[sg_popup id=»2″ event=»onload»][/sg_popup]Por Alejandra Mendoza, desde Venezuela
El 19 de abril se llevó a cabo en Venezuela una de las movilizaciones más importantes de su historia republicana. Ese día se agudizó la protesta de aquellos que están resistiendo los embates del fracaso del sueño de un hombre que dejó en manos de mentes macabras a todo país. Estos son los testimonios de quienes cada día comen menos, de quienes mueren a diario por no encontrar medicamentos básicos para controles de salud, o de quienes ven morir a sus amigos y familiares en manos de la inseguridad. Se trató de una movilización sin precedentes convocada por los sectores opositores al gobierno, pero no hubo un solo canal de televisión nacional que lo transmitiera.
Ese mismo día, también se concentró el oficialismo: una gran bailanta organizó para conmemorar esta fecha, mostrar su supuesto poderío y polarizar aún más al país. La gran fiesta transcurrió entre grupos de música, discursos cargados de odio, amenazas y vulgaridades de parte de los personeros del gobierno. Desde el Táchira, una joven empleada pública que no quiere identificarse porque tuvo que asistir a pesar de no compartir la tendencia política oficial, narró lo que vio: “Chama era la primera vez que me iba a una marcha chavista. Lo que vi y viví con el oficialismo fue que hubo mucha gente obligada así como yo, vi también muchos malandros, los colectivos con las pistolas en la mano, esos mismo que después en medio del desorden, robaron a la gente de la marcha opositora».
Mientras tanto, con el pasar de las horas, la marcha opositora se nutría de cientos de manifestantes más. Se alimentaba en espíritu, en el ideal de que las cosas pueden cambiar a corto plazo. El hastío del maltrato se hizo presente en la magnanimidad de la participación popular de un pueblo invisibilizado por el gobierno bolivariano, “ese, el otro, el pueblo que no existe”, el que salió consciente de lo que le esperaba ese día: la violencia sistemática que impone el régimen a todo aquel que no esté con lo que llama «la revolución».
Entonces, la represión se extendió en todo el país y los medios de comunicación aún continuaron en el más absoluto silencio. Lo que se sabe se sabe a través de las redes, a través de los amigos y de los familiares que están regados por todo el país y que informan de lo que ocurre en diversos lugares. Todos nos hemos vuelto reporteros y recogemos testimonios porque esta será la única manera de resguardar uno de los capítulos más inverosímiles de nuestra historia.
«Yo me sentí como si estuviera del lado equivocado de la historia –confiesa la funcionaria que fue obligada a marchar por el chavismo–, al encontrarse las dos marchas se inició la confrontación, en medio de esto me pasé al lado de la marcha opositora. Ahora, desde este lado, mi impresión era que estaba en una guerra: los buenos contra los malos, es decir, en un instante pasé de ver a gente con armas de fuego a ver a adultos mayores, viejitos con piedras en las manos y los policías y los guardias que sin piedad reprimen a su misma gente. Fue una sensación de asombro, de admiración. Yo estaba sumamente conmovida.”
Como muchos venezolanos, a esta mujer le toca salir a enfrentarse con sus principios en esas fiestas del terror que promueve el oficialismo. Esta es la historia de la indignación, de la humildad de un corazón que pasó al otro lado porque no encontró sosiego, que prefirió exponerse, arriesgarse y no traicionarse.
Desde aquel 19 de abril, los ánimos de toda Venezuela –que ya venían arrastrándose debido a la escasez, a la violencia y al aislamiento– se recrudecieron y se volcaron a las calles.
Al publicarse este testimonio, la cifra oficial de muertos en medio de las protestas es de 27. Nicolás Maduro ha anunciado la convocatoria a una Asamblea Constituyente que reformaría una vez más el marco jurídico de la nación latinoamericana para sus propios intereses. La comunidad internacional todavía permanece en estado de observación, emite declaraciones tibias o guarda también silencio, y no se muestra decidida a intervenir bajo los amparos jurídicos con que cuenta. Estos testimonios son los que nos muestran una Venezuela que se deshace mientras el mundo lleva una venda cubriéndole los ojos y calla.
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