Escuela GENIA y el primer encuentro nacional dedicado a la ciencia con rostro de mujer

En un país donde la ciencia todavía se escribe en código masculino, un grupo de mujeres decidió cambiar la historia desde las aulas, los laboratorios y las redes de colaboración. Escuela GENIA, junto con las principales organizaciones de mujeres científicas del Ecuador, demuestra que el liderazgo femenino ya no es una excepción, sino una fuerza imparable que abre caminos, rompe paradigmas y construye una ciencia más justa, más diversa y verdaderamente representativa en el país.


Por Ximena Pesántez A.

La mañana en el campus Balzay de la Universidad de Cuenca se siente distinta. Hay expectativa, emoción y una energía que solo aparece cuando muchas mujeres potentes se reúnen con un mismo propósito: hablar de ciencia, liderazgo y futuro. En este escenario se desarrolló el Primer Encuentro Nacional de Mujeres en Ciencia del Ecuador, el evento más importante de las redes de mujeres científicas del país, que este año coincide con un hito: la graduación de la segunda cohorte de Escuela GENIA, un programa que está transformando el camino profesional de investigadoras de todo el Ecuador.

Detrás de esta iniciativa está María Claudia Segovia, docente de la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE y cofundadora, tanto de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci) como de la propia Escuela GENIA. Con la voz de quien lleva años abriendo puertas a otras mujeres, explica que existe un 30% de mujeres investigadoras en el país, según registros de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt); sin embargo, aún hay desafíos que deben enfrentar: dificultades para acceder a fondos para investigación, complicaciones para publicar artículos científicos como primeras autoras, barreras para dirigir laboratorios o ascender en la carrera académica. Para cambiar esa realidad se creó la Escuela de Liderazgo para Mujeres en Ciencia GENIA.

Se trata de un programa virtual de cuatro meses de duración, avalado por la Universidad de Cuenca y la ESPOL. GENIA prepara a científicas en liderazgo, comunicación, gestión de proyectos, cooperación internacional y hasta compras públicas, una dimensión clave que muchas temen. “A veces las investigadoras prefieren quedarse en el laboratorio antes que asumir un cargo directivo, porque les asusta el tema administrativo”, cuenta Sofía Cabrera, docente de la ESPOL y también cofundadora de la escuela. “Por eso incluimos módulos que les dan seguridad y herramientas para asumir estos roles sin miedo”.

Cabrera recuerda que las mujeres científicas enfrentan desafíos particulares debido a las responsabilidades de cuidado, como la maternidad y la atención de familiares, lo que marca una diferencia significativa frente a la carrera de los hombres en ciencia. Por eso destaca la realización de este encuentro que reúne por primera vez a las tres principales redes de mujeres en ciencia del país: Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci), la Organización para Mujeres en la Ciencia del Mundo en Desarrollo (OWSD) y las dos cohortes de científicas de la Escuela GENIA, un proyecto impulsado por Remci, Recid y la Cooperación Técnica Alemana (GIZ–Innova Mujer), para diseñar juntas nuevos lineamientos y estrategias para el futuro de la ciencia ecuatoriana.

Durante el encuentro se graduó la segunda cohorte, compuesta por 35 becarias, de la Escuela GENIA, quienes presentaron proyectos fortalecidos y alineados con realidades territoriales, industrias locales y necesidades sociales. Entre ellas está Patricia Henríquez Coronel, profesora universitaria, quien llegó desde el campo de la educación y la tecnología. “Yo trabajo con chicas de 12 a 17 años para motivarlas hacia carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas, por sus siglas en inglés), y ayudarlas a descubrir una posible vocación científica al elegir su futura carrera; se busca reducir la brecha de género que persiste en estas áreas, tradicionalmente lideradas por hombres, y contrarrestar los estereotipos que orientan a muchas niñas hacia profesiones de cuidado”, cuenta Henríquez, al destacar que GENIA le permitió transformar su proyecto porque pasó de ser académico a convertirse en una propuesta vinculada al desarrollo local.

Ella se muestra contenta al ser parte de las graduadas, porque afirma que estos procesos permiten que las mujeres científicas alcancen posiciones de liderazgo. “En mi caso personal, estoy muy agradecida por haberlo logrado y ahora tendré la oportunidad de dirigir la política de investigación de una universidad del país y, la verdad, es algo que me llena de orgullo y es, por supuesto, un gran compromiso para liderar desde ese enfoque de la equidad de género”. El 19 de diciembre se posesionará como Vicerrectora de Investigación, Innovación y Posgrados de la Universidad Nacional de Educación (UNAE).

“Queremos que deje de ser excepcional ver a mujeres rectoras, decanas o directoras de investigación. Queremos que sea normal”, resume Sofía Cabrera.

En este recorrido, no solo las becarias han crecido. También lo han hecho las mujeres que impulsan la escuela desde dentro. Una de ellas es Paulina Escobar, parte del equipo coordinador. Para ella, el impacto de GENIA trasciende lo curricular: “Este programa ha demostrado que cuando las mujeres acceden al conocimiento correcto y a una comunidad que las impulsa, su liderazgo florece naturalmente. No es falta de capacidad, es falta de oportunidades. GENIA es ese espacio que muchas esperaban desde hace años”.

Otra voz esencial es la de Patricia Castillo, profesora en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, quien investiga los impactos del cambio climático en organismos marinos mediante estudios en zonas costeras del Ecuador y en la Antártida. Además, impulsa iniciativas de equidad de género porque considera que enfrentar esta crisis requiere la participación de toda la población, incluidas las mujeres, históricamente excluidas del ámbito marino. Durante años se limitaron oportunidades para mujeres en trabajos como la observación pesquera y entornos extremos. Hoy su presencia avanza lentamente. Aún representa apenas el 20% en comparación con los hombres. “La parte marina es un área que, históricamente, ha sido bastante masculinizada (…), en algunos lados prevalece la creencia de que las mujeres traemos mala suerte en los barcos, entonces no nos llevaban en las travesías”, relata.

Al finalizar el evento se convocó a la tercera cohorte de la Escuela GENIA. Las científicas interesadas pueden postular hasta el 31 de enero de 2026. GENIA iniciará su etapa de autogestión, con miras a convertirse en un programa sostenible y a escala nacional.


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Fabrizio Peralta Díaz