La academia es clave para registrar patentes de mujeres científicas en Ecuador

En 2024, el Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi) recibió 596 trámites de patentes. Ese año se tramitaron 610 procesos pendientes de años anteriores pero quedaron 2 627 solicitudes por procesarse, de las cuales 902 habían superado el tiempo promedio de gestión.

Investigadoras científicas de Ecuador creen que la asesoría legal de las universidades ha sido clave para el registro de sus patentes, aunque para algunas ha pesado el retraso burocrático. 


Por La Barra Espaciadora

Registrar una patente científica en Ecuador es un camino desafiante y de perseverancia, en el que es clave conocer cómo funciona el sistema de propiedad intelectual, incluso antes de arrancar una investigación, y contar con una asesoría legal a lo largo de todo el proceso.

Investigadoras que ya cuentan con patentes registradas o se encuentran buscándolas coinciden en que el apoyo de las universidades donde laboran ha sido fundamental en todo momento: desde conseguir los fondos para la investigación hasta la asesoría legal para presentar la solicitud de la patente.

En los últimos años, las universidades en Ecuador han dado mayor impulso a la investigación científica. Y en ciertas instituciones también se está brindando apoyo a sus investigadores en el proceso de patentar; en estos casos, el derecho de titularidad lo tiene la universidad.

La artista visual Gabriela Punín, coordinadora del Laboratorio de biomateriales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), tiene cuatro patentes, todas relacionadas con el uso de desechos alimenticios. Su primera patente, asociada con el papel de fibra natural, la consiguió en 2011. Y a partir de allí se enfocó en investigaciones sobre la creación de biopolímeros.

Punín considera que la experiencia en investigación y el registro de patentes le han ayudado a corregir errores y a acortar tiempos. Y enfatiza en que el apoyo de la universidad ha sido fundamental: “Es una metodología complicada y rigurosa, sin el apoyo de la universidad no se podría lograr”.

La inventora considera que lo más complejo es la redacción de la memoria técnica, que es parte del documento que debe presentarse para solicitar la patente y que le ha tomado entre dos y tres meses redactar, con la asesoría legal de la universidad.

Luego de obtener varias patentes ha aprendido que antes de comenzar un proyecto de investigación, hay que hacer una búsqueda rigurosa sobre lo que ya se ha investigado al respecto. Recuerda que en el trámite de su primera patente tuvo que justificar en tres ocasiones al Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi) por qué no se parecía a otras invenciones.

Una de sus patentes (2021), sobre la obtención de biopolímeros a partir de una simbiosis microbiana, fue transferida por la universidad a una artista para la elaboración de carteras y zapatos, hace tres años. “Lo más complicado es que mis patentes son naturales y la industria todavía no apuesta por eso”, comenta sobre el proceso de transferencia.

Más de cuatro años de espera

Jenny Rodríguez, docente investigadora de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), donde es coordinadora del Área de Biodiversidad y Biodescubrimiento, dirigió el proyecto de investigación ‘Composición alimenticia para organismos acuáticos’, en el que participaron investigadores de la Espol, la Universidad de las Fuerzas Armadas (Espe) y la Universidad Yachay Tech.

La solicitud de patente se presentó en agosto de 2021 y aún no ha sido aprobada. Con esta investigación se halló una fibra vegetal que es capaz de incrementar la resistencia inmune del camarón a la enfermedad de la vibriosis, de alta mortalidad para el animal. El proyecto recibió un financiamiento de alrededor de USD 50.000, por parte de la Corporación Ecuatoriana para el Desarrollo de la Investigación y Academia (Cedia).

Rodríguez considera que conseguir financiamiento es una de las primeras dificultades para la investigación científica en Ecuador, por lo que la competencia para los fondos de Cedia es muy alta. El financiamiento de Cedia también cubrió el pago a una empresa colombiana que se encargó de la redacción del documento para la solicitud de la patente.

Marianela Ortiz, gestora de transferencia tecnológica de la Espol y quien ha brindado acompañamiento a Rodríguez y su equipo, explica que a mediados de 2024 se pagó la tasa para el último examen que realiza el Senadi. Sin embargo, siguen a la espera de los resultados. Ortiz cree que una de las razones es la carga de trabajo de los técnicos del Senadi en esta materia.

La Espol tiene alrededor de ocho solicitudes de patentes en curso, la mayoría en el extranjero. Ortiz dice que en países como España el proceso es mucho más ágil. Una patente ya otorgada a la universidad en ese país demoró cerca de año y medio desde el momento en que se introdujo la solicitud hasta su acreditación.

En otras modalidades de registros, como las de derechos de autor, el proceso es mucho más ágil, comenta Patricia Jimbo, docente e investigadora en el desarrollo de softwares de la Universidad Central del Ecuador, quien cuenta con dos derechos de autor a título personal y una solicitud en curso a nombre de la universidad. Sus trabajos están relacionados con la detección de softwares financieros para la detección de riesgos.

Sus primeros registros de autoría los consiguió entre 2015 y 2018, el proceso en cada caso demoró cerca de 40 días. Sin embargo, dice que la última solicitud, que está haciendo junto a la universidad, ha demorado cerca de un año.

“La universidad se encarga del registro, de lo que sé ya se ingresó”, dice Jimbo, quien cree que en este caso las demoras burocráticas han estado en la universidad. “El proceso comenzó en octubre del año anterior, pero hace cinco meses me hicieron firmar nuevamente los documentos”, añade.

Trámites rezagados

Una patente de invención, que es a la que apunta la mayoría de investigadores, debería aprobarse en un lapso no mayor a cuatro años, pero muchas veces ese tiempo queda corto, mientras tanto, el titular de la patente debe pagar tasas anuales de mantenimiento.

Según la Rendición de Cuentas 2024 del Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi), el anterior año ingresaron a la entidad 596 trámites de patentes y, a su vez, se tramitaron 610. Pero quedaron 2.627 solicitudes pendientes por resolver, de las cuales 902 habían superado el tiempo promedio de gestión.

De ese grupo, 837 corresponden a patentes de invención con más de cuatro años en trámite, 59 a patentes de modelos de utilidad con más de dos años en trámite y 6 a diseños industriales con más de seis meses.

La entidad no detalla cuántos de los 610 trámites resueltos corresponden a patentes concedidas o denegadas.

La mayoría de las patentes que recibe el Senadi son de origen extranjero, por ejemplo, de compañías extranjeras que operan en el país, como las farmacéuticas. Entre enero y junio de 2025, el organismo recibió 263 solicitudes, de las cuales 65 son de Ecuador y en su mayoría son registros de diseños industriales.

¿Qué es una patente y para qué sirve?

El Senadi define a una patente como el derecho exclusivo que concede el Estado para la protección de una invención, lo cual le permite al titular utilizar y explotar su invención, e impedir que terceros la utilicen sin su consentimiento.

La invención puede ser un producto o un proceso que ofrezca una nueva manera de hacer algo o una solución técnica a un problema. Hay cuatro modalidades de protección, que varían según la complejidad, características y tiempo de protección.

Una de estas modalidades es la patente de invención, que protege productos y procedimientos en cualquier campo tecnológico. Su protección es por 20 años, contados desde la fecha en que se presentó la solicitud.

Además, están la patente de utilidad, que protege invenciones de menor complejidad técnica; el registro de diseño industrial, que protege el aspecto ornamental o estético de un producto, y el esquema de trazado de circuitos integrados, que protege la distribución de sus componentes y sus conexiones en el circuito. En estas tres modalidades la protección es por 10 años.

Es importante tener en cuenta que las patentes son derechos territoriales, por lo que solo tienen validez en el país o región donde se presentó la solicitud y se ha concedido la patente. Por ello, es recomendable tener claridad del mercado potencial para la aplicación industrial de esa invención, antes de solicitar la patente.

En las patentes de invención y de utilidad, los requisitos fundamentales para obtenerla son la novedad, el nivel inventivo y que tengan una aplicación industrial. En registro de diseño industrial, la novedad, y en el esquema de trazado de circuitos integrados, la originalidad.

Errores comunes

La especialista en propiedad intelectual y exdirectora nacional de Propiedad Industrial del Senadi, María Carolina Sacoto, identifica varios errores comunes al momento de presentar la solicitud de una patente. Uno de ellos es la falta de novedad: “Eso quiere decir que no debe haber algo igual en el mundo; a veces, el desconocimiento hace que se oriente mal desde el inicio”, recalca.

Para Sacoto, lo anterior es consecuencia de lo que considera el “mayor error” y es no saber utilizar adecuadamente el sistema de propiedad intelectual, al no hacer una búsqueda adecuada sobre las patentes protegidas en el mundo, que se encuentran en bases de datos públicas.

El buscador Google cuenta con una base de datos de patentes: https://patents.google.com/. También, la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, denominada Patentscope: https://patentscope.wipo.int/

“Es una realidad cruda, muchas veces estuve en la posición de decirle a los investigadores, luego de que pasaron tres o cuatro años investigando, ‘su investigación ya existe’. No importa si no existe en Ecuador, para que alcance un nivel de novedad tiene que cumplir un requisito de un estándar más alto”.

De hecho, el requisito de ‘novedad’ implica también que el propio inventor no haya publicado su investigación en un artículo científico antes de solicitar la patente. Luego de que se publica la solicitud en la Gaceta de Propiedad Intelectual del Senadi, ya puede divulgarse. 

Sacoto también califica como un error el solicitar una patente con el fin principal de tener los derechos de protección sobre esa invención, y no pensar en transferirla a un tercero que le vaya a dar utilidad. “La propiedad intelectual es una herramienta que tiene como fin último que esa tecnología se utilice”, subraya.

“Lamentablemente, muchas veces se investiga porque sí, porque les gusta el tema, y no se está investigando sobre lo que necesita la empresa privada, cuando la pregunta es: ¿eso a quién le va a servir?”, añade la experta.

La especialista recomienda que, antes de comenzar a investigar, se revise el ‘estado de la técnica’, es decir, qué hay en tecnología en esa rama del conocimiento, por medio de las patentes que ya existen. Sacoto dice que eso les permitirá saber, por un lado, hacia dónde se está encaminando el campo de la investigación y, por otro lado, si ya se ha investigado antes.

Sacoto reconoce que la legislación que aplica en Ecuador, como parte de la Comunidad Andina, es más limitante que, por ejemplo, la de Estados Unidos, donde se pueden proteger ‘segundos usos’ de una patente. Esto aplica cuando una misma invención sirve para solucionar otros problemas técnicos, distintos al inicial.

Falta de equidad desde el hogar

Las investigadoras científicas consideran que la principal brecha de género con la que han tenido que lidiar no ha estado en el campo de la investigación, sino en la importante carga en las labores del hogar, incluida la de ser madre, que enfrentan las mujeres, lo que convierte a la investigación en un trabajo aún más desafiante del que ya es.

“Yo le acostaba a mis hijos a las nueve de la noche y ahí empezaba a estudiar y a leer. No entiendo cómo lo pude hacer”, recuerda Gabriela Punín sobre sus primeros años como investigadora, décadas atrás.

Adicionalmente, Jimbo sí considera que en el área informática hay desigualdades de género. “Existe un prejuicio sobre las mujeres, se ve como campos masculinos. Eso hace que nos reduzcan los proyectos y fondos. Los proyectos liderados por mujeres reciben menos apoyo económico”, comenta la investigadora de softwares.

En suma, la obtención de patentes en Ecuador supone la necesidad de conocer sobre los procesos burocráticos que hay que sortear. Pero, además, es crucial identificar los requisitos técnicos que exige la comunidad académica para considerar una patente y, principalmente, las posibilidades de que una invención sea beneficiosa para la sociedad en su conjunto y no quede reducida a un simple registro.


Contar la ciencia también es un acto de liderazgo femenino. Esta historia forma parte de una alianza entre Escuela GENIA y La Barra Espaciadora.


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Fabrizio Peralta Díaz