Por Gladys Martínez López / periódico Diagonal
“Israel merece el Premio Nobel de la Paz por la contención que está demostrando el Ejército” en Gaza, decía sin sonrojo el embajador israelí en Washington el 26 de julio. Precisamente ese día la cifra de víctimas mortales de la “contención” israelí superó la barrera de las mil personas, y los heridos superaban los 6.000, 80% civiles, más de 20% niños.
Desde que se iniciara la ofensiva ‘Margen Protector’ hasta el cierre de estas líneas, seis de los 12 hospitales, además de 20 centros de salud de Gaza, han sido severamente dañados por las bombas o disparos de los tanques, 3.500 viviendas han sido completamente destruidas, otras 3.000 han quedado inhabitables y 15.000 más dañadas, 92 instalaciones de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados han sido atacadas, dos barrios enteros arrasados y al menos 300.000 personas se encuentran desplazadas dentro de la franja.
“Los disparos y los bombardeos son completamente indiscriminados y aleatorios, no tienen objetivos, disparan a las calles y a las casas. Nadie está a salvo en Gaza”, explica a Diagonal en conversación telefónica Maher Mekky, un palestino residente en la zona centro de la franja. “No hace falta ser experto militar para saber que los bombardeos que está realizando el Ejército sionista en Gaza contra los edificios civiles son claramente intencionados. Lo más grave es que esto entra en la hoja de ruta del sionismo desde su creación”, explica Abdo Tunsi, editor de la revista Palestina Digital, quien apunta a que uno de los objetivos inmediatos del ataque es “poner fin al gobierno de unidad palestino”, que se creó a primeros de junio y, entre otras cosas, quitaba a Israel una de sus principales excusas para mantener el bloqueo de Gaza: el Gobierno de Hamás en la franja.
En las últimas semanas, mientras las imágenes del horror vuelven a circular a lo largo del mundo, se suceden las manifestaciones y actos de repulsa y reviven las campañas que hacen un llamamiento al boicot, las desinversiones y las sanciones, emulando la campaña internacional que empujó al fin del régimen del apartheid en Sudáfrica. Las invitaciones a no comprar productos cuyo código de barras empiece por 729, el distintivo de Israel, o a boicotear actos culturales y deportivos en los que participen israelíes que defienden la normalización de la ocupación se multiplican. “La gente en el mundo es solidaria con Gaza, pero el problema son los gobiernos, que tienen buenas relaciones económicas y diplomáticas con Israel”, dice Mekky. “Que los países pidan a Israel una tregua de 12 horas es estúpido. No deberían pedirle una tregua de unas horas, deberían forzarlo a que pare. Israel necesita buenas relaciones con el mundo. Si un día sienten que esas relaciones se ven amenazadas, cambiarán sus políticas”, continúa.
Excelentes relaciones
Pero los Gobiernos siguen manteniendo excelentes relaciones con el Estado sionista, que recibe, sólo de Estados Unidos, 3.000 millones de dólares anuales en ayudas. Y los intercambios comerciales entre Israel y la Unión Europea, con la que mantiene un acuerdo de asociación preferente desde el año 2000, han sido de 66.000 millones de euros entre 2012 y 2013. Quizá por ello el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, en un comunicado del 22 de julio, cuando el número de civiles palestinos muertos se acercaba a los 600 y los civiles israelíes muertos eran dos, afirmó que “la UE condena con firmeza el disparo indiscriminado de cohetes hacia Israel por parte de Hamás y los grupos militantes de la Franja de Gaza, que directamente hacen daño a civiles”. En el mismo comunicado, la UE “condena la pérdida de cientos de vidas civiles” sin hacer referencia al Estado sionista, para, acto seguido, “reconocer el legítimo derecho de Israel a defenderse”. Obviaba la UE que la agresión la inició Israel en junio, asesinando al menos a nueve palestinos y deteniendo a más de 500, tras la desaparición de tres colonos israelíes, de la que acusó a Hamás. El 25 de julio, en plena ofensiva contra Gaza, el jefe de la Policía israelí reconocía que Hamás no había ordenado ni su secuestro ni su asesinato.
“Derecho a defenderse”
El mismo argumento del “derecho a la legítima defensa” de Israel han utilizado en los últimos días el presidente francés, François Hollande; la canciller alemana, Angela Merkel, o el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García Margallo, mientras la dirigente del PSOE Elena Valenciano, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, enviaba el 9 de julio una misiva al embajador israelí en España deseando que “la cooperación entre nuestros países sea siempre la mejor”. No en vano, Europa mantiene también un fluido comercio de armas con Israel, “saltándose su propia legislación, que prohíbe hacer tratados comerciales y militares con países que vulneran los derechos humanos”, explica Nacho Prieto, de la campaña Rumbo a Gaza. Sólo en 2012 Europa vendió material militar al Estado sionista por valor de 600 millones de euros, mientras que Israel exportó armas a países europeos por 1.700 millones. En el Estado español, tanto los Gobiernos del PSOE como los del PP han hecho negocios militares con Israel, a quien han vendido armas por valor de más de un millón de euros entre 2011 y 2012. Mientras, según la Red Europea Contra el Comercio de Armas, en base a informes de la UE, los países europeos “no han enviado armas o sistemas militares a Palestina desde 2002”.
Ante la pasividad, cuando no abierta connivencia de los gobernantes, la sociedad civil ha lanzado numerosas campañas que intentan hacer presión para frenar la masacre. Además de los llamamientos al boicot, se suman las campañas para que se inicie un embargo de armas contra el Estado sionista, a las que se están sumando personalidades y artistas de distintos países. “Hacemos un llamamiento a la ONU y a los gobiernos de todo el mundo a tomar medidas inmediatas y poner en práctica un embargo militar integral y legal en Israel, similar al impuesto a Sudáfrica durante el apartheid”, dicen en una carta siete premios Nobel de la Paz, entre ellos Rigoberta Menchú y Desmond Tutu, además de otros intelectuales como Noam Chomsky. Añaden que “la capacidad de Israel para poner en marcha este tipo de ataques devastadores con impunidad se deriva en gran parte de la gran cooperación militar internacional y el comercio que mantiene con gobiernos cómplices de todo el mundo”. En el Estado español, la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina ha lanzado también una campaña para exigir el cese de las relaciones diplomáticas con Israel, empezando por la expulsión de su embajador. Sin embargo, ninguno de estos llamamientos ha surtido efecto de momento.
“Esto debería manar de los poderes públicos y no esperar a que la gente abra plataformas de firmas. La sociedad civil es la que está sensibilizada, se está movilizando, está protestando, está intentando hacer boicot, pero la incidencia es muy pequeña comparada con lo que puede hacer un Estado que aplique esos mismos parámetros de derechos humanos y que expulse embajadores y aplique el boicot en forma de sanciones o de ruptura de acuerdos comerciales”, afirma Nacho Prieto, quien añade que el hecho de haber eliminado el principio de jurisdicción universal, que permitiría juzgar estos crímenes, “bajo presiones de China, Estados Unidos e Israel, también nos convierte en cómplices”.