Por Anaís Madrid / @anaistamara
Por muy progresista que nuestra sociedad afirme ser, aún existen algunos objetivos de vida que todos debemos lograr: matrimonio, bebés y una casa de tu propiedad. ¿Y si en lugar de provocarte una sonrisa te provoca sarpullido? ¿Hay algo erróneo en el sistema o eres tú? Y, ¿en realidad queremos esas cosas o solo estamos programados? Estas son las preguntas que se hace Carrie Bradshaw, el personaje ficticio de Candace Bushnell, que en la serie Sex and the City (1998) se convirtió en la referencia de las mujeres solteras. Si bien nuestras sociedades tratan de ser progresistas, modernas y desenredadas, todavía existen esos objetivos que la gente espera (de hecho, necesita) que cumplamos hasta cierta edad; en algunos países esta presión social es más evidente que en otros.
Los objetivos de vida no siempre son un tema introspectivo. La familia, los amigos y el resto de esferas sociales están ahí afuera para intentar moldear la lista de cosas por hacer que cada persona se plantea; en el peor de los casos, están ahí para “aconsejar” e intentar reproducir el ciclo que seguramente ellos ya completaron. En el caso de las mujeres es difícil obviar el matrimonio y la maternidad en el plan de vida. Bushnell logró regar un estilo de vida a través de su personaje Carrie, la encarnación de la mujer independiente que disfruta de sus aventuras emocionales y sexuales, de una carrera exitosa y de sus amigas, mientras atraviesa la madurez en Manhattan.
El drama de las sheng nu, mujeres sobrantes, en China, destapó un problema social que no solamente discrimina al género femenino, sino que también juzga un estilo de vida. Sabemos que China tiene graves problemas de disparidad de género, como consecuencia de la política de los setenta de solo tener un hijo para controlar el crecimiento poblacional. Apenas desde 2013 es posible tener un segundo hijo. Durante años, la mayoría de personas optó por tener varones porque los padres consideran que esto es garantía de perpetuar el linaje familiar y de tener una vejez tranquila. A finales de 2014 se estimaba que por cada 116 niños había 100 niñas, estadística que situó a China como el país con la mayor disparidad en la distribución por sexos de su población infantil. A pesar de que es la segunda economía más grande del mundo, las brechas de género se han dilatado en los últimos 20 años. Como en muchos otros países, existen leyes sobre igualdad de género, sin embargo, las mujeres todavía son excluidas de educación, trabajo, jubilación, etc. Lo peculiar en el caso chino es que la discriminación las aqueja antes de nacer: el aborto selectivo en función del género del feto es una práctica popular.
Desde 2007, el término sheng nu se usa para referirse a las mujeres solteras mayores de 27 años de Asia, India y América del Norte. También existe la expresión leftover women, mujeres quedadas. El estado civil y la edad no son el único factor común; las sheng nu son profesionales, con trabajo estable y poseen vivienda y/o auto.
En abril de 2016, la marca japonesa de cuidado facial SK-ll publicó el video Marriage Market Takeover (La rebelión del mercado matrimonial) como parte de la campaña #changedestiny, que busca empoderar a las mujeres para controlar su futuro y lograr sus aspiraciones. El video muestra testimonios reales de mujeres chinas que se sienten discriminadas ante comentarios como “por qué no estás casada, ya no eres una jovencita”, y altamente presionadas por sus padres. En China y en otros países asiáticos, el respeto a los padres es la cualidad más importante y el hecho de no contraer matrimonio hasta los 27 años supone una deshonra. “Si no consigue al indicado nos romperá el corazón”, dice un padre.
El mercado de matrimonios (una mezcla de Tinder y una feria de ganado, según diario El Internacionalista) es quizá la evidencia más contundente de esas sociedades que se consideran progresistas, pero viven atadas a las tradiciones patriarcales: mujer soltera, mujer incompleta. En las plazas de Shangai, los padres de las sheng nu publican fotos y datos sobre sus hijas solteras como cargo laboral e ingresos económicos mensuales. Las posibilidades de encontrar una pareja para las hijas solteras en estos mercados son prácticamente nulas; las mujeres ofertadas no están de acuerdo, por lo que se niegan a asistir a los encuentros.
El mercado de matrimonios (una mezcla de Tinder y una feria de ganado, según diario El Internacionalista) es quizá la evidencia más contundente de esas sociedades que se consideran progresistas, pero viven atadas a las tradiciones patriarcales: mujer soltera, mujer incompleta.
Una de las mujeres del video de SK-II dice: “No quiero casarme por el solo hecho de hacerlo. No viviré feliz de esa manera”. No es que las sheng nu hayan renunciado al ideal de encontrar el amor verdadero; se trata de un estilo de vida, de escribir los objetivos de vida sin pensar en la satisfacción de los demás. El video intenta voltear la acepción negativa de ser una sheng nu y muestra una conciliación entre padres e hijas. “Existe otro término que es mujer poderosa”, “Ser independiente es un excelente estilo de vida”.
La rebelión del mercado matrimonial no es la primera iniciativa social que emprende la empresa SK-II por los derechos de la mujer pero sí la más exitosa. Este video tuvo eco en la comunidad global y fue calificado como uno de los sucesos más relevantes de 2016 por la BBC.
En Corea y Japón también hay casos de mujeres que dan la espalda al matrimonio y esto tiene que ver con su nivel de instrucción. Mientras más educación y riqueza más postergación del matrimonio. Las mujeres graduadas que viven y trabajan en las grandes ciudades se casan más tarde (incluso deciden no casarse nunca) que aquellas que viven en zonas rurales. ¿Hay algo erróneo en el sistema o eres tú? Definitivamente es el sistema.