Por Koya Shugulí

El 40% de la población −en su mayoría concentrado en la población indígena, campesina y en los quintiles más pobres del país− fue decisivo para que el No arrase en urnas.
Tengo recuerdos de niña: mi madre dirigiendo, organizando, alzando la voz. Una lideresa de aquellas. A pesar de su corta edad y de haber quedado huérfana y con seis hermanos, ella se convirtió en la primera presidenta de los Artesanos del Parque El Ejido. Cuando hablo de Sinchi warmikuna hablo de mujeres como mi abuela Zoila, como mi madre, Elena, y como tantas otras que sostuvieron este y otros paros indígenas en el pasado.
En este contexto, cabe destacar a muchas mujeres indígenas, entre ellas Tránsito Amaguaña y Dolores Cacuango, inscritas en el sindicalismo indígena. Ambas relacionadas con el Partido Socialista Ecuatoriano y dirigentas en 10 diferentes marchas indígenas, como las Marchas a Quito de 1930 y la primera Huelga Agrícola, de 1931.
Tránsito Amaguaña logró que por primera vez se incluyeran normas sobre las relaciones entre peones y patrones y la defensa de las tierras comunales dentro del Código de Trabajo y la Ley de Comunas. Dolores Cacuango, por su lado, fundó en 1946 la primera escuela bilingüe (kichwa-español) y durante la Reforma Agraria de 1973, lideró a jóvenes indígenas en la rebelión contra los hacendados. Juntas conformaron la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI), en 1944, e impulsaron la fundación de escuelas y la implementación de un sistema cooperativista en el campo. Ellas, sin duda alguna, son referentes del feminismo indígena, los movimientos indígenas y la lucha social desde mediados del siglo XX, hasta la actualidad.
A los pueblos y nacionalidades indígenas nos queda mucho por hacer, en especial puertas adentro. La lucha feminista de las mujeres indígenas se hace escuchar con fuerza. Ahora son las mamas las que sostienen este y otros procesos de lucha indígena. Para ellas mi respeto y reconocimiento tanto de nuestras abuelas y bisabuelas, como de las mujeres indígenas actuales. Nina Pacari, Nemonte Nenquimo, Blanca Chancoso, Nina Gualinga, Alicia Cahuiya, Zenaida Yasacama, Vicenta Andrade, Elena Guerra (mi madre), entre muchas otras. Ustedes son las precursoras de la lucha, ustedes nos han enseñado con fortaleza a defender nuestros territorios, nuestras familias, nuestra vida.
Hoy esta lucha se convierte en un 40% de un No. No al movimiento extractivista, No a la venta de conciencias, No a que el poder se concentre en pocos −casualmente los que tienen dinero−, No a la narcopolítica, No a los abusadores y autoritarios, No a los que quieren un retroceso en derechos, No a los que juegan con el pueblo, No a los que se burlan de la lucha indígena, No a los embebidos en poder. Hoy el pueblo les dice No.
La patria ya no es la hacienda en donde miles de mujeres indígenas fueron violadas. Hoy reclamamos como mujeres mestizas, campesinas, indígenas del campo y la ciudad por nuestros derechos. Hoy esta marea del 40% muestra una nueva vía, la tercera vía por la que tanto luchamos. Es hora de cuestionarnos a la y el nuevo sujeto político indígena. Hoy más que nunca urge una renovación político-filosófica sobre lo que somos y hacia donde vamos. ¡Hoy más que nunca sostendremos esta lucha por nuestros derechos, hasta que la igualdad y la justicia se nos vuelvan costumbre!


