En Veracruz, en la provincia amazónica de Pastaza, jaguares habrían atacado a al menos seis terneros y varias mascotas. El crecimiento de las fronteras productivas es la principal causa de este tipo de conflictos.

Ante las pérdidas económicas y la indignación por la falta de respuestas oportunas por parte de las autoridades, algunos pobladores creen que cazarlos es la solución. Una bióloga de la zona busca incentivar la protección de esta especie emblemática.

La conservación del jaguar es clave para la regulación de los ecosistemas. El Ministerio de Ambiente y organizaciones no gubernamentales ya están implementando medidas para promover la coexistencia entre estos grandes mamíferos y los seres humanos.


Por Ana Cristina Alvarado / @ana1alvarado

Salvemos a los jaguares”. Eso es lo que pide con preocupación la bióloga Dayana Criollo. En el centro de la Amazonía ecuatoriana, ganaderos y agricultores han dicho que dispararán al felino responsable de la muerte de al menos seis terneros entre finales de octubre e inicios de noviembre de 2024. “La gente está molesta, quieren matar al jaguar, no hay una solución”, se lamenta.

Criollo relata que en la parroquia Veracruz, en la provincia de Pastaza, ver huellas o escuchar el rugido de este mamífero ha sido común desde la llegada de los primeros colonos, en la década del cuarenta. En el pasado también hubo ataques al ganado, pero nunca fueron tan recurrentes ni representaron pérdidas tan grandes como en la actualidad, cuenta el ganadero Hugo Granizo.

A inicios de noviembre de 2024, la comunidad alertó al Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) sobre los hechos. “Hasta no tener las evidencias, descartamos que sean ataques de felinos, posiblemente sean ataques de perros ferales”, dijo el 5 de noviembre en una rueda de prensa Fanny Tello, responsable de la Oficina Técnica de Pastaza del Maate. No obstante, algunos vecinos aseguran haber visto a un jaguar (Panthera onca) con al menos dos crías. Además, los terneros atacados tenían heridas en el cuello, una marca característica de la forma en que caza el gran felino americano.

Una creencia común sobre los jaguares es que pueden representar un peligro para niños o personas vulnerables, como ancianos. Este puede ser un argumento para matarlos. Sin embargo, Andrés Laguna, biólogo y experto en el manejo de la interacción entre grandes mamíferos y seres humanos, dice que en Ecuador no se han documentado casos. “El jaguar no responde de forma agresiva, esa es una percepción equivocada”, agrega Galo Zapata-Ríos, director científico de Wildlife Conservation Society (WCS) en Ecuador, quien se ha encontrado con estos mamíferos en varias ocasiones en la Reserva Faunística Cuyabeno y en el Parque Nacional Yasuní.

Fanny Tello, en entrevista con Mongabay Latam, muestra confianza en que la población no hará daño a los felinos y hace énfasis en que todas las especies de flora y fauna están protegidas por el Estado ecuatoriano. “Aquella persona que manipule, cace o mate a una especie que se encuentra categorizada [en riesgo en las listas de especies en peligro], puede ser sancionada con el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal, que contempla tres años de prisión”, asevera.

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Un jaguar captado por una cámara trampa en la Reserva Faunística Cuyabeno. Foto: Cortesía WWF.

El jaguar es emblemático, pero está en peligro

“El ataque de los felinos al ganado no es una buena noticia. Significa que hay cada vez menos hábitat”, dice Galo Zapata-Ríos.

Dayana Criollo, quien habita en Veracruz, cuenta que la selva fue talada progresivamente para convertirla en pastizales, fincas agrícolas o piscinas para el cultivo de tilapias y bagres. Esta realidad se repite en el resto de la Amazonía ecuatoriana. Entre el 2001 y el 2020, 623 000 hectáreas fueron taladas en la región, según un análisis de la Fundación Ecociencia.

Las industrias petrolera y minera, la minería ilegal y la construcción de vías también son factores de deforestación, advierte Zapata-Ríos. El experto explica que mientras la apertura de una carretera se incluye en los Planes de Impacto Ambiental de las industrias, los efectos que esta tiene no son tomados en cuenta. Según dice, la infraestructura vial permite el acceso de cazadores, taladores y colonos a zonas que eran de difícil acceso, impactando en la disminución del hábitat para especies como el jaguar.

Para el director científico de WCS, los derrames petroleros y la contaminación que provoca la minería irregular también amenazan a los ecosistemas en los que vive el felino. Además, la disminución de sus presas, por el alto tráfico de carne de vida silvestre que se ha documentado principalmente en el norte de la Amazonía, es otra amenaza. Aunque en Ecuador no hay mayor información, la cacería del jaguar para satisfacer la demanda de su piel y de sus partes en el extranjero también es un problema.

Y es que en la Amazonía el jaguar está En Peligro, de acuerdo con la Lista Roja de Mamíferos del Ecuador. Zapata-Ríos cuenta que hace 10 años, en esta región, se estimaban dos individuos por cada 100 kilómetros cuadrados y cinco en zonas bastante conservadas del Parque Nacional Yasuní. “No tenemos un estimado actual y no me atrevería a decir que ha aumentado o disminuido”, añade. Ahora los científicos están trabajando en muestreos en el sur de la Amazonía y en las estribaciones orientales de los Andes.

Los jaguares
La construcción de vías en la Amazonía es uno de los principales factores de deforestación y destrucción del hábitat del jaguar. Foto: Rhett A. Butler.

En el Chocó Andino (costa norte) ecuatoriano, la situación es más alarmante pues la especie está en la categoría Peligro Crítico. A inicios de 2024, WCS trabajó en la estimación de la densidad poblacional de estos felinos en la provincia costera de Esmeraldas. Los resultados no se han publicado aún, pero el director científico de la organización adelanta que en esa región hay menos de 0,5 jaguares por cada 100 kilómetros cuadrados. “Es una densidad súper baja”, afirma.

Zapata-Ríos explica que la preservación del jaguar es clave para el funcionamiento de los ecosistemas, ya que en zonas donde no hay depredadores grandes, crecen las poblaciones de roedores que se alimentan de semillas, afectando el equilibrio del bosque. También hay efectos indirectos: en donde no hay jaguares o pumas, hay alrededor de 100 veces más abundancia de insectos como las hormigas cortadoras de hojas aunque, “es complicado explicar las conexiones indirectas entre especies no directamente relacionadas por la complejidad de las redes tróficas”, dice.

Primeras medidas en Veracruz

Andrés Laguna asegura que una de las primeras medidas a tomar en casos de ataque a animales domésticos o de granja es monitorear a los individuos responsables de los ataques, para confirmar la especie y conocer el número de especímenes, el género y si se trata de juveniles o adultos.

Fanny Tello, del Maate, asegura que a inicios de noviembre instalaron cámaras trampa para tratar de hacer esta identificación, pero no dijo cuántas se instalaron.

El Grupo de especialistas en tapires de la UICN, en coordinación con Ecominga —una de las organizaciones que trabaja en el corredor Llanganates-Sangay— instaló una cámara adicional el jueves 14 de noviembre. La actividad se realizó en coordinación con pobladores de la zona, “en vista de que pidieron apoyo”, dice el biólogo Andrés Tapia, quien además fue dirigente de comunicación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía del Ecuador (Confeniae).

El ecosistema de la comunidad San Pablo de Talín, donde se dieron los ataques, no ha sido estudiado a profundidad, de acuerdo con el experto. “Consideramos que corresponde a un remanente boscoso de importancia en Pastaza. Se encuentra en las cabeceras de cuencas hidrográficas importantes, como la del Bobonaza”, añade.

Por su parte, Criollo, la bióloga que habita en la zona, relata que es común ver huellas de mamíferos y observar todo tipo de aves y plantas. Ha registrado especies de orquídeas endémicas, como la Dracula lotax o la Scaphosepalum rapax.

El Grupo de especialistas en tapires de la UICN, en coordinación con Ecominga, instaló una cámara trampa para monitorear la presencia de jaguares. Foto: Cortesía David Tapia
El Grupo de especialistas en tapires de la UICN, en coordinación con Ecominga, instaló una cámara trampa para monitorear la presencia de jaguares. Foto: Cortesía David Tapia / Zanja Arajuno.

La información que se recoja con las cámaras trampa podría servir para implementar medidas de conservación, como la declaración de reservas o de corredores ecológicos.

Para Armando Castellanos, director del Proyecto Grandes Mamíferos del Ecuador, también es necesario “atrapar temporalmente” a los jaguares para profundizar el análisis de la población y verificar su estado de salud. Esto es clave para su conservación, explica, pues ya ha visto casos de estos y otros grandes mamíferos con parásitos y virus propios del ganado y las mascotas. “Podemos actuar más rápido que ellos [que las autoridades], pero no hay coordinación y tampoco nos han llamado para ser parte de la solución”, afirma.

Al comentarle a Tello de lo que dice Castellanos, la funcionaria asegura que los científicos “son bienvenidos” a sumarse a las actividades para salvaguardar los felinos.

Aprender a coexistir con los jaguares

Tello explicó que los grandes felinos se acercan a las áreas pobladas por humanos cuando persiguen a presas como los sahinos, que atraviesan el bosque en búsqueda de árboles en fructificación y pasan por zonas ganaderas. “En estas áreas se encuentran con especies de presa fácil como los terneros. Se debe hacer un buen manejo del ganado”, añadió la experta.

Para ampliar esta información, el sábado 9 de noviembre se realizó un taller en la Gobernación de Pastaza, dirigido a los ganaderos y habitantes de Veracruz. Andrés Laguna dictó el taller Coexistencia e interacción humano-fauna.

El especialista compartió medidas de prevención accesibles y económicas, como la implementación de sistemas de goteo caseros que contengan una mezcla de orina humana y creso (desinfectantes). “Son señales que a los animales les indican que los humanos están cerca”, explica Laguna. Por lo tanto, los grandes mamíferos no se acercan a ese lugar.

El biólogo asegura que este sencillo método ha tenido resultados positivos en zonas de conflicto con felinos y osos de anteojos en la Costa y en los Andes ecuatorianos.

En una siguiente etapa, Laguna recomendó que se instalen parlantes que emitan sonidos humanos y que se organicen sistemas de alerta comunitarias. Además, dio a conocer que el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) cuenta con un seguro ganadero, que cubre la pérdida de animales de granja por ataques de fauna silvestre.

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Ganaderos y moradores de Veracruz asistieron al taller de Coexistencia e Interacción Humano-Fauna. Foto: Cortesía Gobernación de Pastaza.

“El día de la charla en la gobernación nos enteramos que había el seguro. Hay que pagar unos 30 dólares por animal. En mi caso, yo estaría pagando por unas 50 reses, unos 1500 dólares. No me parece tan justo”, detalla el ganadero Hugo Granizo.

Laguna también recomendó que los gobiernos autónomos descentralizados, parroquiales y provinciales y las diferentes autoridades junten esfuerzos para adquirir cercas eléctricas con paneles solares, una medida de “mucho éxito” porque evita que la fauna silvestre ataque a los animales de granja y previene que estos últimos corran mayores riesgos al huir e internarse en el bosque.

En redes sociales se difundió la idea de atrapar y reubicar a los felinos, sin embargo, tanto Galo Zapata-Ríos como Fanny Tello dicen que esa no es una opción. El especialista de WCS explica que la translocación depende de la capacidad de carga de un hábitat y como en Ecuador no existe información amplia sobre las poblaciones de felinos, liberar a los jaguares en cualquier sitio provocaría estrés en los individuos.

“He tenido conocimiento de que si un felino entra en el territorio de otro, pelean hasta la muerte”, dice Andrés Laguna. Además, asegura que la reubicación no es una garantía, pues los animales pueden regresar a la misma zona o ir a otras zonas productivas, pues ya aprendieron a subsistir con base en la ganadería mal manejada.

Armando Castellanos cree que es importante aplicar todas estas medidas pero que instituciones públicas y privadas deben trabajar en conjunto para incentivar a los pobladores a resguardar la vida silvestre.

“Es fácil decir no ‘caces, no tales’ desde la ciudad”, opina Castellanos. El director del Proyecto Grandes Mamíferos del Ecuador trabaja con comunidades andinas donde los osos de anteojos se comen los cultivos o atacan al ganado. En estas zonas se implementan estrategias para mejorar la producción y de esa manera evitar la expansión de la frontera agrícola y ganadera. Asimismo, se entregan compensaciones económicas a quienes han sufrido pérdidas.

Por su parte, Dayana Criollo está planificando una campaña de crowdfunding con el objetivo de obtener fondos para compensar a los ganaderos por sus pérdidas y así incentivarlos a conservar al jaguar y a su hábitat.

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En la Parroquia de Veracruz, en Pastaza, cerca de las áreas deforestadas todavía quedan remanentes de bosque en donde hay gran biodiversidad. Foto: Cortesía David Tapia / Zanja Arajuno.
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Foto referencial. Jaguar captado en cámara trampa en Colombia. Foto: Cortesía ProCAT.

Esta es un publicación original de nuestro medio aliado Mongabay Latam.


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Fabrizio Peralta Díaz

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