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Asier y yo o las múltiples dimensiones del relato íntimo

Asier y yo, el documental
Asier y yo, el documental

Por Rocío Carpio / @marocape

(Fotogramas: cortesía Cine OCHOYMEDIO)

Asier y Aitor son amigos de toda la vida. Fueron compañeros de colegio y desde entonces no perdieron contacto pese a que sus vidas tomaron rumbos dispares. Aitor se marchó a Madrid a perseguir su sueño de ser actor y luego de unos años, Asier se unió a Euskadi Ta Askatasuna (expresión en euskera que se traduce al español como “País Vasco y Libertad”), es decir, a ETA. Esta es la premisa inicial sobre la que se construye este filme, próximo a estrenarse en Ecuador con una presentación previa en los Encuentros del Otro Cine (EDOC 2014, entre le 22 de mayo y el 3 de junio).

Asier Eta Biok hace una apuesta narrativa arriesgada de la que sale airoso: Es menos documental y más relato. Es menos documento y más fábula.  Es casi como sentarnos en la sala de la casa de un amigo íntimo y que luego de algunas copas y risas, nos cuente esta, su historia también. Porque el tono coloquial, familiar y hasta lúdico nos permite como espectadores acercarnos a un relato resignificado que no busca dejarnos un rictus amargo. Por el contrario, a través de una mirada algo traviesa, (sobre todo por el tono del narrador, Aitor) logra dulcificar aquello que de otro modo sería un drama que rayaría en la tragedia. Pero no llega a aquello, porque pese a que no hay ligereza en el cómo se afronta el conflicto de ETA, el filme no es un reproche ni una diatriba y menos aún, una apología política de esta agrupación. Se trata de un narración personal que se bifurca y se vuelve a unir, y que incluso está salpimentada con un histrionismo digno de un cuentacuentos con una cierta voluntad didáctica. Pero eso no lo es todo, por supuesto, pues pese a que Aitor, en algunos pasajes, se representa en una versión casi paródica de sí mismo, la potencia a la vez sutil con la que se aborda el tema logra escarbar suavemente en la herida abierta de todo un país. No es de extrañarse, entonces, que el documental haya logrado gran éxito en España.

No obstante, creo que el gran acierto de este filme no es el hablar de un conflicto que ha marcado profundamente a la España contemporánea (aunque por ahí empieza) sino el romper la coraza del mismo y dejar ver aquello que a simple vista no se ve. Esta es una historia sobre la amistad, sí, pero también es un cuestionamiento universal que va más allá de las inquietudes que Aitor plantea a sus amigos actores y actrices, básicamente la misma pregunta que se plantea toda España: ¿Se puede justificar los delitos de sangre en nombre de defender un ideal? La respuesta para la mayoría de sus habitantes es un rotundo no. Sin embargo, la gran pregunta que no amerita una retórica que ya ha sido resuelta desde el nivel de lo colectivo, lo oficial y la esfera pública, es aquella que va hacia adentro, esa que rompe las estructuras de lo políticamente correcto. Y justamente es aquello de lo que no se habla, o al menos, no se expone a la opinión pública, pues sucede puertas adentro, en la dimensión de lo doméstico, de lo íntimo. Y eso es Asier Eta Biok, una especie de libro de relatos privados que se abre al mundo para mostrarnos que las dimensiones del problema pueden tener otros matices que trascienden las razones políticas. Hay, por qué no, un conflicto moral que no pretende resolverse por la adhesión a tal o cual postura, pero quizás sí por el mostrarse honestamente desde dentro. Entonces, la pregunta más bien sería: ¿pueden las relaciones humanas y filiales trascender ideologías e incluso extremismos políticos?

Título original: Asier Eta Biok (Asier y yo)

Género: No ficción.

Dirección: Amaia y Aitor Merino.

País: España, Ecuador.

Año: 2013

Duración: 94’

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