Las niñas y las mujeres todavía experimentan inequidad en el aprendizaje digital. Esto responde a una serie de factores sociales, que empiezan en el hogar, continúan en el sistema educativo y se establecen en los ambientes académicos y laborales.
Cuatro científicas ecuatorianas se han convertido en referentes para las nuevas generaciones e impulsan proyectos para disminuir las brechas económica y de género.
Por Ana Cristina Alvarado / @ana1alvarado
Sin acceso a internet ni a dispositivos digitales, con programas educativos desactualizados y en un contexto social que encasilla a las niñas en tareas de cuidado en lugar de guiarlas hacia el aprendizaje lógico, María José López, Jennifer Celleri, Ana Gabriela Valdiviezo y Myriam Tipán llegaron a estar entre las científicas ecuatorianas más reconocidas de los campos de la informática y de las tecnologías de la información y la comunicación.
A pesar de su éxito, saben que todavía hay un camino largo para eliminar la brecha de género en el aprendizaje digital y en las ciencias. Por eso han desarrollado soluciones dirigidas a poblaciones vulnerables en distintas regiones del Ecuador.
Para Ana Gabriela Valdiviezo, científica quiteña en big data y business intelligence y fundadora del Observatorio para la transformación digital del Ecuador, la inequidad es el resultado de muchos factores: la educación sexista que reciben las infancias, la violencia, la exclusión y la desigualdad de oportunidades por motivos de género, entre otros. “Son ciclos intergeneracionales que no se han podido romper”, asegura.
La desigualdad económica también es una realidad ineludible. “La primera computadora personal que tuve fue cuando ya fui ingeniera”, cuenta María José López, riobambeña que este 2025 fue incluida en la lista de las 100 Mujeres TIC de Catalunya, España. Para realizar sus tareas escolares acudía a un cibercafé. Años después, mientras sus compañeros usaban portátiles, ella cargó su computadora de escritorio para presentar su último proyecto universitario.
Aunque para la ahora destacada científica esa carencia se volvió un reto, la falta de internet y equipos adecuados convierte al aprendizaje digital en un lujo que excluye sobre todo a niñas y mujeres, de acuerdo con Valdiviezo, quien ha recibido una serie de reconocimientos, entre esos, el Women that Build Awards.
El desafío se agrava en comunidades remotas. Miriam Tipán, ingeniera electrónica tenense y docente de la Universidad Regional Amazónica Ikiam, recuerda que cuando se establecieron los Infocentros, con el objetivo de dar acceso a internet a habitantes de localidades rurales, no se asignó a personas capacitadas para enseñar a usar las computadoras, a navegar el internet o a mantener los equipos. Entonces, los dispositivos se dañaron y quedaron en desuso.
Pero la paridad es necesaria. Si las mujeres participaran en la economía de la misma manera que los hombres, podrían agregar hasta 28 billones de dólares al producto Interno Bruto Global, de acuerdo con un artículo publicado en Stanford Social Innovation Review. En otras palabras, cerrar la brecha de género equivaldría a agregar una economía del tamaño de la de Estados Unidos –la mayor del mundo con cerca del 26% de participación– al planeta.
La brecha de los sueños
“Una de las mayores barreras que enfrentan las niñas y las mujeres es que usualmente tenemos una educación diferente a la de los hombres. En casa nos enseñan más las tareas de cuidado que cosas más lógicas, más relacionadas con la ciencia”, dice López sobre las causas de la desigualdad. Las niñas tienen más trabajo doméstico que los niños de su misma edad, afectando su educación e impidiendo su asistencia a la escuela.

El Reporte de la Brecha Global de Género 2025, elaborado por el Foro Económico Mundial, señala que en el indicador de Logro educativo, Ecuador recibió una puntuación de 0,996 sobre 1. Es decir, aunque las cifras se acercan al 100%, revelan que la disparidad en el acceso a la escolarización todavía afecta a las niñas. El mismo reporte muestra que el 53% de mujeres en edad de cursar educación de tercer nivel se matricularon en una institución educativa, frente al 66,82% de los hombres.
Las niñas además se enfrentan a estereotipos que refuerzan la idea de que las carreras en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés) son campos masculinos, de acuerdo con Jennifer Celleri, directora de Tecnologías de Información y Comunicación de la Universidad Técnica de Machala (Utmach). Aunque no fue su experiencia, la especialista señala que todavía es común que las niñas reciban juguetes como cocinitas y muñecas, mientras los niños reciben juguetes robóticos o tecnológicos.
Estos estereotipos crean lo que Valdiviezo denomina “la brecha de los sueños”, la cual aparece a partir de los seis años, “cuando las niñas se sienten menos capaces que los niños en las ciencias duras”. Los datos reflejan las consecuencias de criar a los niños bajo roles de género tradicionales: en Ecuador, de acuerdo con el reporte citado, solo el 10,41% de las mujeres graduadas de tercer nivel lo hicieron en campos STEM, mientras que el porcentaje para hombres fue de 31,43%.
Otra brecha que hay que superar es el acceso a internet. A escala global, el 70% de los hombres tiene acceso a internet, comparado con el 65% de las mujeres. Como resultado, hay 189 millones más de hombres en línea, de acuerdo con datos del 2024 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Además, en los países de ingresos bajos y medios, hay una brecha de género del 7% en propiedad de teléfonos móviles, según recoge el informe Género, Transformación Digital e Inteligencia Artificial, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) en 2023.
Sistemas educativos desactualizados y violentos
Un estudio publicado por la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) en 2024 corrobora que para las mujeres, la falta de recursos económicos, habitar en zonas rurales y pertenecer a grupos étnicos minoritarios, como el afroecuatoriano o el indígena, inciden negativamente en el acceso a las carreras STEM.
El estudio de la Espol antes citado plantea la necesidad de políticas públicas que promuevan el acceso a la educación STEM y desafíen los estereotipos de género que disuaden a las mujeres de seguir estas carreras.
A todo esto se suma la falta de actualización en los sistemas educativos. Tipán lo vivió de primera mano. Cuando era niña, sus apuntes creativos, que incluían el uso de diferentes colores, tarjetas y carteles, eran destruidos por los profesores que le exigían que tome nota de la manera estandarizada, usando apenas dos colores y sin recursos didácticos.
Valdiviezo señala que en Ecuador no se ha integrado en la malla educativa el pensamiento computacional ni la inteligencia artificial desde edades tempranas. Entonces, la niñez está condenada a ser solo consumidora de tecnología y no creadora.
Las niñas y mujeres también se enfrentan a la violencia sexual en los entornos educativos, lo que puede causar un mal desempeño e incluso la deserción educativa. Cuando estudiaba su carrera de pregrado en la Universidad Técnica de Machala, Celleri lideró un movimiento estudiantil para remover a un profesor que exigía a las estudiantes colocar su signo zodiacal y número de teléfono en las hojas de examen.
“Me convocaron al decanato para que levante esa queja porque dañaba el currículum del profesor, sin embargo, dejamos por escrito el pedido de que nunca más nos vuelva a dar clase”, relata sobre la agridulce victoria.
En Ecuador, la deserción de la educación superior también es preocupante. La tasa de deserción en primer año de carreras de tercer nivel fue del 18,38% en 2019, el dato más reciente publicado por la extinta Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación. Mientras tanto, la tasa de retención fue del 81,62%.
Otra falencia en cuanto a los sistemas educativos es que el mismo Plan de Desarrollo del Sistema de Educación Superior (CES, 2022–2026) reconoce explícitamente el desafío de conectar la oferta del sistema de educación superior con el mercado laboral y señala la necesidad de articular políticas y mecanismos que aceleren dicha pertinencia.
La IA representa nuevos desafíos
Las tecnologías digitales tienen el potencial de crear oportunidades para que las mujeres lideren, participen y se beneficien de desarrollos tecnológicos, según el reporte de la Onudi. “Sin embargo, sin las políticas adecuadas, las tecnologías digitales pueden reforzar los estereotipos de género y agravar la exclusión económica y social”, se lee en la publicación.
El estudio Los sesgos de género en la inteligencia artificial y ChatGPT, publicado en Computers in Human Behavior: Artificial Humans, en mayo de 2025, lo comprobó. Encontró que la inteligencia artificial suele reflejar la sociedad, por lo que sus resultados pueden mostrar desigualdad en la selección laboral, las recomendaciones académicas y los diagnósticos médicos, afectando sistemáticamente a las mujeres.
El reporte de la Onudi enlistó los riesgos que trae la IA: las herramientas de idiomas pueden traducir con sesgo de género; la falta de representación en los conjuntos de datos visuales y lingüísticos puede ocasionar que la IA malinterprete términos e imágenes de culturas del Sur Global o que amplifique la discriminación por género o, como ya se ha comprobado, las herramientas de reconocimiento facial pueden tener menor precisión para reconocer a mujeres, personas negras y jóvenes.
López señala que los usuarios pueden ayudar a la IA a combatir los sesgos de género. Aconseja “pensar en femenino”. Es decir, solicitarle explícitamente a la IA, por ejemplo, la lista de las 10 mujeres más influyentes en tecnología, en lugar de preguntarle por el neutro de “personas”.
Por otro lado, en el campo académico, investigadores hallaron que tras la emergencia de ChatGPT, el aumento de la productividad entre los investigadores varones es 6,5% mayor que el de las mujeres. También encontraron que los hombres usan con más frecuencia la IA generativa y experimentan mayor eficiencia que las mujeres. Los resultados se publicaron en febrero de 2025, en el artículo Gender disparities in the impact of generative artificial intelligence from academia.
Tipán ha percibido que entre sus colegas, en términos generales, existe temor de que la IA robe sus ideas innovadoras antes de la publicación, lo que lleva a muchos a no utilizar la herramienta.
Los más jóvenes han adoptado con mayor rapidez el uso de las IA, por lo que Celleri está por lanzar un proyecto de uso ético de estas tecnologías. La científica machaleña explica que busca analizar y desarrollar propuestas para que se regule el uso de la IA en las universidades ecuatorianas. Ahora está organizando un webinar tipo podcast con temas en este campo, con el objetivo de llevar la conversación a más personas.

Visibilizando modelos a seguir
Aunque a escala global las mujeres tienen las mismas habilidades que los hombres en las tareas digitales básicas, como enviar correos o usar hojas de cálculo, la brecha de género se amplía en habilidades más avanzadas, como la programación, de acuerdo con el reporte de la Onudi. En promedio, en economías donde hay datos, hay una diferencia de 40 puntos porcentuales entre la proporción de hombres y la de mujeres con habilidades de programación.
Lo anterior tiene una consecuencia: las mujeres están casi ausentes del desarrollo de software, investigación en ingeniería y tecnología, inteligencia artificial, academia y los niveles más altos de toma de decisiones, señala el artículo Equidad de género en la transformación digital, de la Agencia para las Tecnologías Digitales de las Naciones Unidas.
La falta de referentes impacta a las niñas. En 2024, el Museo Interactivo de la Ciencia (MIC) organizó una casa abierta orientada a acercar a profesionales de las ciencias a los niños. Allí, Valdiviezo pidió al grupo que dibuje una persona constructora de robots. “Todos, absolutamente todos dibujaron un hombre”, relata. Después, la científica les contó que ella construye robots, programa y desarrolla inteligencia artificial. En el siguiente ejercicio, cuando Valdiviezo pidió que dibujen un robot y a la persona que lo construyó, las niñas se dibujaron a sí mismas.
“Las niñas no pueden ser lo que no pueden ver”, asegura la científica. Lo comprobó años antes, mientras estudiaba su maestría en big data. Su hija Sophie, que en ese entonces tenía cuatro años, pero veía a su madre inmersa en el ambiente tecnológico, le hacía preguntas sobre robots y programación.
Antes de leer y escribir, aprendió a programar en Scratch –un lenguaje de programación infantil– y a los seis años construyó su primer robot. La científica destaca que acompañó este proceso haciendo énfasis en que su hija se convierta en constructora de tecnología y no en una consumidora pasiva.
Más adelante, madre e hija crearon el programa de radio Las Steministas, donde Sophie y otras niñas entrevistan a científicas, astronautas y mujeres en posiciones de alta gerencia de empresas internacionales. Las anfitrionas cuentan con voz propia las historias de mujeres exitosas en los campos STEM, con el objetivo de que otras niñas se interesen por estas carreras.
La pasión de Sophie por la robótica y la tecnología ya le han traído reconocimientos. La pequeña, que ahora tiene 10 años, se convirtió en la primera ecuatoriana en recibir el STEM Inspiring Girl – Global Award 2025, otorgado por Global STEM Women dentro del marco del Stem Women Congress, realizado por primera vez en Ecuador, en octubre de 2025.
Conscientes de la importancia de visibilizar a referentes, la editorial de la Universidad Nacional de Educación creó el libro Biografías de Mujeres Científicas del Ecuador. Celleri es una de las autoras de esta publicación, que cuenta las historias de vida de Ana López, Lady León, Fernanda Tusa, Patricia Castillo, Luisa Ramón y Érika González.

Menor brecha en tecnología e información
Tipán también se convirtió en un referente. Ahora, a sus 33 años, es docente investigadora de la Universidad Regional Amazónica Ikiam, desde donde anima y apoya a los estudiantes que enfrentan momentos de duda con respecto a sus carreras por provenir de la ruralidad y de entornos menos asociados a las carreras STEM. “Siéntanse orgullosos de ser amazónicos, de ocupar un lugar en una universidad pública, de tener carreras diferentes a las comunes”, les dice.
Ella entiende bien esos temores. Cuando se graduó del colegio, en Tena, ella y sus compañeros sentían que “nadie daba un centavo” por ellos. Se refiere a que desde los centros académicos ubicados en Quito, Riobamba o Guayaquil, se percibe que los estudiantes amazónicos no reciben la misma calidad educativa ni tienen las mismas capacidades que sus pares de las principales ciudades.
A pesar del peso de los estigmas, Tipán obtuvo su título como ingeniera electrónica en telecomunicaciones en la Universidad Politécnica Salesiana. Así como ella, más mujeres se están tomando el campo de la tecnología, la información y los medios.
La participación de las mujeres en estas industrias alcanzó el 35%, de acuerdo con el Reporte Global de la Brecha de Género 2025. Aunque la cifra representa un crecimiento frente a años anteriores, la paridad todavía es una meta a alcanzar. La representación de mujeres en posiciones de alta gerencia es aún menor, con menos del 25%.
Programas de impacto social
Para cerrar las brechas de género y económicas, López lleva a cabo una serie de iniciativas. Una de las que tuvo más alcance es el STEM Women Congress Ecuador (Congreso para las mujeres en las ciencias Ecuador), del que la científica riobambeña es la presidenta.
En octubre de 2025 se realizó la primera edición en Ecuador de este evento presente en tres continentes y más de 17 países. “Llegó con el firme propósito de impactar a niñas, jóvenes y profesionales”, asegura López.
En el congreso, científicas nacionales y extranjeras intercambiaron conocimientos y analizaron en qué áreas hace falta trabajar para cerrar las brechas de la desigualdad. La niñez y la juventud también tuvo espacios para hablar sobre el desarrollo de la tecnología y cómo visualizan el futuro.
Además, este 2025, López fundó la organización sin fines de lucro Warmi2Warmi, que trabaja en diferentes iniciativas. Una de ellas es Pequeños Genios, que busca acercar la ciencia y la tecnología a niños y niñas de las comunidades rurales. Para eso, ella y su equipo realizan proyectos como preparar chicha, con el objetivo de explicar a los pequeños cuál es el proceso químico que se da durante la fermentación. Hasta ahora han impactado a cerca de 700 niños.
Otro proyecto de Warmi2Warmi es Warmi Emprendedora, que arrancó de la mano de Aula Magna Business School, una escuela de negocios en línea. En este programa, 15 emprendedoras de 22 a 74 años se capacitaron en digitalización de sus emprendimientos, modelos de negocios y búsqueda de capital semilla. La primera cohorte se graduó el 9 de septiembre y el siguiente año se buscará llegar a una nueva cohorte, conformada por 100 mujeres de todo el país.
Por último, López, junto a seis universidades del país, está afinando los detalles del proyecto STEM sobre Rieles. De la mano del municipio de Alausí, convertirá seis vagones del tren de la Nariz del Diablo en estaciones de ciencia y tecnología. El objetivo es llevar, el 25 de noviembre, a cerca de 200 niños de las zonas rurales a un paseo en el tren, mientras realizan actividades para conocer desde áreas como la física su funcionamiento. Además, tendrán acceso a dispositivos de realidad aumentada y podrán conocer sobre el pilotaje de drones.
Celleri es parte de una iniciativa con un objetivo similar. Se trata de Alas, que quiere decir “aprender”, “liderar”, “avanzar” y “soñar”. La Escuela Alas es un espacio móvil que se propone llegar a las zonas rurales con internet, computadoras, cursos en línea y capacitadores, con la meta de motivar a la niñez a que estudien carreras STEM. “Estamos buscando financiamiento para equipar los trailers, para la logística, para pagar al personal. Queremos lanzarlo para el año que viene”, anuncia la docente machaleña.

El efecto mariposa
Para Valdiviezo, las mujeres han tenido que “abrirse paso en estructuras que no estaban hechas para ellas”. Pero ahora que ella y sus colegas son reconocidas y su voz es escuchada, saben que tienen una gran responsabilidad entre sus manos, la de crear oportunidades para quienes vienen detrás.
Celleri insiste en que desde el núcleo familiar se pueden hacer cambios sociales importantes, por lo que recuerda a los padres y madres la importancia de escuchar a la niñez, de estimular su interés por el conocimiento y de no encasillarlos con juguetes o actividades con base en el género.
“Cuando abres tus alas y empiezas a educar en los principios de equidad de género, para cerrar brechas de género, digitales y económicas, los demás se contagian. El efecto mariposa es importante”, reflexiona López.
Tipán concuerda con que las brechas se pueden acortar a medida que quienes han roto los techos de cristal acompañan y guían el camino de las más jóvenes. “Solo al compartir ciencia vamos a transformar las realidades”, concluye, con determinación.
Contar la ciencia también es un acto de liderazgo femenino. Esta historia forma parte de una alianza entre Escuela GENIA y La Barra Espaciadora.



