Por Tania Orbe
En la isla de Santa Cruz, la más poblada del archipiélago de Galápagos, las fuentes de agua que se usan para el riego no son aptas para el consumo y el uso doméstico, según evidenció un estudio publicado en la revista Water, que identificó que el problema reside sobre todo en los pozos de captación de Pelican Bay, la zona más turística.
De las 13 islas principales de Galápagos, solo una —San Cristóbal— tiene fuentes de agua dulce, plantas de tratamiento y un plan de monitoreo de calidad permanente.
En tanto, en Santa Cruz —la isla estudiada—, todas las fuentes son de agua salobre, y por eso existen plantas de desalinización para convertir el agua en apta para el consumo humano.
Aunque históricamente estas fuentes no se han usado para consumo humano directamente, se siguen empleando para riego en agricultura.
“El agua tratada es de buena calidad pero la contaminación viene de la distribución y el almacenamiento. (Además) Puerto Ayora (la capital de Santa Cruz) no tiene una planta de tratamiento de aguas servidas”, dijo Cristina Mateus, especialista en recursos hídricos y autora de la investigación.
Los resultados se basan en un monitoreo realizado durante nueve años (2007- 2015) en siete sitios de la cuenca de aguas costeras y subterráneas de Pelican Bay. Los datos fueron levantados por el Parque Nacional Galápagos (PNG) y analizados por investigadores de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Según el informe —que analizó 11 parámetros—, las fuentes de agua salobre en algunos sitios no son adecuadas para uso doméstico debido a su elevado grado de salinidad, turbiedad y alto índice de coliformes fecales (88 por ciento de valores excedidos), lo que representa un riesgo para la salud de las personas y los ecosistemas.
En la zona costera de la ciudad de Puerto Ayora –indica el estudio–, la principal fuente de contaminación fecal proviene de aguas servidas y las descargas de agua de lastre de los barcos. El artículo destaca que la población local, el turismo y la agricultura también inciden en la contaminación.
“Esto se debe a la falta de un sistema de alcantarillado. Es un problema de muchos lugares del Ecuador y, por falta de presupuesto, no se han podido manejar adecuadamente las aguas servidas”, dice Mario Piu, director de Gestión Ambiental del Gobierno Municipal de Santa Cruz. “Tenemos un índice de recuperación de 50 por ciento (en la gestión de residuos sólidos). Somos una ciudad recicladora, pero ahora deberíamos adaptar una política de consumo más responsable”, dijo el funcionario.
Según declaró a SciDev.Net la ingeniera ambiental Valeria Ochoa, coautora del estudio, todavía se desconoce cuál es la incidencia de estos resultados en la población humana de Galápagos, en su flora y su fauna. Tanto Ochoa como Mateus creen necesarios más estudios para evaluar el grado de afectación en la salud de la población.
Si bien el monitoreo evaluó nueve años, las investigadoras coinciden en que es poco tiempo para determinar los impactos, pero es una línea de base para tomar decisiones futuras. Por ello, su recomendación principal es continuar con el monitoreo —que se suspendió en 2015— y estudiar el agua de consumo humano desde su origen, pasando por el tratamiento hasta su destino final en los hogares de Galápagos. Por ahora, solo se han analizado las fuentes.
Por lo pronto, en julio próximo, la USFQ y el PNG tienen previsto iniciar en la isla Isabela un proyecto piloto similar al de San Cristóbal, y retomar el monitoreo en Santa Cruz, explicó Ochoa.
*Este artículo fue publicado originalmente en SciDev.Net