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El presidente Donald Trump y el gran repudio

¿Cómo y por qué ha sido elegido presidente el candidato más despectivo, más ofensivo y odioso de la historia de Estados Unidos?

La actitud triunfante de un candidato sin experiencia política, dueño de un discurso xenófobo, racista y fascista, que sera el presidente 45 de EEUU. Foto: Nathan Congleton.

Por Robert Freeman*

Si alguna vez ha habido un rechazo de lo establecido, ha sido éste.

El candidato presidencial más despectivo, el más ofensivo, odioso y menos cualificado en la historia de Estados Unidos acaba de ser elegido presidente.

Esto no es tanto un abrazo a Donald Trump –sus negativos eran incluso más altos que los de Hillary Clinton–, sino un repudio de todo lo establecido durante las últimas dos décadas, especialmente Clinton, la encarnación viviente de ello.

Es la venganza de los blancos rurales, obreros, los estadounidenses menos formados, sobre las élites cosmopolitas, urbanas, de cuello blanco, educadas, que han dirigido el país como si el 99% no importara.

Es el repudio de tres décadas de políticas económicas que han desplazado cantidades masivas de ingresos y de riqueza hacia arriba, convirtiendo a una democracia en una plutocracia.

Se trata de un repudio de las políticas establecidas sobre el comercio, quedeslocalizaron más de siete millones de puestos de trabajo bien pagados para que las corporaciones pudieran obtener mayores ganancias mediante el empleo de trabajadores en Asia por un dólar por hora.

Es un repudio a una política exterior establecida por y para los fabricantes de armas, que ha envuelto al país en billones de dólares de guerras aparentemente interminables que nunca puede lograr ganar.

Es un repudio de la ética del establishment, del sistema y de los jugadores que dejaron que cinco millones de personas perdieran sus hogares por ejecuciones hipotecarias a la vez que transferían 17 billones de dólares a los bancos para restaurar el capital que destruyeron en su codicia sociópata.

Es un repudio a todas las mentiras del neoliberalismo y sus apologistas en los medios de comunicación y las trampas corporativas de lo que erróneamente llamamos centros de «pensamiento» (think tanks).

En su mayor parte, es un repudio de la idea de que usted puede dirigir un país sin su gente, que el capital es todo lo que importa y al infierno con el trabajo.

Hillary tenía el dinero. Tenía las credenciales. Había estado ocho años preparándose. Ella tenía el respaldo de cada elemento del establishment y el apoyo de celebridades desde Michelle Obama y Elizabeth Warren a Beyonce, LeBron James, James Taylor y Bruce Springsteen.

Un mejor reparto de estrellas del establishment y famosos apoyando no podría ser montado. Y sin embargo, la gente lo vio. Sería más de lo mismo.

El odio es más fácilmente movilizable que la esperanza, especialmente cuando ésta ha sido manchada, defraudada por falsos ídolos que se aferran a su propia vanidad y contra los intereses de su propio pueblo. Este es un duro rechazo a Obama y elObamismo.

No sabemos cómo gobernará Trump o si el país puede gobernarse en absoluto. Sabemos que con las tres ramas del gobierno sólidamente en manos republicanas podemos esperar un giro tortuoso a la derecha. RIP Obamacare. RIP Corte Suprema.

No sabemos si Trump será sacado por aquellos cuyos negocios son una guerra interminable, como fue JFK, o si puede ser domesticado por los imperativos marciales del imperio. Sospecho que esto último.

No sabemos si el gran capital irá a la huelga, negándose a financiar los masivos déficit del gobierno, o si se contentarán con los impuestos más bajos de Trump sobre el capital y sus ganancias. Los resultados nocturnos del mercado de valores no son alentadores.

No sabemos si ésta es la sentencia de muerte al medio ambiente y cualquier esperanza de detener la destrucción del planeta causada por el bombeo de 12.000 millones de toneladas de carbono a la atmósfera cada año.

Racismo. Nacionalismo. Misoginia. Anti-intelectualidad. Autoritarismo. Ésas son las acciones de Trump, sin remordimientos. Lo único que sabemos es que hemos experimentado un cambio tectónico de proporciones rooseveltianas, sólo que en esta ocasión a la derecha, y no a la izquierda.

Hemos visto dos de ésos en el siglo pasado. Uno fue en 1933, en Alemania, es decir, Hitler. El otro fue en 1980 en los Estados Unidos, es decir Reagan. Honestamente, no sabemos lo suficiente sobre Trump para saber cuál será, o si será algo totalmente diferente. Sólo el tiempo dirá.

Pero no será un retorno a los negocios como siempre.


*Este artículo fue publicado originalmente en nuestro medio aliado Diagonal.