Por Jhonatan Ávalos / @CevallosAvalos

Gregorio Díaz Mirabal es el coordinador general de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), una organización indígena regional a la que este líder indígena venezolano considera “la instancia indígena amazónica internacional más importante del planeta”. Díaz Mirabal se inició hace 30 años como dirigente cultural y deportivo de la comunidad de Warinuma, integrada por el pueblo Wakuenai Arawak, y asentada en la triple frontera entre Venezuela, Brasil y Colombia, en la confluencia de los ríos Guainía y Negro. 

“Nosotros no tenemos fronteras allí -dice el líder amazónico-, porque el río nos une, no nos divide, son los estados [los] que nos dividen”. El pueblo Wakuenai Arawak está presente en esos tres países.

Años después, Díaz Mirabal fue dirigente comunitario, lideró varios movimientos indígenas hasta que en 1993 nació la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), una organización indígena de la Amazonía venezolana de la que llegó a ser presidente y que ahora es también miembro de Coica. 

En 1993, hubo una masacre del pueblo indígena Yanomami -que habita territorios de Brasil y Venezuela- cometida por los mineros ilegales del norte de Brasil, conocidos como garimpeiros. Se la conoció como la Masacre de Haximú, en honor a la comunidad donde comenzó la matanza en la que16 indígenas yanomami fueron perseguidos y acribillados por buscadores de oro. En ese año, además, surgió la idea de construir una carretera para atravesar la Amazonía venezolana. “Desarrollo sustentable, decían”, recuerda ahora Díaz Mirabal. Fue ante esos crímenes y esas amenazas que nació Orpia y también su historia como dirigente regional para toda la Amazonía. “A partir de allí, [es] una historia de luchas en la Amazonía venezolana, nos damos a conocer a nivel internacional, demandamos al Estado por esa masacre, demandamos la falta de consulta previa”. Este 14 de marzo, Coica celebra en Quito 38 años de vida organizativa.

¿Cuál fue el resultado de esa demanda contra el Estado venezolano?

Sabes, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos todo tarda, tarda mucho. Al final  como a los cinco años la Corte falló a favor nuestro y se logró un plan de resarcimiento de todo lo que había pasado, un programa de salud para el pueblo Yanomami que se fue ejecutando, y aún está vigente. Y también demandamos ante el Tribunal Constitucional de Venezuela, también ganamos, [pero] eso está en proceso todavía, son procesos muy largos. Yo no era dirigente de Orpia, era un líder más y luego fui electo presidente de esa organización durante tres períodos. Después, [en] nuestra organización nacional indígena en Venezuela, que se llama Consejo Nacional Indio de Venezuela (Conibe), en su Asamblea Nacional, fui electo vicepresidente. Luego de mi gestión en Orpia, hace casi cuatro años, en el décimo Congreso de la Coica, en Macapá, Brasil, la Amazonia brasileña, fui electo coordinador general de la Coica. 

¿Qué significó para usted tomar el cargo de coordinador general de Coica y tener que representar a los pueblos indígenas de nueve países de la cuenca amazónica? 

Bueno, primero fue algo espontáneo [para] nosotros [porque] la Amazonía venezolana es una de las más pequeñas. Brasil es casi el 70% de la Amazonía de la cuenca, luego [va] Bolivia, Perú. Los más pequeños somos la Guyana, Ecuador y Venezuela, somos la Amazonía más pequeña. Sin embargo, en la Coica nunca se había planteado una coordinación general, nunca habíamos asumido ese cargo, siempre era Brasil, Colombia, Perú, Ecuador. (…) Nosotros veníamos de estar en territorio, [Orpia es] una organización territorial, se logró un consenso y me escogen a mí como coordinador, con la misión de generar más conexión con el territorio y generar una mejor imagen hacia los aliados, hacia todos los espacios internacionales. Bueno, un gran reto y lo asumimos como el mandato de Macapá. Y lo primero que hicimos fue generar una agenda internacional y una agenda territorial muy fuerte [durante] el primer y segundo año para recuperar los espacios internacionales que habíamos abandonado, y los espacios territoriales para generar confianza de nuestra base. Esos fueron básicamente los primeros años, nos tocó hacer fuerte ese trabajo.

Gregorio Díaz Mirabal
Cortesía: Coica.

En 2021 fue reconocido en la lista de Sachamama de los 100 latinos comprometidos por la lucha contra el calentamiento global. ¿Esta trayectoria le ha significado amenazas, presiones por parte de instituciones, empresas o gobiernos?

Generalmente, podemos decir que ese reconocimiento tiene que ver también con que nosotros hicimos visible la criminalización de nuestra gente. Como tú sabes, Colombia, Brasil y Perú están en la lista de los países con mayor índice de criminalización hacia los defensores de la naturaleza, ya sean campesinos, afrodescendientes o indígenas, [estos] son los países más peligrosos para defender la naturaleza y los derechos. 

¿Pero usted ha sufrido estas amenazas y ataques de forma personal? 

Claro, porque, por ejemplo, cuando hay cualquier caso de asesinato, homicidio, de criminalización, nosotros tenemos que actuar, yo he estado en muchos juicios como contraparte en la defensa de los hermanos y hermanas que han sido criminalizados, y por supuesto la Coica en este periodo ha aparecido en las marchas, en los derrames petroleros, en el tema minero, en los juicios. Y nosotros recibimos las denuncias, algunas veces no podemos salvar a los hermanos, pero sí acompañar en la lucha, en los juicios. Directamente hemos sido invisibilizados por los Estados, hemos sido [además] criminalizados en el sentido de que dicen que la Coica está en contra del desarrollo, que la Coica está apoyando a los movimientos indígenas para luchar contra el desarrollo y que estamos generando violencia en las calles… En el caso de Ecuador, en el caso de Colombia y Brasil, porque hemos protestado conjuntamente con la Conaie, con la Confeniae; en Brasil con la Coiab, en Colombia con la Opiac. Hemos ido a las calles, a grandes movilizaciones y generalmente [la criminalización] ha sido hacia Coica, no solo hacia mí, porque yo represento a la Coica. En mi caso, por ejemplo, me han negado la entrada algunos países [como] Perú, Panamá, Brasil algunas veces, pero con la presión uno entra, porque somos una institución internacional. Dicen: bueno, llegó la Coica, vienen a desestabilizar, pero es realmente a apoyar a nuestros hermanos que están luchando. Y a nivel ya jurídico, en la Corte Interamericana Derechos Humanos hemos hecho denuncias, acompañados con la Relatoría de Naciones Unidas para Pueblos Indígenas hemos ido a eventos para acompañar las denuncias con las organizaciones. El objetivo ha sido defender los derechos, hacer justicia por todo el daño que se ha hecho a la naturaleza, en los casos de asesinatos y la criminalización de nuestros hermanos y hermanas, pero básicamente defendiendo derechos. Por una parte estamos visibilizados, pero por otra parte hemos estado permanentemente amenazados.

¿Cómo es para un ciudadano venezolano como usted ser además un defensor indígena en medio de la crisis que vive su país de origen?

Es doble o triple discriminación. A pesar de ser coordinador de la Coica, en algunos países cuando ven mi documento, mandan a preguntar, mandan a investigar, porque lo primero que piensan es que uno va a buscar trabajo o que se quiere quedar en esos países y ni siquiera ven que uno es una autoridad indígena internacional. He estado mucho tiempo retenido en aeropuertos por ser venezolano, algunas veces se me ha negado la visa, algunas veces por ser de Coica pero muchas veces siento que es por ser venezolano también. Entonces, con todos esos obstáculos hemos dado la lucha y la batalla. Yo siempre reclamo: si aquí en Ecuador un venezolano fue presidente, nos hemos olvidado de que somos latinoamericanos, nos hemos olvidado de que Ecuador, por ejemplo, sufrió una crisis tan grande como la de Venezuela, y muchos todavía siguen saliendo en este momento, siguen saliendo hermanos de Ecuador a otros países y a pesar de eso nos olvidamos. Igual en Perú, en Colombia, eso ha pasado. Venezuela ha recibido tres o cuatro millones de colombianos, dos millones de Ecuador, de todos los países. Pero nos tocó a Venezuela y ahora nadie nos quiere ver, se olvida, hay como una mala memoria de lo que ha pasado en otro país y deberíamos de estar unidos, no deberían ponernos barreras, deberíamos solidarizarnos. Sabemos que hay gente mala y gente buena, pero por la gente mala no pueden pagar todos, ¿no?

Coica está por cumplir 38 años de existencia, ¿qué logros destaca de la organización?

El primer logro es que los pueblos indígenas de la Amazonía -a nivel del mundo y a nivel de Latinoamérica y de Sudamérica-, la Coica, es respetada en los tribunales, por los gobiernos, aunque muchas veces no nos quieren reconocer en los territorios por el apoyo jurídico, el apoyo sobre todo de defensa de los derechos y el apoyo también en la defensa de los territorios. En este momento no hay ninguna otra organización en el mundo o aquí en Sudamérica o en América Latina que defienda los derechos de los pueblos indígenas amazónicos. A nivel mundial no hay otra organización tan fuerte, en el sistema de Naciones Unidas, que defienda los derechos de los pueblos indígenas amazónicos. Y a nivel ya de nuestro trabajo diario, nosotros tenemos programas para las mujeres indígenas, tenemos programas para la juventud indígena, en tema de comunicación, desarrollo económico, defensa del derecho, pero sobre todo yo considero que la Coica es una escuela de derechos y de defensa del territorio.

¿Cuáles son las amenazas más violentas que enfrentan los pueblos y nacionalidades de la cuenca amazónica actualmente?

Antes era el petróleo, el extractivismo. En este momento es la minería ilegal, el petróleo sí está allí como los derrames petroleros, pero la minería ilegal crece cada día, se está expandiendo en toda la cuenca amazónica. Gobiernos de derecha y de izquierda igual están metidos en el extractivismo de la minería ilegal. El otro tema es la deforestación, la deforestación se está haciendo por la ganadería intensiva, se están destruyendo bosques para meter ganado. El narcotráfico está destruyendo bosques para sembrar la hoja de coca, los monocultivos como la palma aceitera destruyen los bosques. Los incendios que ya sabemos ocurren todos los años por esa misma causa: por la deforestación. Y también el tema de los derechos, si no hay consulta previa en los territorios indígenas, entran las petroleras, entran las mineras, entra la deforestación. Si no se reconocen los derechos de la naturaleza y de los pueblos indígenas, si el Estado sigue dando concesiones mineras y petroleras, esto es terrible para la Amazonía. En el tema de derechos a la salud, a la educación, lo vimos en la pandemia, los pueblos indígenas fueron abandonados por el Estado en toda la Amazonía. A pesar de tener derechos, fuimos los últimos en ser atendidos, atendieron primero las ciudades, primero todo, menos los pueblos indígenas. Y en el tema económico, esta crisis que tenemos se refleja más fuerte todavía en los territorios indígenas.

Gregorio Díaz Mirabal
Cortesía: Coica.

¿Cuáles son y serán las consecuencias económicas y sociales para nuestros países de seguir depredando la Amazonía?

Bueno, [según] el último informe del panel científico por el cambio climático en Naciones Unidas, la mayoría de los países se verán afectados por el aumento de la temperatura; va a haber mucha menos agua potable, se van a secar los ríos, eso sumado todo lo que hemos hablado de extractivismo, minería. También, a lo mejor muchos países de la costa van a desaparecer, regiones enteras, porque al calentarse el planeta se están derritiendo los polos.

¿En materia económica cuál será la consecuencia?  

En este momento, por ejemplo, al calentarse la Tierra, los que producimos alimentos no vamos a tener la misma producción. Va a haber una baja en la calidad de alimentos para el mundo, para cualquier región del planeta. Si no se ataca al cambio climático, no va a haber alimento, no va a haber agua porque no estamos hablando de la agroecología. Si luchamos contra el cambio climático y cambiamos los pesticidas, cambiamos ese modelo de desarrollo industrial, la tierra puede estabilizarse, pero si mantenemos ese modelo de desarrollo económico con grandes industrias que destruyen la naturaleza, que contaminan con ese modelo de combustibles fósiles, si no vamos [hacia] energías renovables, mucha gente tendrá mucho más dinero pero las grandes poblaciones no van a tener agua ni alimento.

¿Cree que proyectos como las Cuencas Sagradas o Amazonía por la vida, además de proteger el medio ambiente, pueden ser rentables económicamente para los 9 Estados de la cuenca amazónica?

Bueno, Amazonía por la vida es la iniciativa de hacer cualquier actividad política, sanitaria, económica, educativa para salvar la Amazonía. Necesitamos que la Amazonía no se destruya y que podamos evitar que el planeta supere los 2 o 3 grados de aumento de temperatura. Pero ese es el objetivo más grande en los nueve países. Luego vienen las Cuenca Sagradas, [que] es una iniciativa binacional, de dos países nada más, pero con un enfoque biorregional: no puede haber desarrollo si se destruye la selva, no puede haber desarrollo si no se reconocen los derechos territoriales de los pueblos indígenas y no puede haber desarrollo si se impone un modelo de economía basado en petróleo y minería. Esa es la importancia de esta iniciativa. Es como un cambio de modelo, no solo de desarrollo económico, sino social, cultural. 

¿Puede ser más rentable para nuestros países no explotar la Amazonía?

Dicen que en estos momentos la Amazonía representa casi el 30% del agua potable del planeta. El petróleo ya se va a acabar, el oro se va a acabar. Sin agua no hay vida. En cuatro o cinco años el agua va a tener mucho más valor que el petróleo y que el oro, porque si se acaba, se acaba el planeta, y nosotros somos una fuente de agua. Pongo el ejemplo de Costa Rica, que dejó de explotar los combustibles fósiles, dejó todas las actividades [extractivas] y le dio prioridad a la naturaleza, y es un buen modelo de desarrollo que está reconocido por Naciones Unidas. Podemos tomar ese ejemplo de que sí funciona un modelo distinto.

Usted ha dicho que los defensores indígenas corren el riesgo de ser víctimas de un etnocidio por los múltiples ataques que sufren. ¿Qué acciones propone el Programa de Defensa de Defensores y Defensoras Indígenas?

Nosotros estamos hablando de etnocidio cuando se asesina a un líder o una lideresa que defiende el territorio, ya sea indígena, afrodescendiente o campesino, y de ecocidio al ver que hay deforestación, que destruyen el territorio, la selva y allí perdemos todos. Cómo es posible que los que defienden la biodiversidad, el agua, la montaña sigan siendo asesinados y los que destruyen, que son la empresas petroleras, mineras, lleguen, dejen un desastre, dejen a nuestra gente en más miseria y pobreza, y no sean sancionadas. No les tocan, nadie les obliga a resarcir las consecuencias de su destrucción. Nosotros estamos planteando que haya un marco legal que se respete en nuestros países, [como] el Convenio 169, el Acuerdo de Escazú, Acuerdo de Minamata, todo lo que tiene que ver con la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, de los Derechos Humanos. Eso no quiere decir que estamos en contra el desarrollo, sino que tienen que buscar una alternativa, porque nuestra gente está siendo asesinada por los recursos naturales, no hay otra causa y eso tiene que parar, porque no puede haber un desarrollo a costa de la sangre de nuestro pueblo.

¿Es posible la coexistencia entre ciudades desarrolladas, un entorno natural saludable y el respeto a los habitantes de la cuenca amazónica?

Sí es posible, Costa Rica tiene pueblos indígenas, pero mucho más allá estamos viendo, por ejemplo, en Europa, que hay pueblos indígenas, en Rusia, en Noruega, en Finlandia, y han logrado un equilibrio en tema de derecho, en tema de desarrollo. Yo creo que sí es posible, pero es necesario que también los gobiernos de América Latina y de la cuenca amazónica tomen en serio el acuerdo de París, los acuerdos que se han hecho en las cumbres mundiales de cambio climático y de desarrollo, y vean esos otros modelos que están avanzando hacia una transición energética.

Gregorio Díaz Mirabal
Cortesía: Coica.

Otro de los problemas que están muy presentes en las comunidades indígenas de la región amazónica es la violencia de género, ¿qué medidas se están tomando desde Coica para erradicarla?

Nosotros venimos de una cumbre de mujeres, la cumbre se hizo en Colombia con 500 delegadas en representación de los 9 países. El tema de la violencia es a nivel universal, se violan los derechos de las mujeres todavía, en Asia y África ni siquiera pueden andar con el rostro destapado. En lo político todavía no logran espacios importantes, a nivel mundial, eso se ha analizado, pero el objetivo es que los derechos de las mujeres no impliquen violar otros derechos; tenemos que estar en igualdad de condiciones hombres y mujeres, porque si no también sería una discriminación. La violencia contra las mujeres es inaceptable, creo que no están funcionando los mecanismos, el Estado tampoco está llegando a los territorios indígenas con todas las leyes que favorecen a la mujer y a los pueblos indígenas. Las autoridades locales, municipales, prefectos, alcaldes, juntas parroquiales, muchas veces ni siquiera toman en cuenta los derechos de las mujeres. En el caso de la Coica nosotros estamos proponiendo un eje transversal de las organizaciones indígenas, en Ecuador, Perú, en todos los países cada organización tiene un área de mujeres para el tema de derechos, para seguir luchando en contra de la violencia y sobre todo de la exclusión de la mujer. 

Sobre la base de datos que tienen del Covid-19, ¿cuál es la cifra actual de afectados por la pandemia en la cuenca amazónica?

Nosotros al inicio la pandemia pedimos a todos los gobiernos una base de datos para identificar a los pueblos indígenas afectados, no afectados, contagiados, no contagiados, pero no se logró. Ningún país tiene una base de datos, ningún país de la cuenca amazónica, ningún gobierno tiene un censo específico para los pueblos indígenas, para decir cuántos niños, cuántas mujeres, cuántos abuelos, cuántas comunidades… Nosotros [durante] la pandemia logramos hacer una alianza con la Red Eclesial Panamazónica (Repam), porque la Iglesia Católica está presente en toda la Amazonía. Así visibilizamos que en la pandemia, hasta estos momentos, ya se superan los 30 mil fallecidos. 

¿Actualmente?

No, no actualmente, pero es un estimado, porque al final el Estado también dejó de dar cifras. Nosotros lo hicimos con el sentido de visibilizar cuántos morían por la pandemia, cuántos estaban contagiados. Nosotros decíamos que diariamente morían en la cuenca amazónica, por cada país, entre 15 o 20 hermanos. Realmente es una tarea pendiente, nosotros estamos luchando para que en los próximos censos de nuestros países, los gobiernos incorporen como una prioridad que la base de datos tenga un espacio específico para los pueblos indígenas en temas de salud o educación, en el tema de población. 

¿Esta cifra es responsabilidad de los gobiernos y sus políticas extractivistas?

Bueno, en la pandemia lo que se demostró es que ningún gobierno está preparado para una catástrofe sanitaria o climática, cuando hay un terremoto, cuando hay una erupción de un volcán, cuando hay una tragedia ecológica o sanitaria. Y quedó demostrado que, sobre todo en la triple frontera o doble frontera de nuestros países, donde hay pueblos indígenas amazónicos, no hay suficientes puestos de salud y eso es un deber del Estado. No hay médicos, no hay profesionales capacitados. Los hospitales que atienden a los pueblos indígenas no están en condiciones en ninguna capital de la Amazonía, son hospitales muy pequeños para todo el mundo y los indígenas generalmente no son prioridad. Entonces, desde el punto de vista de los derechos y de las leyes, es un deber del Estado, porque las organizaciones indígenas no tenemos esa capacidad de construir escuelas o puestos de salud, primero no es nuestra función, pero no tenemos esa capacidad económica tampoco.

¿Es el extractivismo una forma de etnocidio? 

Bueno, eso lo estamos diciendo nosotros, no está reconocido a nivel jurídico ni el delito de etnocidio, ni el delito de ecocidio. Estamos pidiendo que cuando una empresa destruya un bosque o destruya un río, una montaña, eso sea un delito contra los derechos de la naturaleza. Cuando se contamina un río con mercurio o cuando hay un derrame petrolero que destruye la tierra y los pueblos indígenas dejamos de alimentarnos porque los peces están contaminados, ya no se puede hacer chacra. Para nosotros también eso es un delito contra la vida de los pueblos indígenas. En estos momentos, solamente el Convenio 169 [nos] está respaldando en la lucha de los pueblos indígenas a nivel jurídico. Algunas leyes son muy débiles en la cuenca amazónica y nosotros estamos luchando para que estos delitos no prescriban y que sean visibilizados, y para que los responsables dejen de hacer esas actividades. Si han ejecutado acciones en contra de los derechos de la naturaleza y de los pueblos indígenas tiene que haber una sanción.

¿Son las acciones legales la única forma con la que los pueblos indígenas pueden hacer frente a los intereses económicos de empresas y gobiernos?

No, las acciones legales hasta el momento en algunos casos funcionan y en otros no, y muchas veces no tienen acción inmediata, porque tarda la decisión. Lo más efectivo ha sido ahora la protesta, las calles, trancar los territorios, las guardias indígenas. La protesta es la única manera que entiende el Estado, el Gobierno.

¿Es posible reemplazar la minería y la extracción de petróleo por otras industrias como el turismo, sin afectar el equilibrio de los ecosistemas?

Sí, nosotros decimos que además en el turismo está la economía de los pueblos, o sea, la artesanía, la medicina tradicional, las frutas amazónicas, el agua, mantener los bosques. Ahorita, por ejemplo, se le está poniendo un precio a lo que hacen los árboles de la Amazonía, que capturan el carbono, a eso se le está poniendo un precio. Eso puede ser una salida siempre y cuando sea un beneficio para los pueblos indígenas que cuidan los bosques. Hay muchas alternativas, pero a ninguna de las que yo te he nombrado le han dado la importancia económica las grandes empresas, porque solo ven el petróleo y el oro.

¿En algún momento se hará realidad esta transición en nuestros países?

Yo creo que ya ahorita, por ejemplo, en la Cumbre Mundial del Cambio Climático, y por lo que está pasando en el mundo, las catástrofes climáticas, y que ya muchas empresas no van a poder operar de esa manera, porque ya no hay territorio para explotación, lo que hay es destrucción. Hay ejemplos como en Europa y en algunos países desarrollados que ya están cambiando la energía fósil, el carbón, por una energía alternativa. Yo creo que sí hay esperanza, [incluso] ya algunos bancos han dejado de financiar a las empresas petroleras.

Gregorio Díaz Mirabal
Cortesía: Coica.

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1 COMENTARIO

  1. Buenos días,
    Quisiera poder comunicarme con Johantam Avalos, a propósito del artículo realizado con COICA.
    Me quedo a la espera de su contacto.
    Muchas gracias,

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