Por Washington Castilhos y Zoraida Portillo
Con dos casos de COVID-19 confirmados en pueblos indígenas de la Amazonia, expertos consultados por SciDev.Net coinciden en que estos grupos no están preparados para enfrentar la enfermedad, y alertan que puede conducir a la extinción de varios de ellos si los gobiernos no toman medidas específicas urgentes.
Ausencia o lejanía de servicios de salud; desconocimiento de la enfermedad por parte de los chamanes de los pueblos, que lleva a diagnóstico y tratamiento inadecuado; malas condiciones sanitarias actuales y poco o nulo dominio del idioma en que se difunden las medidas preventivas, son algunos factores que afectan especialmente a los indígenas.
Considerando además que el COVID-19 afecta mayormente a los ancianos, el riesgo es que desaparezcan conocimientos ancestrales que son salvaguardados y transmitidos por ellos.
Por todo lo anterior, los expertos piden adoptar medidas urgentes, pero sobre todo diferenciadas para cada población (andinos, amazónicos y afrodescendientes) con su propia cosmovisión.
En ese sentido, el 3 de abril, la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO emitió un documento con doce recomendaciones dirigidas a “los gobiernos, la academia, las organizaciones de la sociedad civil, la comunidad internacional y a las autoridades indígenas tradicionales”.
Pueblos amazónicos, en mayor riesgo
“Los pueblos indígenas no están preparados para la pandemia del coronavirus debido a la limitada oferta de servicios de salud (infraestructura y recursos humanos) en sus comunidades”, aseguró el epidemiólogo Omar Trujillo, quien trabaja hace más de 15 años con población indígena desde el Ministerio de Salud del Perú.
Incluso, “existe (…) la posibilidad de un exterminio”, afirmó Sofía Mendonça, médica y coordinadora del proyecto Xingu en la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), pues el COVID-19 pueden afectar a miembros de todos los grupos de edades y causar una gran desorganización social.
En tanto, para Luis Felipe Torres, especialista en gestión pública de pueblos indígenas de la Amazonia, “muchas de estas poblaciones, por su situación de marginalidad social, no tienen buenas condiciones de salud, tienen alta prevalencia de anemia y un sistema inmunológico que no es óptimo, por lo que el ingreso del COVID-19 las hace más vulnerables a complicaciones”.
De los dos casos de COVID-19 confirmados en los pueblos amazónicos hasta el 5 de abril, el primero se dio en Perú el 19 de marzo, cuando el apu (líder indígena) Aurelio Chino, presidente de la Federación Indígena Quechua del Pastaza —que representa a los pueblos kichwa y achuar del noreste del país— dio positivo.
Chino había regresado de Holanda, adonde viajó para presentar una queja contra una transnacional petrolera por la contaminación de más de mil sitios dentro de sus territorios.
Aunque no presentaba síntomas de gravedad, decidió iniciar una cuarentena preventiva fuera de su comunidad “para salvaguardar la salud de sus hermanas y hermanos indígenas”, según el comunicado de los Pueblos Indígenas Amazónicos en Defensa de sus Territorios (Puinamudt).
El 1 de abril, en el estado de Amazonas (Brasil), una mujer de la etnia Kokama, de 20 años, agente de salud Indígena en la región superior del río Solimões, dio positivo al coronavirus, según confirmó la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI), organismo federal a cargo de los servicios de salud para los pueblos indígenas en el país, vinculada al Ministerio de Salud de Brasil.
La joven fue contagiada por un médico no indígena perteneciente a la SESAI. Tanto él como las personas con las que tuvo contacto, incluidos 12 pacientes indígenas y 15 miembros del equipo de salud, están aislados y reciben asistencia del Equipo de Salud Indígena Multidisciplinario de Alto Solimões.
Según la Secretaría, de las 27 pruebas realizadas, solo la joven kokama dio positivo. Sus familiares son asistidos y están en aislamiento.
De otro lado, el 25 de marzo, el Ministerio de Salud de Colombia confirmó los dos primeros casos de coronavirus entre poblaciones nativas caribeñas, la etnia Yupka, al norte de Santander, en Cúcuta, zona fronteriza con Venezuela.
Según detalló en Twitter la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la zona fue acordonada de inmediato por la policía.
El riesgo de propagación es inminente. La Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que trabaja al servicio de los pueblos indígenas de la zona y lleva un recuento de los casos de coronavirus en los nueve países de la región, hasta el 3 de abril contabilizaba 943 casos de personas contagiadas y 26 fallecidos.
Si bien actualizan diariamente la información, no es posible saber cuántos casos corresponden a poblaciones nativas y cuántos a población rural.
Escasez de datos y saberes en peligro
A Carol Zavaleta, de la Unidad de Ciudadanía Intercultural y Salud Indígena de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, especializada en geografía de la salud, le preocupa, precisamente, la falta de datos sobre estas poblaciones.
“Tenemos poca información de cómo las epidemias pasadas han afectado a las poblaciones amazónicas, pero los pocos datos muestran que la mortalidad en estos pueblos puede ser hasta 4-5 veces más que en el resto de la población”, indicó.
Esa falta de información también puede llevar al subregistro de casos. Trujillo, por ejemplo, estima que si la región de Loreto —la principal puerta de entrada en el Perú a territorios indígenas— es la segunda con más casos después de Lima, el contagio puede ser más extendido de lo que se cree.
Zavaleta —que además es becaria de Wellcome Trust de Inglaterra— destacó especialmente la vulnerabilidad de los ancianos, que “son las bibliotecas de esos pueblos, conocen sobre biodiversidad, cómo adaptarse al cambio climático, cómo producir alimentos, cómo cazar”.
“Ese es otro tipo de vulnerabilidad que no se está tomando en cuenta y nos debe hacer reflexionar en el impacto que podría tener esta pandemia o cualquier enfermedad que llegue a esas comunidades”, enfatiza.
Los pueblos en aislamiento
Otra preocupación compartida entre líderes indígenas e investigadores son los 76 pueblos amazónicos que se estima que existen en “aislamiento voluntario” o “de contacto inicial”.
Se llama así a aquellos grupos indígenas que no tienen contacto con poblaciones no indígenas y que suelen rehuir otras sociedades. También pueden ser pueblos previamente contactados —llamados “de contacto inicial”— pero que luego volvieron al aislamiento.
Estos pueblos son extremadamente vulnerables porque no han desarrollado inmunidad frente a enfermedades actuales.
Para Torres —que además investiga sobre los Mashco Piros, un pueblo aislado de unos mil habitantes que se divide en zonas de Perú y Brasil—, el aislamiento voluntario tiene “ventanas” con el mundo occidental (comunidades vecinas), “y si el coronavirus llega a las poblaciones aledañas con las que tienen interacciones sería muy fácil que les pasen la enfermedad”.
“Si, a su vez, ellos llevan la enfermedad al bosque ya no habría posibilidad de hacer ninguna intervención de salud. Es más, ni siquiera sabríamos la cantidad de muertos o la gravedad de la situación”, lamentó.
Por ello recomienda prestar especial atención al control epidemiológico de las poblaciones vecinas a estos pueblos.
Una estrategia conocida
La disparidad en las decisiones de los gobiernos de los países amazónicos ha llevado a muchos de estos pueblos a declarar una cuarentena por su cuenta y cerrar sus fronteras.
Por ejemplo, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) ha recomendado evitar el contacto con personas no nativas, suspender la entrada y salida de los territorios, y restringir las actividades en el interior de las comunidades.
En Ecuador, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) dio libertad a cada pueblo para que tome las medidas más pertinentes dentro de su territorio.
En Bolivia fue el gobierno el que cerró las 22 áreas naturales del país ante el inminente avance del coronavirus en territorios de su Amazonía.
No obstante, dirigentes del movimiento Indígena Originario, Campesino y de Áreas Protegidas denunciaron en medios de prensa locales que solo cuentan con un centro médico y unas pocas medicinas para atender a casi 1,2 millones de personas. Se disponen a hacer frente a la COVID-19 con medicina tradicional de sus antepasados.
En Perú, el confinamiento obligatorio decretado por el gobierno desde el 16 de marzo facilitó el control de los territorios de las comunidades.
Pero ninguna de estas medidas ha logrado impedir el tránsito de madereros y mineros ilegales y narcotraficantes que abundan en la vasta Amazonia.
La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), por ejemplo, denunció el 1 de abril que pese a la pandemia “las empresas extractivas continúan trabajando normalmente en muchos de los países”.
*Nota original de SciDev.net Latinoamérica.