Por Claudia Mazzeo*
La ausencia de datos confiables sobre el acceso de la población al agua de calidad en América Latina y el Caribe se ha transformado en un verdadero nudo gordiano que hace más difícil una gestión hídrica adecuada y favorece la postergación de medidas efectivas para proveer de este servicio a millones de personas en toda la región.
“Enfrentamos un problema de falta de información, donde, a su vez, resulta difícil acceder a datos confiables”, admite Víctor Pochat, con 50 años de trayectoria en planeamiento y gestión de recursos hídricos.
Presidente del Instituto Argentino de Recursos Hídricos (IARH) en Buenos Aires, Pochat señala que mientras los organismos internacionales suelen usar los índices que le pasan los países, que no siempre se ajustan a la realidad, también circulan estudios internacionales, de cuyas buenas intenciones no se duda, pero con resultados “extraños”.
Su reflexión corrobora la disparidad de cifras –la mayor parte, anteriores a 2020– encontradas por SciDev.Net en numerosos informes publicados por organismos internacionales y revistas científicas que clasifican a algunos países y omiten a otros por ”falta de datos”, y que impiden o al menos dificultan la evaluación de mayores avances en torno al acceso al agua en la región.
Por ejemplo, el informe del Programa Conjunto de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (OMS/UNICEF) de Monitoreo del Abastecimiento de Agua, Saneamiento e Higiene señala que a 2020, solo 18 de 50 países estudiados tenían estimaciones de servicios de agua para consumo.
En 2020, tres cuartas partes de la población (75 por ciento) utilizaba agua para consumo gestionada de forma segura, pero en las zonas rurales el 47 por ciento no contaba con agua segura para consumo, según el informe. También indica el documento que en ese mismo año en América Latina y el Caribe 1 de cada 4 personas carecía de servicios de agua para consumo gestionados de forma segura.
Para realizar estas estimaciones el programa utilizó fuentes nacionales oficiales, incluidos censos, encuestas de hogares y datos administrativos, y reconoce que “no había datos nacionales suficientes para producir estimaciones regionales sobre higiene básica”.
En contraste con esta información, un estudio recién publicado por QS Supplies con base en datos de enero de 2023, recopilados por la Universidad de Yale, sostiene que Chile es el único país latinoamericano donde se aconseja tomar agua de la canilla o grifo, desalentándose a hacerlo en cualquier otro país de la región.
Esas conclusiones surgieron de aplicar el llamado Índice de Desempeño Ambiental.
“Medimos la calidad del agua potable mediante el número de años de vida (ajustados por discapacidad −tasa de AVAD− estandarizados por edad) perdidos por cada 100.000 personas debido a la exposición a agua potable insalubre. Una puntuación de 100 indica que un país se encuentra entre las tasas de AVAD más bajas del mundo, mientras que una puntuación de 0 indica que un país se encuentra entre las más altas”, explicaron por correo electrónico a SciDev.Net, los responsables de difundir el estudio.
Los diez países con mayor puntuación están en Europa. Los países de América Latina recién aparecen a partir del puesto 32 con Chile; le siguen Uruguay con 38 y Argentina con 43. Mucho más atrás se encuentran Nicaragua, 100; Panamá, 102; El Salvador, 104; Bolivia, 107; República Dominicana, 111; Honduras, 121; Guatemala, 126, entre otros.
Ecuador se encuentra en el puesto siete de la región, según este balance. Este país enfrenta, además, una creciente amenaza a sus fuentes hídricas por parte de la industria minera debido a la falta de normativa para implementar el mandato constitucional de consultar a los pueblos, comunas, comunidades sobre su aceptación o no de iniciar procesos extractivos. Las operaciones mineras y petroleras en Ecuador se llevan a cabo sin que este mandato se cumpla, mientras el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica no cuenta con recursos ni personal suficiente para ejercer su rol de controlar, evitar y sancionar los innumerables casos de contaminación de cauces con desechos mineros.
Ecuador enfrenta una demanda internacional interpuesta por Perú, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, debido a la contaminación del río Puyango, que cruza la frontera sur y se transforma en el Tumbes. Los restos de metales y otras sustancias tóxicas, según estudios académicos levantados por universidades de los dos países, demuestran que hay incidencia directa entre estos contaminantes y el índice de enfermedades en las poblaciones fronterizas. Las aguas que antes servían para el riego, la alimentación y la limpieza son ahora inservibles. Ecuador registra varios ríos muertos debido a la contaminación con desechos mineros y petroleros y el Ministerio de Salud no cuenta siquiera con bases de datos que registren mínimamente estos fenómenos.
“¿Cómo puede ser que la única agua segura para beber en toda América Latina y el Caribe sea la de Chile?”, se pregunta Pochat y añade que, a la hora de evaluar, debería revisarse el criterio que se aplica para definir “agua segura”, ya que suelen haber diferencias, aún hacia el interior de cada país.
“El principal problema en los países de nuestra región es que mucha gente no tiene agua, directamente, y muchos más aún no tienen servicios de saneamiento. Quienes tenemos provisión de agua corriente, en general, contamos con agua de buena calidad”, agrega, y explica que personalmente, consume a diario agua del grifo.
A Alejo Pérez Carrera, director del Centro de Estudios Transdisciplinarios del AGUA (CETA-FVET-UBA), también le llaman la atención esos datos. “En la Argentina, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en las grandes ciudades o núcleos medianos hay agua de buena calidad, que se puede beber sin problemas”, dice.
No obstante, reconoce que tanto en Argentina como en otros países de América Latina la situación es heterogénea, y la población rural o dispersa “continúa siendo desatendida respecto de la cobertura de agua potable y saneamiento”.
El rol del cambio climático
Pérez Carrera también se refiere a las recientes inundaciones y deslizamientos de tierra registrados en las últimas semanas en varias ciudades de Brasil, Colombia, Perú y Ecuador, producto de la intensificación del cambio climático, y que tienen un fuerte impacto sobre las fuentes de agua de los países afectados.
“El agua limpia se mezcla con agua de deslizamientos por rotura de caños y otras situaciones derivadas del exceso de lluvia, donde se colmatan los reservorios o donde se sobrepasa la capacidad de las plantas depuradoras, y por rebalse o por escorrentías llegan a los cuerpos de agua superficial, o por lixiviación al agua subterránea diferentes tipos de contaminantes”, explica.
Pochat, por su parte, señala que “sin duda el cambio climático puede agravar la situación en determinados lugares y momentos. Pero el problema mayor sigue siendo hoy la falta de políticas que permitan llegar con el agua a toda la gente; es un tema que se ha vuelto invisible para la toma de decisiones”.
“Este Día Mundial del Agua el mensaje debería ser que es necesario tomar consciencia cada vez más de la importancia de avanzar en el sentido de lo que plantea Naciones Unidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, más específicamente el objetivo 6, que fija la necesidad de agua limpia, agua potable, y saneamiento para toda la población”, subraya Pérez Carrera.
“La escasez de agua estaría afectando a alrededor del 40 por ciento de la población mundial. Creo que es crucial que las diferentes organizaciones, las universidades, todos trabajemos en la promoción de políticas públicas que lleven a realizar las inversiones en investigación y en desarrollo y en las estructuras requeridas para brindar provisión de agua potable y saneamiento para todos y todas”, concluye.
*La versión original de este artículo fue publicada en nuestro portal aliado SciDev.Net para América Latina y el Caribe.