El pontificado del argentino Jorge Bergoglio se destacó por poner en la discusión global la crisis ambiental. Especialistas y referentes de Latinoamérica lo despiden recordando su visita a la Amazonía peruana, que dio paso a la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía.
También reflexionan sobre el impacto de su encíclica Laudato Si’ que desarrolló seis puntos, que incluyeron un panorama sobre la situación ambiental global, sus consecuencias y soluciones. Esta carta motivó la creación de movimientos católicos e intereclesiales que trabajan por el ambiente.
Por Ana Cristina Alvarado / @ana1alvarado
Más de 23 000 hectáreas de bosque arrasadas, ríos contaminados y cientos de personas víctimas de trata. Este es el saldo que ha dejado la minería aurífera ilegal e irregular en el departamento de Madre de Dios, en la Amazonía peruana. Hasta este sitio que parece olvidado por los gobiernos de turno arribó en 2018 el papa Francisco. “La Amazonía es tierra disputada desde varios frentes”, dijo en un encuentro con los pueblos indígenas.
El Pontífice, nacido en Buenos Aires en 1936 como Jorge Mario Bergoglio, falleció el 21 de abril de 2025, en la Ciudad del Vaticano. Tras 12 años en el cargo, dejó un gran legado en cuanto a la protección de la naturaleza, dice María Adelaida Farah Quijano, vicerrectora académica de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. “Especialmente”, asegura, a partir de la publicación en 2015 de su encíclica papal Laudato Si‘: Sobre el cuidado de la casa común.
En Puerto Maldonado, la capital de Madre de Dios, y rodeado de cientos de indígenas de al menos dos decenas de pueblos que llegaron de la Amazonía peruana, boliviana y brasileña, el Papa reconoció que el extractivismo de petróleo, madera y oro, y los grandes intereses económicos que están detrás amenazan los territorios amazónicos.

“Si, para algunos, ustedes son considerados un obstáculo o un estorbo, en verdad, ustedes con su vida son un grito a la conciencia de un estilo de vida que no logra dimensionar los costes del mismo”, dijo. Y agregó: “Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común”.
Esta fue la primera vez que un papa visitó la Amazonía y reconoció el rol de los pueblos indígenas en la conservación de uno de los biomas considerados clave para enfrentar el cambio climático. Allí convocó al Sínodo Amazónico, una asamblea de eclesiásticos para tratar temas de interés religioso y pastoral que se celebraría en Roma en 2019.
Tras la reunión de 21 días, el líder de la Iglesia Católica escribió Querida Amazonía, una exhortación apostólica en la que resaltó el objetivo de preservar “esa riqueza natural que la destaca”. En el sínodo, además, nació la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), creada oficialmente en junio de 2020.

“Es el único ecosistema en el mundo que tiene una conferencia eclesial”, señala Mariano Castro, ex viceministro de Gestión Ambiental de Perú y coordinador adjunto del capítulo peruano del movimiento Laudato Si’. La Ceama inspiró la creación del Movimiento Intereclesial para la defensa de la Amazonía (MIDA), un grupo involucrado en las discusiones ambientales y climáticas como la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas.
Para el abogado experto en gestión y derecho ambiental, esto constituye un legado que busca contribuir al bienestar de los pueblos indígenas y a luchar contra la cultura de producción y consumismo que deterioran el ambiente.

La naturaleza estuvo en el centro de su Pontificado
Si bien lo ambiental no fue nuevo en la iglesia Católica, para Sandra Vilardy, ex viceministra de Ambiente de Colombia, el papa Francisco tuvo una “comprensión compleja” del tema. “Planteó siempre que la cuestión climática y la cuestión ambiental involucran lo social, económico, distributivo, la desigualdad”, sostiene Andrés Nápoli, director ejecutivo de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), de Argentina.
De San Francisco de Asís, conocido como el patrono de los animales y del medio ambiente, no solo tomó el nombre. En la encíclica Laudato Si’, que en mayo de 2025 cumplirá 10 años, el Pontífice recogió las palabras del santo italiano que reconocen a la madre tierra como una hermana que sustenta.
La carta “constituye un impulso a la agenda climática a nivel mundial”, de acuerdo con Castro. Para Vilardy, el Papa tuvo el acierto de elevar la información técnica sobre los problemas actuales relacionados al ambiente a información espiritual. “También política, sin duda alguna”, dice.

El documento tiene seis capítulos. En el primero aborda la contaminación, el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad global. “El clima es un bien común, de todos y para todos”, escribió. En el documento, el Papa Francisco también abordó temas como la justicia intergeneracional y la socioambiental.
En el siguiente capítulo sostiene que hay que rechazar con fuerza la idea de que los seres humanos deben sobreponerse a la naturaleza.
Farah Quijano señala que el aporte más significativo de la encíclica es la “crítica profunda” al modelo de desarrollo consumista y despilfarrador. En el tercer capítulo, el Papa reflexiona sobre los modos de producción, el antropocentrismo y sus consecuencias. “Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”, sostuvo Francisco.

Un llamado a restablecer el equilibrio
En el siguiente capítulo de Laudato Si’ aborda la ecología integral, un concepto que no es nuevo, pero que a ojos de Farah Quijano “es revolucionario” porque en una carta religiosa plantea la visión científica de que todo está conectado. “Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales”, reflexionó el Pontífice.
La vicerrectora de la Universidad Javeriana explica que en documentos posteriores, el Papa dice que la ecología integral es un llamado a restablecer los cuatro equilibrios ecológicos: el interno, con uno mismo; el espiritual, con Dios; el equilibrio con la naturaleza, con otros seres vivos; y el equilibrio social, con otros seres humanos.
En el quinto capítulo pide que se busquen soluciones “desde una perspectiva global y no solo en defensa de los intereses de algunos países”. Castro destaca que el Papa incluye los instrumentos del derecho internacional como herramientas para alcanzar la justicia ambiental, entre esos, la cooperación de los Estados, la transparencia de la información y la participación de distintos sectores especialistas.

En el último capítulo, hace recomendaciones para aplicar la encíclica en la vida personal. Por eso, Vilardy asegura que con este documento, Francisco no quiso llegar solo a los católicos, sino a toda la humanidad.
Además, destaca que puso a conversar a la ilustración eclesial con la ciencia y pidió a la Iglesia Católica y al resto de la sociedad que se dejen interpelar por la información científica que alerta sobre los daños a la naturaleza. “Nos alineó a muchos científicos y ambientalistas con su postura, sentimos un respaldo político y técnico muy importante”, dice la doctora en Ecología.
En 2023, amplió la encíclica Laudato Si’ con la exhortación apostólica Laudate Deum. “Con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”, escribió en esa carta enfocada en la gravedad de la crisis climática.

Una mirada desde el sur global
En opinión de Farah Quijano, sus escritos parten de la “vivencia en el sur global, muy concretamente en América Latina”. Desde los años 70, la región ha contribuido de manera significativa al entendimiento conceptual y material del medio ambiente y del desarrollo sostenible, de acuerdo con la académica.
Además, el documento reconoce que en los lugares donde hay más necesidades, la vulnerabilidad ambiental y climática es mayor. “No sé si será fácil encontrar otra mirada de este tipo”, reflexiona Nápoli. Para el director de FARN, el Papa fue un “contrapeso” en un mundo donde avanza el negacionismo.
Por eso, Francisco fue una voz influyente invitada a eventos como el lanzamiento de la Agenda 2030, que contiene los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2015.

Napoli asegura que también influyó en espacios regionales. Esto se observó cuando personas vinculadas a la Iglesia Católica y del movimiento Laudato Si’ apoyaron la firma del Acuerdo de Escazú, un tratado que busca garantizar el acceso a la información, a la participación pública y al acceso a la justicia en asuntos ambientales.
“Han sido factores muy importantes para que en su momento Argentina se adhiriese al Acuerdo”, dice el especialista en derecho ambiental.

El Movimiento Laudato Si’ también ha tenido impactos en Perú. Castro cuenta que, junto a otras organizaciones, han acompañado con pronunciamientos y atención a las viudas de Edwin Chota, Jorge Ríos, Leoncio Quintisima y Francisco Pinedo, defensores ambientales asesinados en 2014 en la región amazónica de Ucayali. Para el abogado, la Justicia ha sido lenta e inaccesible. El caso ya estableció condenas a los responsables, pero falta el pronunciamiento de segunda instancia.
Asimismo, el legado está en espacios educativos. Farah Quijano cuenta que las decisiones y acciones que se toman en la Universidad Javeriana están transversalizadas por la encíclica. La Institución ha ganado reconocimientos nacionales en arquitectura sostenible.

Un Papa que miró a la Amazonía
Para Castro, el Papa Francisco puso a los pueblos indígenas y a la Amazonía en el centro de atención. Reclamó la priorización de políticas y acciones de parte de los Estados y de la Iglesia para atender problemáticas como la minería ilegal y sus consecuencias.
Su preocupación, sin embargo, no ha sido suficiente. “Por supuesto no está mejor la situación ni para los defensores ambientales ni para los pueblos indígenas porque no dependen del Papa, dependen de lo que suceda en sus países y en muchos de nuestros países el retroceso es enorme”, zanja Nápoli.
El director ejecutivo de FARN cree que las discusiones para abordar el cambio climático también están retrocediendo varias décadas, la diferencia es que ahora, con el acelerado aumento de las temperaturas, el trabajo es contrarreloj. “Tenemos un nuevo desafío en la nueva Conferencia de Cambio Climático en Brasil”, añade.

En este contexto, el legado del papa Francisco constituye “una guía”, de acuerdo con Nápoli. “Lo que nos toca a los que hemos estado comprometidos en trabajar temas socioambientales es seguirlos trabajando”, dice Farah Quijano. Vilardy coincide: “Es la mejor manera que tenemos para honrar lo que hizo con tanto amor y tanta dedicación”.
Foto principal: encuentro del Papa Francisco con los pueblos de la Amazonia en el Coliseo Regional Madre de Dios. Foto: Carlos Lezama / Andina
Este reportaje es resultado de la alianza periodística entre Mongabay Latam y La Barra Espaciadora.

