Por Connie Espinosa Proaño* / @conniedequito
Desde Londres
Sobre el nivel de ambición
Es importante entender que la negociación sobre el nivel de ambición no empezó en la COP21 sino mucho antes, cuando cada uno de los países comenzó a preparar sus contribuciones nacionales. Era ahí cuando los actores nacionales debieron haber exigido a sus mandantes que presentaran unas contribuciones ambiciosas.
Cuando el secretariado de la Convención analizó todo lo recibido (contribuciones nacionales), se dio cuenta de que no llegamos a un compromiso conjunto que nos asegure evitar los 2 °C. Desde ahí ya empezamos, digamos, no tan bien, porque eso, básicamente, significaba que o bien los países tenían que llegar a la COP con una mayor “willigness” para aumentar sus compromisos, o simplemente tendríamos que conformarnos con llegar a mencionar un target, que fue a lo que se llegó, precisamente, en el acuerdo de París.
Entonces, culparle al acuerdo del nivel de ambición no es tan justo. El reclamo tuvo que iniciarse a nivel doméstico y no esperar hasta la plataforma internacional para hacerlo.
Contribuciones nacionales (INDCs):
Solo para contextualizar, un buen ejercicio nacional para la definición de las INDCs implicaba un trabajo de por lo menos un año, porque además de los estudios técnicos para entender las emisiones de GEI por sector, de construir los escenarios de mitigación y de definir opciones de mitigación, las propuestas nacionales debieron ser consultadas con diferentes actores.
Chile fue el país que más tiempo invirtió en la consulta, pero a la final fueron preocupaciones del Ministerio de Economía, lo que implicó una revisión en las INDCs. Perú, al igual que Chile, tiene un proceso técnico largo y sólido para analizar sus INDCs y finalmente debe ser acordada con los diferentes ministerios sectoriales y de Economía.
Colombia fue el que más tarde sometió a consulta sus INDCs pero fue el país que primero las inscribió en el secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En cada uno de estos casos, fue el proceso técnico y la negociación interna sectorial, económica-política, lo que determinó el nivel de las INDCs o contribuciones nacionales.
El Acuerdo de París reconoce y pide a los países que se aumente el nivel de ambición progresivamente. Eso reconozco que es positivo porque permite a los países mejorar sus estudios técnicos y económicos para ir aumentando su ambición, negociando con sus otros ministerios y sobre todo vinculando a otros actores, quienes serán básicamente los implementados de las INDCs.
Personalmente creo que hemos llegado a un punto en la vida de este planeta en el que si seguimos culpando a los demás y esperando que los otros hagan algo, jamás conseguiremos una solución. El Acuerdo París es un primer paso hacia una acción consolidada, unificada, de todos. Entonces la pregunta es ¿qué puede hacer nuestro país por el mundo? Los actores sociales de un país son quienes deberían exigir a sus mandantes, a nivel doméstico, acciones en favor del cambio climático. El Acuerdo de París es el marco internacional que permitirá eso.
*Connie Espinosa: economista ambiental con catorce años de experiencia de trabajo en proyectos y programas ambientales, ocho de ellos en temas de cambio climático relacionados con el medio ambiente a nivel regional e internacional. Ha seguido las negociaciones de la CMNUCC por 7 años siempre como representante de la sociedad civil. Actualmente es Directora Regional de la Alianza para el Clima y Desarrollo CDKN.