Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

Foto de portada: Productora Espectro.

Cali, Colombia.

Muy cerca de cumplir 82 años, el colombiano Martín von Hildebrand (enero, 1943) asumió la Secretaría General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), entidad intergubernamental que reúne a ocho países amazónicos: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, para promover la preservación del medio ambiente y la utilización racional de los recursos naturales de la Amazonía. 

Antropólogo y etnólogo por la Sorbona de París, Martín fue considerado por el gobierno de Gustavo Petro para ocupar este cargo después de sumar una experiencia que comenzó en 1972, cuando llegó por primera vez al territorio habitado por el pueblo tanimuka, en el departamento colombiano del Amazonas. Esa amplia trayectoria incluye haber sido director nacional de Asuntos Indígenas, durante el gobierno de Virgilio Barco (1986−1990), haber representado a Colombia en la negociación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y haber logrado el reconocimiento de 26 millones de hectáreas de selva amazónica bajo el sistema de resguardos indígenas, que legitima la gobernanza indígena de esos territorios y valora su propia cosmovisión basada en tratar a la naturaleza como un sistema del que el ser humano es un componente más, y no como una fuente de extracción infinita de recursos.

El creador de la fundación Gaia Amazonas defiende el concepto de conectividad social, ecosistémica y cultural para comprender a la Amazonía como un organismo interconectado. Si un componente falla, genera desequilibrio en el resto del sistema.  

“Toda la vida he luchado por el funcionamiento y la gobernanza de la selva”, recordó Martín la mañana del pasado 28 de octubre, en una bella casa de aires campestres ubicada en el norte de Cali. Aparentemente tranquilo, descalzo y en ropa ligera para hacerle frente al calor, Martín aguardaba a que se tomara la decisión que llevaría a su designación.

A escasos kilómetros, se llevaba a cabo la COP16 del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), un encuentro que fue promocionado como inclusivo y abierto a la participación de los pueblos indígenas y comunidades locales en las decisiones fundamentales sobre biodiversidad, pero que relegó esa promesa para privilegiar el marketing y los eventos.

Horas después de esta conversación, el martes 29 de octubre, Martín firmó el acta de posesión al frente de la OTCA y recibió los aplausos de sus más cercanos colaboradores y de muchas personas que siguen y admiran su trabajo de más de cinco décadas.

Martín von Hildebrand
Martín von Hildebrand, durante la ceremonia de posesión como secretario general de la Organización del Tratado para la Cooperación Amazónica (OTCA), en el pabellón Colombia. El evento tuvo lugar en la Zona Azul de la COP 16, en Cali, Colombia. Foto: Felipe Rodríguez-Fundación Gaia Amazonas.

Martín, la Amazonía enfrenta un conflicto entre distintas formas de gobernanza: gobiernos nacionales, poblaciones indígenas y grupos armados… un conflicto que podría llevar a la región a la deriva y romper esa conectividad a la que alude tu pensamiento. ¿Qué tan importante es la Amazonía para el mundo en este momento histórico y a propósito de la realización de la COP16?

Estoy de acuerdo en que tenemos varios tipos de gobernanza en la Amazonía: una gobernanza de los estados, de los gobiernos −bastante desarrollista, dentro del modelo neoliberal− y aún los [gobiernos] de izquierda están diciendo que la Amazonía tiene que ‘pagar el arriendo’ por estar en el planeta (…); hemos puesto a los humanos en el centro y todo lo que no sirve a los humanos es desechable. Ese es un tipo de gobierno [según el cual], tenemos que buscar un rendimiento económico de la Amazonía, que ha sido hasta ahora extractivista, y tenemos que cambiarlo hacia una visión socio−biológico−económica (…). Ahora, evidentemente, depende de cómo se lo maneje, porque si seguimos al ritmo de lo individualista, de lo competitivo y de la acumulación −que es lo que estamos haciendo desde hace tiempo con las empresas farmacéuticas, que son extractivistas de lo biológico y que luego terminan patentándolo−, entonces estamos aplicando una visión colonialista.

Nosotros los occidentales somos, por definición, colonialistas, desde los romanos, desde los cristianos… ¿Qué quiere decir esto? No solo negar al otro y decirle que no sirve, sino también negar la diversidad. Es decir que hay solo un dios, un solo modelo científico, una forma de pensar, una política neoliberal o [solo] hay marxismo… creer que hay una sola respuesta y que todos tienen que alinearse a esa respuesta. Eso es la negación de la vida, porque la vida es la diversidad.

El nuevo modelo va a ser la socio−bioeconomía o la sostenibilidad, pero en esta ideología y en todas, desde siempre, separamos el ser humano de la naturaleza (…). La ciencia se vuelve una estrategia para manejar a la naturaleza o dominarla. Al querer manejarla se vuelve materialista, le quitamos todo el concepto de espiritualidad y la dividimos en partes (…). Montamos al desarrollo sobre eso y eliminamos lo que no sirve. Nos olvidamos muchas veces de la vida que hay debajo de la tierra y le echamos químicos.

Dicen que lo importante es el clima, pero aunque se redujera la temperatura con mecanismos que no permitan la entrada del calor del sol o lo reduzcan, aunque consigamos controlar la temperatura del mar echándole diferentes productos, seguimos enfrentando la extinción de especies. Entonces vamos a colapsar, porque estamos acabando con la vida. A pesar de que se da más importancia al calentamiento [global] y al cambio climático, es más importante la biodiversidad, porque es esa biodiversidad la que permite que la selva funcione. La selva funciona porque hay biodiversidad, y al funcionar nos da los ríos voladores, absorbe el carbono, mantiene la resiliencia del planeta y da agua a todo el mundo. El clima es un derivado del funcionamiento de la vida en el sistema y no lo contrario.

¿Ahí se resume el concepto de esta conectividad de la que habías hablado?

Ahí está la conectividad, porque ahí está el flujo genético.

Martín von Hildebrand
Archivo Fundación Gaia Amazonas

La selva amazónica, para muchos, es algo inhóspito, que está muy lejos y parecería que no influye en la vida de quienes viven, digamos, en Europa o en otros lugares distantes. ¿Por qué creer que la Amazonía incide en todo el planeta?

Te voy a contestar de dos maneras. Primero te hablo del continente y los ríos voladores: un metro cuadrado (o una hectárea, me da igual la superficie) genera humedad, evapora y transpira siete veces más que un metro cuadrado del mar, porque los árboles tienen raíces muy largas, de 18 metros o más, que succionan el agua como un pitillo. El agua sube, se evapora y se transpira a través de la fotosíntesis, forma nubes y esas nubes van dando brincos de sapo (cae y vuelve, cae y vuelve) hacia la cordillera de los Andes. Una parte sube al norte y de 22 millones de toneladas de agua diarias 17 bajan por los ríos y las otras 5 se reparten: unas llegan hasta el sur de EEUU y el resto a la cuenca del Río de la Plata. Esta es la imagen que tenemos de los ríos voladores.

Ahora bien, el 71% del PIB de toda la zona andina depende del agua de la selva. El 40% de Chingaza, que es lo que da el agua a Bogotá, depende de la selva. Si perdemos la selva, no tenemos agua ni para agricultura, ni para vivir ni para nada. Por eso te decía que le estamos pidiendo a la selva que ‘pague el arriendo’ por estar aquí, cuando tiene un valor intrínseco para la resiliencia del planeta, porque opera como un sistema de aire acondicionado que al evaporarse, al crear sombra y al formar nubes que reflejan el sol, mantiene un grado por debajo la temperatura en el planeta. Por otra parte, entre mayor biodiversidad, mayor resiliencia, es decir, mayor capacidad tiene el planeta para volverse a acomodar. Produce agua, pero el agua la produce con los árboles, y los árboles dependen de la biodiversidad y de que esté todo conectado para que haya un flujo genético. Si lo aislamos, esto va a colapsar. Por eso es importante el funcionamiento de la selva como algo fundamental. No podemos quedarnos en medir solamente la deforestación y la restauración. El indicador es el agua. Si el agua que llega a Chingaza se mantiene en el 40% vamos bien, si comienza a disminuir, vamos mal.

En Ecuador ya es evidente. Vivimos una crisis de energía eléctrica que ha llevado a cortes del suministro de 14 horas diarias y eso implica que miremos de nuevo hacia la Amazonía como el lugar donde está la solución potencial, sin reconocer que nos habíamos olvidado de ella mientras todo funcionaba aparentemente bien…

¡Exacto! Y tenemos que medirlo como un conjunto, porque es un sistema. Ahí todo es importante. Si deforesto río abajo, no tengo las nubes que suben y traen el agua arriba. Si yo deforesto arriba tengo toda la sedimentación y bloqueo lo de abajo. A veces decimos que Ecuador está un poco fuera del juego por no tener frontera con Brasil −que es el grande−, y lo dejamos fuera de la discusión, pero Ecuador es igualmente importante. Es como un gran rompecabezas. Todas las piezas son importantes. Todas son diferentes, de diferente tamaño y diferente color, pero su real valor está en que estén colocadas en el lugar debido. Si falta una ficha queda un hueco. No importa que una sea grande o pequeña. Somos parte de un conjunto y tenemos que funcionar todos juntos. No es cuestión de tamaño sino de calidad. Tenemos que pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo.

Pero para eso necesitamos decisiones políticas, porque aterrizando en lo práctico, son los gobiernos los que van a gestionar política pública sobre la base de esas necesidades. ¿Qué pasa en nuestra región? ¿Por qué no lo logramos?

Para ilustrar lo que acabas de decir, estamos hablando del acuerdo 30X30 [Martín se refiere al Acuerdo de París de Cambio Climático y a la meta 3 del marco Kunming-Montreal del CDB, que se aprobó en 2022]. Resulta que en la Amazonía ya tenemos el 47% [del territorio] bajo una figura de protección y seguimos colapsando. ¿Qué nos falta? Verlo de una manera integral. Si lo abordamos desde cada país y cada país evita la deforestación y hace reforestación según sus políticas y sus prioridades, eso no suma y no mantiene el sistema. Necesitamos una visión integral. Tenemos que lograr que los gobiernos se comprometan con los mecanismos (Martín se refiere a los NDC o Contribución Determinada Nacional, por sus siglas en inglés, y a los NBSAPs, o Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad por sus siglas en inglés), pero que esto se haga en el marco de la cooperación. Al comparar los compromisos de todos los países en clima y biodiversidad, se descubre que hay similitudes enormes, sinergias. Tenemos que coordinar entre todos y definir cuáles son las áreas prioritarias de conservación. Si no lo hacemos, esto va a colapsar. Aunque tuviéramos la voluntad de cumplir con todos nuestros compromisos, si lo hacemos de manera separada no vamos a lograrlo.

Acabas de referirte al dilema de estos tiempos: sabemos que estamos destruyendo el planeta pero, al mismo tiempo, no sabemos cómo salir de las formas de vida que tenemos, aquellas que tienen que ver con la dependencia de los combustibles fósiles, de la urgencia de la productividad. ¿Cómo inaugurar una discusión en la que este dilema se aborde sin temor de que las economías de los países quiebren?

Yo no creo que quebramos económicamente si hacemos un cambio económico con las empresas, porque no podemos hacer esto sin el sector privado. Muchas empresas están ya moviéndose hacia [la figura de] empresas B [Martín se refiere a la categoría de empresas y empresarios que buscan medir sus impactos sociales y ambientales y ser transparentes], hacia la sostenibilidad. No es suficiente, pero es una forma de tomar conciencia de que tenemos que poner la vida en el centro y no la empresa ni la ganancia, ni siquiera al humano en el centro. A medida  que vamos formando estos círculos concéntricos, las empresas aportan a la vida y tienen una ganancia. Las empresas ya lo están pensando, y no por una razón altruista sino porque dentro de cincuenta años, si todo colapsa, no van a funcionar. Tenemos que construir nuevas visiones y eso ya está ocurriendo. Las sequías, los huracanes y los fuegos nos están obligando a reaccionar. La tecnología nos va a ayudar pero no es la única solución, no nos va a salvar, solo nos va a ayudar. El problema de fondo es ético: quiénes somos y cómo nos relacionamos con el medio ambiente. La ciencia es fundamental, pero en el fondo, es un problema de conciencia.

Hay ya debates abiertos en este sentido, por ejemplo, con los mercados de carbono, y en ese proceso de discusiones surgen indicios de que existen corporaciones que están aprovechándose o discursos que disfrazan la realidad para confundir, pues se trata de temas muy técnicos y difíciles de comprender.

Sí hay problemas serios porque sí hay deshonestidad. El offset [compensaciones de carbono o carbon offset en inglés, se refiere a la reducción en las emisiones de dióxido de carbono o gases de efecto invernadero hecha para compensar una emisión efectuada en otro lugar], por ejemplo, no funciona, en verdad. No quiere decir que la estrategia no sea positiva con esos créditos de carbono bien manejados y la plata bien invertida. Pero sueltan plata para los campesinos y los indígenas sin que tengan un plan de desarrollo, un plan de vida, un mecanismo para manejar los recursos, una empresa administradora de esos fondos, un sistema de rendición de cuentas. Todo esto hay que armarlo. Hay mucha plata, pero cuando llega así, ‘a la loca’, genera más problemas que soluciones.

Martín von Hildebrand
Foto: Cortesía de Fundación Gaia Amazonas.

 Martín, tú has sido reconocido por tu trabajo histórico en la conformación de los resguardos indígenas en Colombia, donde actualmente hay 26 millones de hectáreas bajo esta figura, para suplantar la figura de reservas…

Que existía en la ley, pero que nadie se había tomado el tiempo de hacerlo en la práctica. En los años sesenta, efectivamente, se habló de las reservas −que decían que las tierras eran del gobierno y que los indígenas tenían [derecho de] usufructo−, para pasar a decir que los indígenas sean propietarios colectivos e inalienables. Y Colombia lo hizo de una manera fuerte, pero los demás países no.

Colombia se vuelve, de alguna manera, un piloto que podría adoptar la región. En Ecuador, por citar un ejemplo, hay zonas en donde se mantiene la gobernanza indígena y todavía se contiene el avance de amenazas como el narcotráfico o la minería ilegal, mientras que las zonas que pertenecen al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) están siendo tomadas por la minería ilegal, el narcotráfico y otros mercados ilegales.

Si miras el mapa de toda la Amazonía, ves que en el sur hay mucha deforestación y mucha erosión, y hay otras partes muy bien conservadas. El conocimiento indígena es igual: hay unas cosas muy bien conservadas y también hay mucho que se está erosionando. Por eso es tanto o más importante la diversidad cultural que la biodiversidad, porque el problema de fondo es ético: quiénes somos y cómo nos relacionamos con el medio ambiente. Hay una conciencia colectiva incluyendo a la naturaleza, y el chamán, cuando hace contacto con el mundo espiritual, entra en contacto con esa conciencia. El chamán es una persona muy entrenada. Entonces, es otra forma de integrarse. Podríamos decir que el conocimiento indígena no es académico sino íntimo. Es volverse uno con la naturaleza, entender que cuando observo un árbol no solo me vuelvo uno con la energía del árbol sino que, al observar el árbol, a mí también me absorbe. Tenemos este intercambio con la naturaleza constantemente. Los chamanes todas las noches se sientan y meditan, entran en ese espacio. Es otra forma de ser un ser humano y está plasmado en su cotidianidad, en su comida, en todo. Nosotros los occidentales ya estamos entendiendo que esto existe, ya lo estamos viendo intelectualmente y también a través de la física cuántica. Estamos entendiendo que esto no es una dualidad sino un continuum. De lo que conozco, los chamanes hablan de un orden y un desorden de la naturaleza, de la convivencia y del estado en el que vivimos con la naturaleza. Si hay orden fluye todo, si hay desorden hay malestar. En todo orden hay desorden y en todo desorden hay orden. Es un continuo. Pero como los humanos somos los humanos, desordenamos. Lo que hace el chamán es acomodar todo de nuevo para que se mantenga el flujo. Como volver a acomodar las piezas del rompecabezas. Y tenemos el privilegio de que todavía tenemos en nuestros países culturas tradicionales que tienen ese pensamiento, y tenemos que darles toda la importancia, no solo por justicia sino por necesidad. Tenemos que hacer que participen realmente en la toma de decisiones y que tomemos en serio lo que ellos dicen. Y tenemos que hacerlo desde los colegios, en todo el proceso educativo, para superar el dilema del que hablábamos y entender que la economía tiene que estar con la vida en el centro y vivir en función de la selva y de la naturaleza, porque nos lo está diciendo. ¡Nos lo está diciendo! Estamos cambiando, el problema es que lo hacemos muy lentamente y el tiempo se está agotando.

Llama mucho la atención que no haya un enfoque de seguridad en las conversaciones que se han llevado a cabo en la COP 16, en Cali, cuando los problemas que vive el planeta tienen que ver mucho más que nunca con asuntos de seguridad. ¿Cuál es tu visión al respecto?

Si no tenemos seguridad, no vamos a parar la deforestación. Incluso los proyectos socio bioeconómicos no serán posibles si es que nos matan. La inseguridad se ha tomado Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y buena parte de Brasil. [Los grupos violentos] tienen más plata y más organización que los gobiernos. Entonces, lo primero que tenemos que hacer es trabajar como un sistema. Tenemos que estar integrados y articulados, porque si dejamos un hueco en el rompecabezas o una pieza por fuera, por ahí se nos escapan. En segundo lugar, tenemos que evaluar la capacidad de todos para luchar contra la inseguridad, porque habrá países que tienen personal, estrategia, jueces ambientales, estructura jurídica y administrativa, y otros que no lo tienen. Por eso es esencial crear estos espacios, porque si no lo hacemos es muy difícil que salvemos la selva. Sí, tiene usted razón, [en la COP16] no lo han puesto en la mesa como han debido ponerlo…

¿Cómo ves la posibilidad de que un organismo como la OTCA no muera y recupere la posibilidad de hacer algo concreto, urgente y de manera sinérgica?

Lo urgente es que veamos a la selva como un sistema interrelacionado, interdependiente, y que todos los países colaboremos desde esa perspectiva y definamos conjuntamente cuál es la cooperación estratégica que debemos implementar en la selva para que no colapse. Y el indicador es si sigue lloviendo o no, es decir, el agua, los ríos voladores. No se trata de cuántas hectáreas deforesta cada país −lo que también es importante pero no funciona como el indicador−, porque como decía, tenemos el 47% de hectáreas bajo figuras de protección y seguimos colapsando, entonces, consolidemos ese 47% pero ampliemos [esa protección] a las áreas que científicamente demostramos que son necesarias para que funcione el sistema y trabajemos en conjunto, respetando, obviamente, la soberanía de cada país. Eso es lo que tenemos que hacer para así llegar a la COP 30 [la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en Brasil, en mayo de 2025] con una propuesta conjunta.

Ahora, ¿cómo todo esto será posible si no se ha pensado todavía en un plan estratégico regional para combatir los problemas transfronterizos, cuando las fronteras son casi zonas sin ley y somos testigos de los avances de grupos armados desde distintos frentes que ninguno de los gobiernos amazónicos ha logrado contener?

En primer lugar, vuelvo al problema más grave que tenemos: el tiempo. Esta es una carrera contra el tiempo. Y nosotros, en la OTCA, vamos a usar nuestro capital tiempo para hacer un diagnóstico sobre cómo estamos todos nuestros países para poder colaborar. Nos toca ponernos de acuerdo y yo creo que sí hay voluntad para ponernos de acuerdo y hacer un monitoreo de la criminalidad. En segundo lugar, a partir de los compromisos que ya tenemos debemos ir de la suma de esos compromisos a una propuesta conjunta para llegar a la COP30. Es un objetivo a cortísimo plazo y yo espero que sea posible. Y también a cortísimo plazo debemos tender un puente entre Biodiversidad y Clima [Martín se refiere a vincular las COP en estas dos áreas]. Por ahora no se pueden integrar porque tienen dos estructuras diferentes y dos mecanismos distintos. [La COP del] Clima solo piensa en secuestro de carbono.

¿Y esa mirada es reduccionista?

Es reduccionista. Y fundamentalmente la selva es biodiversidad. Y no puede haber secuestro de carbono sin biodiversidad. Entonces, tenemos que encontrar la manera de mostrar que las dos COP están articuladas y que tienen que funcionar conjuntamente. Las estructuras y la gobernanza que tienen lo hacen muy difícil, casi imposible, pero hay que hacer un puente. Lo que es urgente es seguridad, manejar al Amazonas como un sistema y dar prioridad al funcionamiento del sistema, y además −esto es más difícil y no sé si decir que es urgente o no− ir moviéndonos hacia otro modelo económico.

Pero, los pasos que se den ya pueden abrir caminos, ¿no?

Exacto. Me gusta hablar de la vida en el centro, que es lo que tienen los indígenas. Y diría que también es importante buscar mecanismos para valorar y dar importancia a los indígenas para que estén en la mesa de decisiones.

De hecho, la propuesta conceptual de la COP 16 fue que esta cumbre sea “de la gente”, sin embargo, hay muchas quejas de parte de miembros de ciertas delegaciones de pueblos indígenas presentes acá que no se sienten integradas ni partícipes de las conversaciones de alto nivel, sienten que otros están decidiendo por ellos una vez más.

Es cierto que no están plenamente integrados y esa es una herencia que tenemos: podemos reconocer muchas cosas en la ley pero seguimos siendo racistas. Nuestra cultura −desde los romanos y antes− ha sido colonialista, la iglesia católica ha sido colonialista. Está en nuestra educación. Hoy en día, nuestras universidades están conscientes de los problemas climáticos y de biodiversidad y, sin embargo, siguen preparando al mismo ingeniero y al mismo abogado. Pero, los indígenas tampoco hacen propuestas. (…) El 26% del bioma amazónico es territorio indígena y no se están haciendo suficientes propuestas.

Es decir, es una necesidad urgente también pasar de la protesta a la propuesta…

Exacto, y demostrar que su propuesta está contribuyendo de una manera muy importante a la biodiversidad y al clima y que ellos sufren necesidades por eso. Y demostrar que tienen discursos diferentes a los occidentales: el pensamiento de los tradicionales es que somos naturaleza, que tenemos que convivir con la naturaleza y tenemos que respetarla profundamente. Tenemos que comenzar a hablar de su filosofía o de su cosmovisión y sobre eso podemos contribuir al futuro del planeta.

¿Este es un asunto ambiental o es un asunto de vida o muerte?

Yo, más que crisis ambiental, hablo de cambio radical. Va a haber un cambio radical que va a aumentar los veranos, va a haber más sequías, va a haber inundaciones, va a subir la temperatura y la vida se va a volver muy difícil y desagradable. Vamos a tener muchos conflictos por migraciones de gente que está buscando una solución (…), entonces, es de vida o muerte para la biodiversidad, para la vida. Para los humanos es de violencia, de sufrimiento y es de muerte −no porque se vaya a extinguir la humanidad−, muchas migraciones y muchos más gobiernos de derecha porque, ante la inseguridad política, voto por el que me promete seguridad, y esa seguridad no existe sino en la ilusión de la derecha de creer que son capaces de darnos seguridad prohibiendo la migración, defendiendo el nacionalismo, armando a la gente…

Pero, también las izquierdas han cometido errores de esta naturaleza y están cometiéndolos. Muchos gobiernos que se han promocionado como gobiernos de izquierda han abierto el camino a actividades extractivas acabando con pueblos enteros, territorios indígenas en riesgo, cuencas hídricas…

Es que de lo que estamos hablando es de fascismo. Hay un fascismo de izquierda y hay un fascismo de derecha. Y todos están basados en un concepto de colonialismo. (…) Hablamos de un cambio de modelo económico, y mientras tengamos una democracia que tampoco funciona −pues la idea fundamental de la democracia es contar con una ciudadanía informada y si la información se distorsiona y la gente no tiene información, pues la democracia no funciona−, entonces ahí tenemos un nuevo reto. Además de la crisis ambiental o del cambio radical, estamos viviendo un colapso civilizatorio. Cooperemos para llegar al bienestar. Tenemos muchos caminos y tenemos que tomar riesgos.

A pesar de todas las adversidades demuestras que tienes mucha expectativa y esperanza, y que todavía identificas alternativas estructurales.

Sí. Las identifico. Yo no soy ni optimista ni pesimista. Lo que creo es que tenemos que luchar. Demos la pelea, aunque sea para que nuestros nietos digan: nuestros abuelos dieron la pelea.

¿Morir en el campo de batalla?

Morir en el campo de batalla, porque algo puede suceder.

Martín von Hildebrand
Foto: Cortesía de Fundación Gaia Amazonas.

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Fabrizio Peralta Díaz

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