Por Armando Cuichán / La Barra Espaciadora
Vivir en la ciudad es estar de espaldas. Es como habitar en una pompa de jabón. En la capital sabemos de redes sociales, de teléfonos inteligentes, de las tendencias políticas, del Halloween y no sé cuántas tonteras más.
Nuestro calendario urbano y comercial cumple una rigurosa rutina: empieza el primero de enero, avanza hasta el Día del Amor y la Amistad, continúa con Carnaval y Semana Santa. Luego se estanca en el vacacional agosto y con pereza vuelve a reptar hasta difuntos. Entre sopetón y sopetón nos toma por la espalda el vertiginoso y navideño diciembre.
En medio de estas importantes festividades comerciales salpica una serie de conmemoraciones menores: el día del planeta, el día del agua, el del niño, el día de no fumar, el del orgullo gay y algunos más. Cada uno con sus respectivos seguidores y detractores. Hoy nos acercamos al Día Internacional de la Mujer y es mejor estar preparados. Seguramente ya se alistan los globos y las serpentinas en medio de una retórica imponente. Los Derechos de las Mujeres, sus libertades y sus límites, serán expuestos y analizados con lupa; seguramente se llegará a acuerdos y alcances políticos para que todas tengan mayores beneficios y todos nos sacrifiquemos en pos de esos logros. Pero todo lo anterior no es más que una patraña de letra muerta que cumple con esa rutina; a la vuelta de la esquina, a pocas horas de la capital, estoy seguro de que hay mujeres que no tienen idea de que existe esta fecha. Mujeres ejemplares que no necesitan de un día al año dedicado a su existencia. Seguro que conocemos a tantas…
