Una serie fotográfica de Edú León recoge pasajes de la cotidianidad, días después del terremoto que sacudió la costa ecuatoriana, el 16 de abril pasado.
Voluntarios se asean en una ducha improvisada a las afueras del campo de fútbol de Pedernales, donde se instaló el puesto de mando del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), horas después del sismo. Foto: Edú León.
Fotos de Edu León / @EduLeon_photo
Horas después del devastador terremoto del pasado 16 de abril, los sobrevivientes reaccionaron con la fuerza que otorgan las ganas de resurgir. Esas miradas –confundidas al principio, tristes después– se acompañaron en las labores de rescate, de búsqueda y de construcción de sitios adecuados para albergar a los miles de damnificados, y así recuperan progresivamente el brillo de la picardía y la profundidad de la sabiduría de sus viejos. A pesar de las dificultades propias de una catástrofe de esta magnitud, los pobladores de las provincias ecuatorianas de Esmeraldas y Manabí idean a diario los mecanismos para atender sus necesidades más urgentes con sus propias manos. Esta serie de Edú León recoge escenas de trabajo y de amor por la vida.
Un hombre se da un baño al lado de las ruinas de su casa, en el pueblo pesquero de La Chorrera. Los sobrevivientes del terremoto que han decidido quedarse en el lugar, junto con los voluntarios, han ideado mecanismos para abastecerse de lo necesario para sobrellevar la etapa de la reconstrucción. Foto: Edú León.
Una mujer del pueblo pesquero de La Chorrera, ubicado a 5 kilómetros de Pedernales, limpia el pescado que su marido atrapó en su primera faena en el mar después del terremoto. Foto: Edú León.
Los vecinos de La Chorrera utilizan la entrada a su antiguo hogar, ahora en ruinas, como el nuevo espacio donde hacer su vida. Juntos improvisaron lo mínimamente necesario para realizar sus actividades cotidianas, sobre todo, de aseo. Foto: Edú León.
Voluntarios se asean en una ducha improvisada a las afueras del campo de fútbol de Pedernales, donde se instaló el puesto de mando del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), horas después del sismo. Foto: Edú León.
Varias familias afectadas por el terremoto se ocuparon de inmediato en rescatar sus pertenencias de las casas semidestruidas. muchos sobrevivientes multiplicaron esfuerzos para ayudar a sus vecinos en la misma tarea. Las máquinas van a demoler los restos de sus viviendas pues han sido catalogadas como sitios inseguros. Es el cuarto día después del terremoto de 7,8 grados que golpeó a la costa de Ecuador, y durante la jornada se han registrado dos sismos más en la región, uno –el más fuerte– en la madrugada, de 6,8 grados. Foto: Edú León.
En Portoviejo, la capital de la provincia ecuatoriana de Manabí, se instaló el albergue más grande en el viejo aeropuerto de de la ciudad. Una pequeña ciudadela de carpas blancas es visible desde las ventanas de las casas vecinas y desde las vías, que rápidamente recuperaron su movimiento habitual. En la imagen, una madre peina a su pequeña hija en una jornada que no prescinde de la rutina de lo cotidiano a pesar de las pérdidas. Foto: Edú León.