que se llama ideología de género? (…) Yo respeto mucho eso. Pero lo que tampoco es correcto es que traten de imponer sus creencias a todos, el que básicamente no existe hombre y mujer natural, el que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino las ‘condiciones sociales’… Y que uno tiene ‘derecho’ a la libertad de elegir, incluso si uno es hombre o mujer. ¡Vamos, por favor! ¡Eso no resiste el menor análisis! ¡Es una barbaridad que atenta contra todo!»
5- Carreño: “Nuestras familias, nuestros parientes, nuestros amigos, todas las personas que nos vieron nacer, que desde nuestra infancia conocen y aprecian nuestras cualidades, que nos aman y forman con nosotros una comunidad de afectos, goces, penas y esperanzas, todo existe en nuestra patria, todo está en ella reunido…
… Por lo mismo que es en el círculo de la familia donde gozamos de la mayor suma de libertad que está concedida al hombre en sociedad, debemos vivir en él más prevenidos para evitar toda falta contra el decoro, todo abuso de confianza, todo desliz que en alguna manera pueda ofender los fueros de la decencia y las mismas delicadezas del pudor y del recato.
… Entre gentes vulgares suele creerse que estas reglas pierden su severidad, siempre que han de ser observadas entre esposos, entre padres e hijas. y entre hermanos y parientes de diferente sexo. Es un gravísimo error. Las leyes de la moral y de la urbanidad no reconocen grados de parentesco, ni establecen excepción ninguna, cuando se trata de los miramientos que se deben al pudor y a la decencia…”
6- Correa: “¿Me van a decir conservador por creer en la familia? Pues creo en la familia, y creo que esta ideología de género, que estas novelerías, destruyen la familia convencional, que sigue siendo y creo que seguirá siendo la base de nuestra sociedad. ¡Que vivan las mujeres, que viva ese movimiento feminista por igualdad de derechos! ¡Pero atentos con esos extremos de que ya no hay hombres ni mujeres naturales, sino que son construcciones sociales!”
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7- Carreño: “El que sabe guardar las consideraciones domésticas, guardará mejor las consideraciones sociales; pues la sociedad no es otra cosa que una ampliación de la propia familia. ¡Y bien desgraciada debe ser la suerte de aquel que desconozca la especialidad de estos deberes!, porque los extraños, no pudiendo esperar nada del que ninguna preferencia concede a los suyos, le mirarán como indigno de su estimación, y llevará una vida errante y solitaria en medio de los mismos hombres”.
8- Correa: “Ahora me llamarán conservador, que no soy de izquierdas: si uno dice esas cosas es que ya no es de izquierdas… Si uno no es proaborto ya no es de izquierdas… Eso no tiene nada que ver con derechas, son barbaridades, son novelerías, son cuestiones morales”.
“… Si siguen estas traiciones y deslealtades y si mañana se evidencia algo, muy lamentable que está ocurriendo en el bloque oficialista en el Legislativo de Alianza País… y se logra que la despenalización del aborto sea incluida en el nuevo código penal, yo inmediatamente presentaré mi renuncia al cargo”.
¿Espejismos? ¡No creo! Debe ser muy complicado para el presidente Rafael Carreño… Eh… lo siento, para el presidente Rafael Correa, digo, vivir en un permanente conflicto entre el ser y el deber ser. Lo que preocupa es que en medio de la crisis interna que vive el Mandatario, estamos nosotros, y toda la historia de Occidente que nos ha dicho con insistencia que gobernar con la Biblia, el Corán o cualquier manual de valores morales bajo el brazo, puede ser tan letal como la peor arma creada por el hombre. ¡Arrarray!
Pensar que hasta hace pocos años este manual era parte de los textos escolares obligatorios de nuestra formación de colegio… ¡Cuánta doble moral!