Por Ángela Lascano D. / @AngelaILD

“Al día de hoy, hay una gran cantidad de abejas que se nos mueren año tras año”, dice Raúl Viteri, apicultor radicado en Machachi. Raúl lleva 50 años dedicado a la apicultura y, cuando empezó, en la agricultura era poco usual la utilización de agrotóxicos, sustancias químicas presentes en  insecticidas, herbicidas y fungicidas, que se usan con el objetivo de influir en el proceso de producción de alimentos. 

Los agrotóxicos son considerados a nivel mundial como uno de los principales factores de la contaminación ambiental. Su modo de acción consiste en destruir los sistemas o enzimas de plagas pero, normalmente, los tóxicos no diferencian los sistemas de otros seres vivos, provocando graves daños en la salud humana, animal y vegetal. Sin embargo, a pesar del riesgo de usarlos, son de las pocas sustancias tóxicas de fácil acceso para el control de plagas.  

Hace cinco años, Raúl sufrió las consecuencias de los agrotóxicos. “Yo tengo un apiario de 30 colmenas, en Güitig Alto”, cuenta, “un día, sembraron cerca de mi terreno 30 hectáreas de zanahoria y, para quitar la maleza, fumigaron con glifosato”.  15 colmenas del apiario de Raúl murieron por la exposición al glifosato. Raúl llamó a la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) y, aunque se llevaron muestras para comprobar la presencia del tóxico, nunca le entregaron los resultados. 

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Encuentro de apimeliponicultura agroecológica, en mayo de 2023. Foto:_ Sayri Cabascango.

El glifosato, uno de los herbicidas más comunes del mundo, es mortal para las abejas, puesto que provoca alteraciones en sus sistemas digestivos y sus capacidades cognitivas. Además, según la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades, se ha demostrado que los trabajadores expuestos a grandes cantidades de productos con glifosato, tienen más probabilidad de sufrir problemas respiratorios. En animales, por otro lado, puede provocar problemas en el desarrollo.

Los agrotóxicos son la mayor amenaza para las abejas y otros polinizadores. Debido a que su uso en zonas rurales es cada vez más extendido, las ciudades, actualmente, se empiezan a configurar como un refugio para las abejas y otros polinizadores. 

En el Distrito Metropolitano de Quito, el 28 de septiembre de 2022 se aprobó la Ordenanza Metropolitana No. 041-2022, que prohíbe la utilización y aplicación de agrotóxicos que puedan afectar a los polinizadores, la flora nativa y a la salud humana en las zonas urbanas y periurbanas de Quito (Artículo 3631.1). 

La Ordenanza nace de la necesidad de fortalecer la implementación de la Red Verde Urbana (RVU), una propuesta que busca “aportar a la conservación de la biodiversidad, reducir el efecto de las llamadas islas de calor y aumentar la resiliencia del DMQ frente a los efectos del cambio climático”. El artículo 3631.1 se introduce, a su vez, con el objetivo de proteger a los polinizadores que garantizan el ciclo vital de reproducción de las áreas verdes, y se mencionan agrotóxicos como el glifosato y todas sus variantes; el paraquat, el 2-4D, la atrazina y los neonicotinoides. 

Con esta ordenanza, Quito se convierte en la primera ciudad en Latinoamérica libre de agrotóxicos en espacios urbanos. No obstante, pese a que ha transcurrido más de un año desde su aprobación, no se han tomado medidas para garantizar su cumplimiento y, menos aún, para socializarla. 

Con la imperante necesidad de difundir la ordenanza, el Colectivo en Defensa de los Polinizadores lanzó la campaña Quito Hogar de Abejas, con el objetivo de generar conciencia en los ciudadanos y exigir mecanismos para el cumplimiento de lo establecido en el artículo. Se espera recolectar las firmas suficientes para que la problemática se visibilice; porque un mundo sin abejas, es un mundo sin vida. 

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Encuentro de apimeliponicultura agroecológica. Mayo de 2023. Marisol Angulo, defensora de los derechos de la Naturaleza. Foto: Sayri Cabascango.

¿Por qué deberían importarnos las abejas?

En Una historia con aguijón, Dave Goulson, profesor de Biología en la Universidad de Sussex, explica que, hace 135 millones de años, la mayoría de las plantas esparcía el polen con ayuda del viento. Pero el sistema era ineficiente: cerca del 99,9% del polen se perdía. Como parte de los mecanismos de la naturaleza para regularse, algunos insectos voladores comenzaron a alimentarse de polen, y mientras se alimentaban, los granos de polen se quedaban adheridos en su pelo y articulaciones. Cuando volaban a otra flor, el polen caía en los órganos femeninos de esta otra planta y ocurría la polinización. Gracias a este mecanismo, las plantas polinizadas por los insectos se reprodujeron y diversificaron con más facilidad y, entonces, nació el insecto polinizador por excelencia: la abeja. 

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, un tercio de la producción mundial de alimentos depende de las abejas. El trabajo de estos polinizadores garantiza la biodiversidad genética, lo cual a su vez está relacionado con la seguridad alimentaria. 

El Colectivo en Defensa de los Polinizadores explica que, lejos de sólo cuidar a las abejas solo por su utilidad para los seres humanos, debemos valorar su existencia como parte de los derechos de la naturaleza. “Las abejas nos tienen que importar porque tienen derechos como seres vivientes. Y todos los seres vivientes tenemos derecho a la vida, a la existencia y a un ambiente sano”, señala Valeria Recalde, antigua coordinadora y miembro del Colectivo en Defensa de los Polinizadores. “Si miramos más allá de su función ecosistémica como un servicio para los humanos, y pensamos en el derecho de los polinizadores, encontramos que garantizar este derecho garantiza otros derechos en cadena: nuestro derecho a la alimentación, el derecho al trabajo de los apicultores y meliponicultores y el derecho de la naturaleza a seguir reproduciéndose como debe hacerlo”.

Maria Rosa Camacho, apicultora y coordinadora del colectivo, dice que hay que recordar que la labor de los polinizadores permite la reproducción de la vida: en los huertos agroecológicos, por ejemplo, el uso de agrotóxicos deja de ser necesario, porque se entiende que el crecimiento de otras plantas ayuda a que otros polinizadores coman. “De una huerta agroecológica se va a dar de comer a los pájaros, a las abejas, a las mariposas, a la comunidad y al exterior. Se forma, entonces, una cadena que podemos llamar la seguridad alimentaria, porque estás dando alimentos no solamente al ser humano, sino a todo un grupo de seres vivos”.

En Ecuador, frutos como el maracuyá y la granadilla dependen de la polinización de las abejas del subgénero Xylocopa, también conocidas como abejas carpinteras. “A las pasifloras puede visitarlas cualquier polinizador, pero no significa que la polinización va a producir una fruta grande, bonita, con semillas fértiles, tal como sucedería si las visitara la abeja carpintera”, explica Valeria Recalde. Otras plantas en el país, como las orquídeas, también dependen de polinizadores especializados.

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Miguel Morejón imparte clases sobre el cultivo de abejas en zonas rurales y urbanas. Foto: Diego Cazar Baquero.

A pesar de su importancia, en Ecuador no se conoce cuál es exactamente el número de especies de abejas. Según una entrevista realizada por Mongabay Latam a Alex Pazmiño-Palomino, técnico del Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), en Ecuador los estudios se han focalizado principalmente en las abejas sin aguijón y en las productoras de miel, sin embargo, la investigación para abejas silvestres o solitarias es mucho menor, a pesar de que de estas depende la polinización en los ecosistemas tropicales.

El uso de agrotóxicos no es la única amenaza que enfrentan las abejas. La pérdida de su hábitat y el cambio climático también son dos factores que han provocado la disminución de la población de abejas en todo el mundo. 

Miguel Morejón, quien lleva más de 30 años dedicado a la apicultura, cuenta que cerca de su chakra, las haciendas vecinas están deforestando grandes hectáreas para vender la madera, lo que ha significado una disminución importante en el flujo de néctar, en la fuente floral para sus abejas. “Me ha tocado alimentar a las abejas por grandes periodos, mucho más de lo normal”. 

Quito, un hogar de abejas

En algunos países europeos, la apicultura ha encontrado espacio en entornos urbanos, impulsada por la presencia de fuentes florales y la ausencia de la aplicación de agrotóxicos en el mantenimiento de parques y jardines urbanos. De esta manera, cada vez más jardines, azoteas y patios en las ciudades de todo el mundo empiezan a transformarse en un hogar para abejas.

En términos generales, la apicultura urbana se ha vuelto tendencia a nivel mundial. Pero, en Ecuador, todavía está muy anclada a la zona rural. “En Europa las abejas son más dóciles. Aquí, en Ecuador, al tener abejas mestizas, con genes de abejas africanas, las especies son más defensivas y pican, y eso a la gente no le gusta”, explica Miguel Morejón; “por eso, el objetivo de esta campaña (QuitoHogardeAbejas) es provocar un cambio de actitud hacia ellas”.

Maria Rosa Camacho añade que la migración de las abejas a las urbes es usual, puesto que muchas de ellas salen con la necesidad de expandirse o de buscar alimento. A su vez, su presencia en la ciudad permite el mantenimiento de los espacios verdes, lo que asegura la preservación de la biodiversidad en la urbe. “Desde Quito tenemos que cuestionarnos cómo vamos a trabajar en estas nuevas migraciones de animales porque, al final, tenemos que recordar que hay otros organismos que están ahí viviendo en conjunto con nosotros”, añade. 

La prohibición de los agrotóxicos en la Ordenanza  No. 041-2022 se dio gracias a la participación del Colectivo en la silla vacía, un mecanismo de participación ciudadana dispuesto en la Constitución de la República, que permite que cualquier ciudadano tenga voz y voto en cualquier sesión de la legislatura de las entidades sub-nacionales. A través de este procedimiento, el colectivo logró incluir el artículo 3631.1, con el objetivo de que la ciudad se vuelva un refugio para los polinizadores, conscientes de que la eliminación de agrotóxicos en áreas rurales es mucho más compleja. 

La ordenanza, sin embargo, quedó solo en papel. Según Valeria Recalde, recientemente, el propio Municipio estaba intentando hacer protocolos con agrotóxicos para la eliminación de una planta invasora, que estaba acaparando espacios de quebradas. “Nos dimos cuenta de que no estábamos yendo hacia ningún lado si el Municipio estaba por incumplir sus propias ordenanzas, señala. Por eso decidieron levantar un proceso de concienciación ciudadana para educar acerca de la importancia de las abejas y de la necesidad de prohibir ciertos agentes tóxicos “que no solo son tóxicos para las abejas sino también para los seres humanos”.

Según la coordinación del Colectivo, la campaña ha tenido una gran acogida. Se espera que el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, reciba a los activistas este 1° de diciembre, dos días antes del Día Internacional del no uso de agrotóxicos. “Queremos que el Alcalde también vea la necesidad de mostrar que hay ciudades que pueden ser más amigables con el ambiente”, advierte Valeria.


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