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Entre el Museo Nacional y un castillo de naipes

A cuatro meses de que se reabra el Museo Nacional, luego de un cierre de dos años, urgen ciertas respuestas y debates serios. El sector cultural en Ecuador se debate entre pugnas por ganar protagonismo, revanchas históricas y una precariedad financiera que atenta contra la posibilidad de generar proyectos sólidos. El Museo Nacional es uno de esos ejemplos. Aquí una reflexión.

Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

El pasado diciembre del 2017, el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador (MCyP) anunció que el 18 de mayo del 2018 se reabrirá el Museo Nacional, con sede en Quito, luego de que en noviembre del 2015 se dispusiera su cierre para la instalación de la cumbre mundial Hábitat III. El anuncio de reapertura lo hizo Ivette Celi, subsecretaria de Memoria Social, en una entrevista publicada en diario El Comercio. Días después, el 5 de enero, se anunció la recepción en Quito de 71 obras de arte moderno y contemporáneo, 26 de las cuales reposaban en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), de Guayaquil, para que se integraran a la muestra inaugural del renovado Museo Nacional.

Luego del anuncio del Ministerio el 5 de enero, urgían algunas preguntas fundamentales: ¿Cuáles fueron las razones que motivaron el cierre del MUNA? ¿Hay un respaldo legal que permita el traslado de obras de un repositorio a otro? ¿Qué significa en nuestro tiempo un museo nacional? Estas pudieron ser algunas de las tantas cuestiones necesarias para un debate también necesario. Pero, al contrario, las inquietudes se redujeron a un nuevo escándalo de titulares y a la bronca ideal para redes sociales.

La nota de diario El Telégrafo, publicada el lunes 10 de enero, titulada “Piezas de reserva del MAAC integrarán muestra permanente en Quito”, desvió aquellas preguntas urgentes al punto de que se habló de un “desmantelamiento” del MAAC en supuesto beneficio del “centralismo” y en perjuicio de Guayaquil. La publicación provocó que el alcalde guayaquileño, Jaime Nebot, demandara la salida del cargo de “la funcionaria” Ivette Celi. Las redes ardieron hasta niveles de violencia. Días después, en el portal Paralaje, Ana Rosa Valdez y Rodolfo Kronfle pidieron al Ministro de Cultura, Raúl Pérez Torres, la entrega de una lista de las obras dadas en préstamo, planes de futuras muestras en Guayaquil “con una investigación y museología que cuente con una inversión como la del ‘Museo Nacional’, sin que tenga estas pretensiones de representación”, y calificaron a esta petición de “verdaderamente medular”, minimizando la polémica que El Telégrafo presentó como meollo de un asunto que –ciertamente– reclama otro tipo de discusión y otro tipo de periodismo.

Pero ya era tarde. Las discusiones en redes y las declaraciones en medios develaron una vez más el desconocimiento profundo de la Ley Orgánica de Cultura –con todo y sus vacíos, con todo y su cuestionado reglamento– y desnudaron el regionalismo, el pensamiento feudal y el afán de venganza que caracteriza a nuestras controversias nacionales a costa de lo verdaderamente trascendente. ¿Es que, cuando nos indignamos, queremos respuestas de carácter técnico o preferimos concentrarnos en el trillado escándalo político? ¿Nos es más fácil reaccionar desde el revanchismo, a costa de poner en juego los procesos? ¿Es que no basta con tener que lidiar con una institucionalidad cultural fallida para rescatarla y –ojalá–recuperarla?

Lo que nadie dijo

Nadie recordó que el Ministerio de Cultura proviene de una década entregada a hacer proselitismo oficial a altísimos costos y muy a pesar de serios trabajos enfocados a la reconceptualización del Museo Nacional, ni que los 600 millones de dólares que manejó en ese período no lograron consolidar el Sistema Nacional de Cultura que manda la Constitución del 2008.

Nadie dijo que la Casa de la Cultura ha sido manejada durante décadas como la hacienda de unos cuantos, que sus espacios museales responden a una lógica caduca, y que romper su esquema clientelar de funcionamiento no es cuestión que se consigue de un día para otro.

Tampoco se dijo que el sector cultural es una maraña de egos acostumbrados a comerse vivos ni que esta costumbre es tan contagiosa.

En ese escenario, nadie dijo que el MCyP tiene bienes de la Colección Nacional distribuidos en Ambato, Ibarra, Cuenca, Quito, Manta, Portoviejo, Loja, entre otras ciudades, y que esto es natural, que los bienes patrimoniales no son propiedad de una sola ciudad ni de un solo gueto cultural ni de una administración particular.

Nadie citó el artículo 34 de la Ley de Cultura para recordar que esta dispone que el Museo Nacional –con sede en Quito– presidirá la Red Ecuatoriana de Museos y, por lo tanto, regirá su organización, gestión y funcionamiento.

Nadie resaltó que la reserva total del MAAC posee más de 65 000 bienes y que de los 26 bienes trasladados, 15 son bienes devueltos a la reserva de Quito, a la que pertenecen originalmente, por lo que aquello de desmantelamiento peca de ridículo. La Colección Nacional está compuesta por más de 650 000 bienes distribuidos en diferentes repositorios en el país.

A nadie se le ocurrió contrastar la demanda del alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot –evidentemente política y oportunista– de que una funcionaria que ha encabezado el proceso de reconceptualización del Museo Nacional, con todo un equipo a su cargo, sea despedida, contando que la alícuota mensual que el Ministerio de Cultura debe pagar a la Fundación Malecón 2000 –presidida por él– para que el MAAC ocupe ese espacio es de 42 417,50 incluido IVA. Nadie dijo que ese valor equivale al 18 % del presupuesto que se le asignó al MAAC para 2018, que asciende a 2 820 710. Y nadie dijo tampoco que el MAAC recibió 932 113,60 dólares del presupuesto del MCyP desde mayo del 2017, de los cerca de 18 millones de dólares con que contaba el presupuesto del sector en lo que quedaba del año pasado.

Algunos datos

El Ministerio, bajo la administración actual, ha invertido 1 065 486,13 dólares en la reconceptualización y reinstalación del Museo Nacional. Ha invertido un total de 7 109 967,73 dólares en los repositorios ubicados en Guayaquil, además de otros rubros como la Universidad de las Artes, la Orquesta Sinfónica de Guayaquil y el Encuentro Internacional de Diseño Cromía, que tuvo lugar en diciembre del 2017, en los museos Presley Norton, Nahim Isaías, MAAC y la Universidad de las Artes.

Según datos de la Dirección Financiera del Ministerio del ramo, el presupuesto para la gestión del Ministerio de Cultura y Patrimonio, en 2018, es de 60 763 192 dólares (incluye recursos asignados al Instituto de Fomento a las Artes y la Creatividad, Instituto nacional de Patrimonio Cultural, Instituto de cine y Creación Audiovisual). Este monto contempla la asignación de 2 820 710 para el MAAC de Guayaquil, 313 200 para Pumapungo, en Cuenca, y 1 147 220 para el Museo Centro Cultural Manta. Para el Museo Nacional apenas se ha asignado un monto de 398 047 dólares –aparte de los recursos correspondientes a salarios de los funcionarios que han estado cubiertos como nómina de la Subsecretaría de Memoria, de manera temporal, hasta que el Museo Nacional pase a ser una Entidad Operativa Desconcentrada (EOD) en marzo, proceso en el que se encuentran también el Museo Centro Cultural Manta, el Museo Pumapungo, el mismo Museo Nacional y el MAAC.

Las preguntas

¿Cuáles fueron las razones verdaderas que motivaron el cierre del MUNA? El Museo Nacional cerró sus puertas y desalojó sus espacios en noviembre del 2015, cuando Ana Rodríguez era la ministra encargada, y luego de que Guillaume Long fuera trasladado por disposición del presidente Correa a Cancillería. “El plan no era cerrar el Museo Nacional –dice Rodríguez, quien ocupó el cargo entre abril del 2015 y abril del 2016–. El Museo Nacional tenía que reconfigurarse, replantearse, de cara a que se iba a hacer Hábitat III en la Casa de la Cultura”. El 1 de agosto del 2016, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda y la Asamblea Nacional firmaron un convenio en el que se contempla un «territorio Hábitat», dentro del cual están también las instalaciones de la CCE. La ONU –a través de su programa Hábitat– dispuso el vaciamiento de las instalaciones de toda la Casa de la Cultura para su instalación.

Que el encuentro Hábitat III se realice en los espacios de la Casa de la Cultura y sus inmediaciones fue parte de la agenda de Augusto Barrera, cuando este ocupaba la Alcaldía de Quito. La intención ya fue por entonces integrar y potenciar el uso de los espacios de la Casa y aprovechar los recursos de adecuación para mejorar las condiciones de infraestructura de esta entidad cultural. Rodríguez recuerda que cuando Paco Velasco ocupaba el cargo de ministro de Cultura, se opuso a la integración de los espacios de la Casa dando prioridad a conflictos políticos y administrativos, pendientes por resolver entre las dos entidades. Finalmente, Hábitat III tuvo lugar en estos espacios. ¿Qué quedó de esa inversión? ¿Qué lecciones de urbanidad y derecho a la ciudad dejó ONU Hábitat luego de su utilización de los espacios del Museo Nacional, para beneficio de los usuarios a futuro?

¿Hay un respaldo legal que permita el traslado de obras de un repositorio a otro? El articulo 32 de la Ley Orgánica de Cultura dice que la Colección Nacional es única e indivisible. Y los artículos 24 y 25 del reglamento vigente hablan de la colección y su custodia, del trabajo colaborativo entre museos. El artículo 25, literal c), ordena promover la articulación y cooperación entre museos del país.

¿Qué significa en nuestro tiempo un museo nacional, cuando el concepto primigenio de nación está sometido a varias posturas críticas, y cuando la plurinacionalidad es un pilar de la Constitución del 2008? Valeria Coronel, historiadora que ha sido parte de las discusiones para la construcción de la Ley orgánica de Cultura, cree que es relevante el proyecto de construir un museo nacional en este momento de la historia «porque no debe aspirar a ser la versión definitiva de la nación ni la representación real y verdadera de la nación, pero ese proceso invita a una reflexión sobre cómo se ha pensado la sociedad a sí misma en términos nacionales, cómo ha cambiado este concepto de lo nacional, cómo ha sido un concepto disputado por distintos miembros de la sociedad que han luchado por la diferenciación dentro de la amplia comunidad política. La querella por lo nacional». El nuevo Museo Nacional ha basado su concepto, en buena parte, en una investigación realizada por los académicos y especialistas María Fernanda Cartagena y Christian León. Su propuesta se concentra en la intención de cuestionar el concepto tradicional de la nación dando relevancia a los procesos vivos de construcción del estado-nación, a través de los conflictos sociales. «Las ciudadanías étnicas no se forman al contrario de la nación –dice Coronel, quien fue parte del Taller de Museología sobre el Museo Nacional, en el que se discutió el concepto que lo regirá–. No se puede pensar la plurinacionalidad sin la nacionalidad como proceso político de lucha contra los enemigos internos, contra el imperialismo. Lo plurinacional es algo que es viable en un país en el que el estado nacional ha sido fuertemente calado por gobiernos indígenas y luchas de las comunidades afrodescendientes, por la libertad, por la tierra o por la ciudadanía».

Preguntas abiertas

¿Cuál es el plan de sostenibilidad a nivel de gobierno que propiciará la existencia y el desarrollo del Museo Nacional una vez inaugurado?

¿Por qué los museos de la CCE –contiguos al Museo Nacional– responden aún a las lógicas lineales, cronológicas y estáticas que el mismo Ministerio de Cultura quiere romper con su propuesta conceptual museística?

¿Cuánto tiempo hay que esperar para unificar la línea conceptual del Museo Nacional –a la cabeza de la Red de Museos– y los espacios de la CCE?

¿Qué beneficios reales dejó ONU y el encuentro Hábitat III para la Casa de la Cultura Ecuatoriana y especfícamente para el Museo Nacional, de acuerdo con el compromiso asumido por las partes?

¿En qué se ha ocupado el Ministerio de Cultura y Patrimonio durante la última década para que el proyecto de nuevo Museo Nacional camine tan lento?

 

3 COMENTARIOS

  1. Las respuestas a las muy pertinentes preguntas que hace LA BARRA ESPACIADORA, desgraciadamente, son evidentes.
    Yo agregaría otras:
    ¿HICIERON UN INVENTARIO ANTE NOTARIO INDEPENDIENTE? (porque inventario entre ellos equivale a nada).
    ¿PRESENTARÁN LAS PIEZAS DESEMPACADAS DEL MUSEO ANTE OTRO NOTARIO CON BASE EN ESE INVENTARIO FIRMADO?
    Debo decir con tristeza, que sabemos de antemano las respuestas a estas preguntas también.

  2. Es una lastima que la cultura haya sido superada por los intereses políticos. Hay ciertos políticos para los cuales la cultura y el arte les importa poco, siempre me sorprendio el uso de la CCE para el evento Habitat III, habiendo otras posibilidades, otros espacios que pudieron sugerir u ofrecer, sin necesidad del riesgo que significaba la movilización de tantas obras de arte, para ahora ponernos a investigar, como pregunta Maricruz acertadamente, hicieron inventario… fue notariado. Ahí les quiero ver. Sera que están completas las piezas, será que no se estropearon. Se necesita una autoridad competente, despolitizada para que presencie este desenlance, es mas, sugiero que personas independientes conocedoras del arte colaboren en la verificación de las piezas, cuadros, esculturas, etc. para que no nos hagan otro tongo. Saludos

  3. Esta, al parecer, es la tercera consultoría que se hace para el nuevo diseño del Museo Nacional. Una de ĺas más caras de la pagaron a la Escuela Politécnica Nacional, que NO TIENE NINGUNA FACULTAD Ó ESCUELA relacionada a las artes, mucho menos a l museología. Esa consultoría va al tacho de la basura, al igual que el medio millón de dólares. Ana Rodríguez gastó a manos llenas y habló neologismos a raudales sobre la necesidad de un nuevo discurso museal. Tanto estentóreo ruido para tan pocas nueces.

     Aquí algunas perlas recogidas del artículo de La Barra:

    «La ONU –a través de su programa Hábitat– DISPUSO (sic) el vaciamiento de las instalaciones de toda la Casa de la Cultura para su instalación.»

    – Falso. Barrera planeó Hábitat como una vitrina  que expusiera sus talentos ante el mundo y para ello atropelló la existencia del Museo Nacional, en el mejor estilo atrabilario del correato del que fue protagonista.

    «No se puede pensar la plurinacionalidad sin la nacionalidad como proceso político de lucha contra los enemigos internos, contra el imperialismo.»

    – Vaya una tesis de antropología política.

    «Lo plurinacional es algo que es viable en un país en el que el estado nacional ha sido fuertemente calado por gobiernos indígenas y luchas de las comunidades afrodescendientes, por la libertad, por la tierra o por la ciudadanía”.

    -¿Cuáles gobiernos indígenas?

    Luego de lanzan contra los Museos de la Casa de la Cultura, sin hacer una relación de las miserables asignaciones con que los funcionarios deben hacer malabares para que dichos espacios sobrevivan. Un material de contraste: cruzando la calle se encuentra, sobre la pared de los terrenos de la Fiscalía General, un mural de Pavel Egüez (no entraré a criticar su planteo pictórico ni su calidad, vean y juzguen por sí mismos) que costó 300.000 dólares y cuyo acto inaugural ascendió a 75.000 dólares. Esos dos valores sumados sobrepasan en mucho lo que recibe la CCE para conservar todas las colecciones de sus museos EN 10 AÑOS.

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