Por Paul Hermann
Con andar en bicicleta ocurre lo mismo que con leer: en lo teórico a todo el mundo le parece bien, pero llegado el momento de la verdad, todos tenemos mil y un excusas para no darle ni a las páginas ni a los pedales. Pues bien, aun siendo un hippie, el español Pedro Bravo nos dice, en Biciosos, que el ciclismo es muchísimo más que una actividad de hippies empecinados en liberar a la sociedad de contaminación ambiental. De hecho, empieza hablando del no claro origen de este instrumento que, si bien fue inventado a inicios de 1 800, tuvo que esperar casi un siglo para que alguien le pusiera unos pedales y otro un cadena y lo echara a rodar por el mundo.
Entre los párrafos de este capítulo dedicado a los orígenes de la bicicleta se desliza la palabra velocífero. ¡Velocífero! Algo que me suena a velocidad feroz. Qué bello término. Y como la bicicleta está asociada a la salud, el libro publicado por editorial Debate hace referencia a Nacidos para correr (libro de Christopher McDougall, editado por el mismo sello en 2011), para explicar al lector que las personas requerimos hacer ejercicio físico, especialmente en sociedades como las nuestras, cuyos habitantes ya no deben perseguir un mamut hasta el agotamiento para comerse un bistec.
Bravo nos cuenta que la bicicleta habría sido desarrollada en España antes que en Francia, por Mariano Catalán, pero que guerras y traiciones le robaron la gloria, el maillot amarillo, como quien dice.
Y, pasándose de coles a nabos, o de historia a economía, Bravo asegura que andar en bicicleta es mucho más económico que andar en auto, pues el individuo no solo se ahorra los 20 mil dólares que podría costar uno de los más baratos modelos, sino además, la matrícula, la licencia, el SOAT, la gasolina y el mantenimiento. Y ojo que Bravo, como buen español que fue niño en los ochentas, también ama los carros.
Bravo le dice a su novia que quiere hacer una carrera desde su edificio hasta la residencia de su madre, ella en carro, él en bici. ¡En sus marcas… listos… fuera! cuando la futura señora Bravo aun estaba sacando el coche del garaje, Bravo había sorteado ya la primera cuarta parte del camino a un promedio de 20 km por hora. Cuando la señora Bravo estaba en el primer cuarto, atascada en un embotellamiento, Bravo estaba por la mitad, y cuando la señora Bravo estaba buscando estacionamiento, hace rato que Bravo estaba sentado a la mesa, desestresado y vigoroso, con un refresco entre pecho y espalda. ¡Qué buena vida esta de los ciclistas! Con razón España reportó el año pasado, según datos del libro, más venta de bicicletas que de coches. ¿Que el trayecto debió ser plano? ¿Que no hubo cuestas? Pues sí, las hubo, pero desde que las bicicletas tienen marchas y no, como las de antaño, piñones fijos, las subidas han dejado de ser un problema serio.
El libro critica la intención que tienen los neoyorquinos de imponer impuestos a las bicicletas eléctricas, es decir, de tratarlas como a cualquier profano vehículo de combustión de esos que contaminan, causan embotellamientos y muertes, así como el ambiguo tratamiento que se da las bicicletas en general, artilugios que son benévolos con el ambiente, pero que tampoco engordan, con impuestos, las arcas fiscales.
Además, el autor le dedica un capítulo completo al casco. ¿Al uso del casco? No, al contrario, al no uso del casco, con el argumento de que la presencia de este adminículo en las cabezas de los ciclistas induce a los conductores a actuar con violencia en su contra en la medida en que los sienten protegidos. Lo cual prueba que no todos los que publican libros tienen la razón, y no todo lo que dicen los libros es la verdad absoluta, Pero no entremos en polémicas. El español nos cuenta que en China, el mayor fabricante de bicicletas del mundo, esta se ha convertido en símbolo de pobreza y opresión y que, en este sentido, hay que dejarla atrás y comprar autos, ergo: apoyar a la creciente industria local de carros famosos por su mala calidad y despreciados en el resto del globo. Lo que ha incrementado el número de muertes provocadas por causa del aire contaminado. De ahí, por ejemplo, que en un hospital de la capital, 9 mil niños fueron atendidos, en una sola semana, por problemas respiratorios. ¡Los datos son tan alarmantes que dan ganas de toser!
Más interesante es saber que, si bien la bicicleta fue declarada vehículo popular por Mao, a finales del siglo XIX, solo había sido acogida por las prostitutas, pues en la medida en que trabajaban en los puertos, estaban abiertas a los cambios y tenían el dinero para adquirir los costosos artilugios. Pero, dejemos de hablar de este grupo humano que ha declarado que es mejor llorar en el asiento trasero de un BMW que ser feliz andando en bici v crucemos el Pacífico dando vuelta la hoja, lleguemos a Los Ángeles, ciudad en que el artilugio patentado por Michaux está en auge debido a la promoción que le dio su exalcalde, Antonio Villaraigosa, a partir de un buen día de julio del 2010, cuando andando en su velocípedo, fue atropellado por uno de los mastodónticos carros made in Detroit. En este capítulo me he enterado de que el alcalde creó la CicLAvia, fiesta en que las bicicletas desplazan a los automotores de los que creen sus dominios, siguiendo el ejemplo del instaurado por Bogotá en 1974. Lo cual demuestra que, tratándose de bicis y movilidad sostenible, somos los sudamericanos los que hemos dado ejemplo, y no los rubios europeos del norte. De momento solo añado que más que un paseo, esta actividad se ha convertido en un fenómeno contracultural que ha permitido la cohesión social y la educación de las personas a través del fomento del uso temporal de los espacios.
Un libro escrito sobre la marcha, entre las ocupaciones cotidianas, los almuerzos con la familia, las vacaciones, un libro que se ha nutrido de las experiencias personales de su autor, pero también de otros libros, de reportajes de la NBC, de conversaciones cotidianas. El libro está lleno de las cifras que los cientistas sociales requieren para calificar de estudio serio a una publicación; la relación de artistas como David Byrne, de Talking Heads, con la bicicleta, la relación que con esta han tendido las mujeres de todas las épocas y culturas, el irrespeto de los ciclistas por las normas de circulación y, esto hay que decirlo también, el odio que han desarrollado los automovilistas por los ciclistas, acaso por que estos no los quieren en calles que consideran suyas, tal vez porque temen dañarlos, simplemente porque sienten envidia de la mejor condición física de los ciclistas y su positiva actitud ante la vida.
La bicicleta nunca ha dejado de estar de moda, pero, es indudable que está en la cresta de la ola, o en la cima de la colina, para decirlo con palabras más propias de Biciosos.
Los comentarios están cerrados.