Por Isaac Mallol* / Para La Barra Espaciadora
Existe un mundo increíble a esa escala que suele pasar desapercibido para muchos. La biodiversidad de verdad está en los seres diminutos, no en los mamíferos, aves o anfibios. Me gustan todas las criaturas, pero los seres diminutos me cautivaron: sus colores, texturas, ciclos biológicos, su comportamiento… ¿quién necesita hadas existiendo las libélulas?”.
(I. M.)
Ojos en las alas de una Automeris sp., si esta polilla se siente intimidada, deja ver este dibujo de sus alas inferiores que aparenta ser el rostro de otro animal, asustando así a su predador el tiempo suficiente como para poder escaparse.
Dicen los que saben, fotógrafos y herpetólogos, que es la rana más bonita del mundo, y aunque para gustos, colores, he de reconocer que poder encontrarla sabiendo que habita uno de los bosques más amenazados del planeta fue un momento mágico.
La rana marsupial (Gastrotheca riobambae) coloca los huevos debajo de la piel de su lomo a través de un agujero y estos se desarrollan en su interior, en la fotografía se aprecian los bultitos en la espalda de una rana marsupial hembra.
Las ranas de cristal (Centrolenidae) son famosas por su tonalidad traslúcida, dentro de estas la de la foto (Hyalinobatrachium aureoguttatum) es considerada la rana de cristal más transparente del mundo. Pueden observarse todos sus órganos internos, su corazón latiendo, y sangre fluyendo por sus arterias.
Los parásitos utilizan ciclos biológicos sorprendentes, quizás uno de los más interesantes sea el del “hongo zombie” Cordyceps sp. Una espora del hongo se adhiere al cuerpo de una hormiga y germina, el hongo empieza a crecer en su interior, fibras del hongo (hifas) llegan a su cerebro y altera su comportamiento, transformando a la hormiga en un zombie, la hormiga deja su labor y se dirige a una hoja alta, y ahí termina de morir. El hongo crece alimentándose del cuerpo sin vida de la hormiga, se desarrolla y produce largos cuerpos fructíferos, que lanzan paquetes de esporas que, en contacto con el suelo, explotan como bombas de racimo infectando a nuevas víctimas y perpetuando su ciclo de muertos vivientes.
Un auténtico padrazo. Macho de Epipedobates tricolor transportando los renacuajos en la espalda. En varias especies de ranas el macho presta cuidados parentales de la prole y los transporta desde una charca hasta lo alto de un árbol donde los colocará dentro de plantas epífitas, a salvo de depredadores.
Al caer la noche, la selva pasa por una auténtica ebullición de ruidos, la idea más llamativa es que casi todos esos sonidos son cantos desesperados de miles de organismos llamando a una posible pareja, en esta acción arriesgan la vida, delatan su posición ante los depredadores. En la foto, dos sapos macho se estrangulan mutuamente en una disputa por el territorio, en su especie el macho busca una charca óptima desde la cual cantar y atraer a la hembra, las charcas propicias son codiciadas en ocasiones por varios machos que tienen que luchar por reproducirse.
Muchos animales totalmente inofensivos despliegan poses intimidatorias cuando son molestados, como la postura desafiante de esta polilla, a medio camino entre un alienígena peludo y un luchador de sumo.
Una mamá araña cuida celosamente de su progenie, que se ordena y desordena debajo de sus patas de forma rítmica, siguiendo mi respiración sobre la hoja en la que se situaba su nido.
Este saltamontes no es el más colorido ni atractivo de su grupo, pero en esta fotografía se aprecian a la perfección sus oídos ¿Dónde están? (Son las hendiduras que tiene en las rodillas delanteras).
Para todo el que no sepa mucho de naturaleza esta escena son dos bichos peleándose, para mí fue un sueño que me acompaño toda mi vida como biólogo, siempre quise poder encontrarme con una hormiga cayendo en la trampa de arena resbaladiza de un Myrmeleontidae, voraz y letal depredador de hormigas apodado “hormiga león”.
Con sus desmesurados ojos, esta serpiente del género Dipsas busca a sus presas, en especial caracoles y babosas, lo que le ha hecho ganarse el sobrenombre de culebra caracolera.
Por la forma de ingerir el alimento, tragando a sus presas vivas y sin masticar, la tráquea de las serpientes suele llegar hasta la punta de su mandíbula inferior con el fin de no asfixiarse, como se ve en el agujerito de la boca de la serpiente de la fotografía.
El título de la rana más simpática de la selva del Chocó corresponde a Hypsiboas picturatus.
A pesar de la apariencia, muchas de las especies de serpientes que habitan los bosques son inofensivas pero cumplen un importante papel en los ecosistemas.
Al caer la noche, cientos de ojos te observan, reflejando la luz de la linterna frontal, es el momento en que los depredadores esperan la cena.
Oophaga sylvatica es una rana de hermosos patrones. Pueden encontrarse en el mismo sitio decenas de variedades de la misma especie con coloraciones distintas: blancas, amarillas, marrones, rosadas, mármol, etc. En la foto, la Oophaga sylvatica var. Fuego.
Una de las ranas de cristal más interesantes es Espadarana prosoblepon, los machos de esta especie son muy territoriales, viéndose envueltos en luchas con otros machos por la posición estratégica de una hoja desde la que atraer a la hembra, para la batalla van provistos de dos estiletes de hueso que sobresalen de su cuello (en la fotografía de color azulado), que utilizan para embestir a sus adversarios y herirlos en el combate.
Bajo una lámpara de luz ultravioleta, los escorpiones brillan en color azul verdoso. Todavía no se sabe bien por qué tienen este mecanismo, pero los biólogos dan buen uso de él, siendo la forma más práctica de encontrarlos en la oscuridad. Hay muchos más de los que podríamos pensar, solo que sin esta luz su camuflaje es perfecto.
—————————-
* Isaac Mallol es un joven biólogo madrileño (1982) que ha recorrido el planeta persiguiendo su sueño de conocer la biodiversidad en primera persona. Llegó a Ecuador hace dos años y medio para realizar su tesis y se enamoró de la selva. Esta es una selección de imágenes captadas en Yasuní, Esmeraldas, Imbabura y la región del Chocó.
Isaac imparte clases de Biología y las compagina con su pasión por la fotografía. Utiliza sus fotos en clases y sus alumnos no pueden creer «las maravillas que existen en su país, a la vuelta de la esquina, y que podrían desaparecer en poco tiempo si no las protegemos».
A pesar de ser autodidacta ha creado un estilo directo, le gusta sacar las fotos en el momento de la acción, por lo que ha modificado el equipo fotográfico para que sea liviano y resistente, con el fin de acceder a los rincones más inaccesibles. “Otras fotografías un poco más preparadas tienen mucha más calidad. No es exactamente lo que busco, quiero que el animal esté en su hábitat y haga lo que sabe hacer… Corro el riesgo de asustarlo y de que deje de cazar, de comer, de reproducirse. Puede escapar antes de hacer la foto».